ECONOMIA
La escritora viral

El "anti posteo" o cómo capitalizar un fracaso

Es bueno resignificar la noción de fracaso como parte del camino tanto como el éxito, en un mundo digital en el que abundan los creadores de contenido que defienden su autoridad sobre distintos temas a ultranza, sin lugar al error.

 Helena Estrada 20220526
Helena Estrada. | CEDOC

Hace poco tiempo, hice un posteo en Linkedin que rápidamente se viralizó. En 48 horas llegó a un millón de personas. La viralización no es un comportamiento habitual en Linkedin, es más propio de Instagram o Tic toc. Por lo tanto, es más llamativo. Todavía sigo intentando procesar a qué se debió, cuál fue el punto de dolor (de mucho dolor) que toqué en ese posteo, y creo tener algunas conclusiones.

Aprovechando un viaje al interior, se planificó la firma de mi segundo libro, Dueña de tu dinero, en un shopping local. Llegado el momento, había una mesa y silla del patio de comidas con algunos libros apilados, puesta en un pasillo frío del centro comercial para que yo me sentara allí. Y ahí me quedé un buen rato. No vino nadie.

En ese entonces, recordé que, originalmente, mi intención había sido tomarme fotos con las personas que se acercaran, y subirlas a las redes sociales, cosa que habitualmente hago. Ahora, que nadie se había presentado, me pareció importante también retratar el momento, y compartirlo como algo natural, y parte del camino de tantos emprendedores y trabajadores, como yo. Tomé una foto, y con un texto corto y sencillo lo subí a Linkedin.

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La repercusión fue extraordinaria, a este día, casi dos millones de personas lo vieron, fue compartido 400 veces, y tuvo 25 mil reacciones.

La identidad digital

Hace un tiempo que vengo pensando en el tema de nuestra identidad digital. Que tiene algo de los contenidos de la temática de la “marca personal”, junto con el inexorable camino de la digitalización en (¿de?) nuestra vida.

Si el arte es mostrar, de alguna manera, nos estamos convirtiendo todos en “artistas”, todos, en mayor o menor medida nos hemos convertido en generadores de contenidos (visuales, gráficos, cinematográficos incluso). En el caso más sencillo con una tarea editorial, qué foto subo, cuál no, qué comentario o like doy, cuál no. Y esa participación y creación no es aleatoria ni caprichosa. Sabemos que va formando nuestra identidad digital, y que debe mantener cierta integralidad y concordancia. Nuestro “archivo” debe manifestar cierta unidad e individualidad que nos identifica. 

Yo veo mucha semejanza con la creación de un personaje. Un “otro yo”, una identidad mía, pero editada, acomodada, con algún tipo de “story telling” involucrado, si seguimos las sugerencias de los que saben de redes sociales. 

En el mejor de los casos del marketing en redes, esa narrativa exige mantener el interés, entretener, emocionar, convocar y producir reacciones, o engagement.

 

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Cuando trasladamos esto al ámbito profesional o laboral, las apuestas suben.

Ese personaje y narrativa, además, deben vender. O sea, provocar una reacción comercial. Y sin que se note. Es brutal. 

Toda esta creatividad necesaria, antes limitada a personas con vocación, imaginación, talento y recursos para crear este tipo de arte, ¿es acaso ahora una exigencia para todos los mortales? Contadores, arquitectas, ingenieros civiles y costureras, todos, ¿estamos de alguna manera presionados a crear un personaje símil a nosotros mismos, con una narrativa (épica de ser posible), que logre vender, sin que se note?

Quizás mi posteo, ¿fue un “habilitador” a mostrar esa foto sin filtro, del momento de soledad, de la batalla perdida? 

Un clamor de ¡basta de éxitos por favor! Que estoy agotada de una carrera que no quiero correr y que no puedo desandar. Porque ese personaje, construye una reputación… y ese es el premio mayor.

La reputación. Con eso, no se juega. Se construye granito a granito, con tiempo y dedicación, es un quienes somos hacia afuera. Se sostiene como sea. Y el temor a perderla, nos puede llevar a fingir. Agotador.

Más grave que el agotamiento espiritual, creo que es… el aburrimiento en el que nos hunde. Cuando falta lo espontáneo, lo natural, lo accidental, y todo tiene una pátina de brillantina… aburre. Se vuelve todo uniforme, mezclado, apelmazado. No hay sorpresa, no hay vitalidad. 

 Helena Estrada 20220526
Helena Estrada.

En retrospectiva, creo que mi posteo trajo algo de eso a la mesa: aleatoriedad. 

Este episodio produjo un tesoro, que creo que vale la pena explorar. El posteo no tiene relevancia alguna, y mi participación, menos aún, y no es falsa modestia. A esta altura se trata de lo que sobrevuela y de lo que subyace. 

Y luego, viene la disonancia cognitiva… por lejos, este fue el posteo más eficiente, marketinero, y vendedor que tuve. Subieron mi cantidad de seguidores en redes, vendí libros, me han convocado de medios para entrevistas y notas, conectaron conmigo personas de distintos países interesados en mis contenidos…. Ósea, ¡el “anti posteo” es el más “mainstream” de todos! ¿Es acaso la fórmula para “vencer al algoritmo”? ¿Es recomendable y escalable, o es una sola bala de plata? No lo sé. Navego la ola intentando no ahogarme, ni marearme. Me acompleja un poco este resultado colateral, pero me repito una y otra vez que no tengo el genio como para haberlo especulado ni previsto, y finalmente, si la vida te da limones, lo más honesto es hacer limonada. 

* abogada, master en finanzas. Autora de “dueña de tu dinero”.