El establishment norteamericano liberó una fuerte presión sobre el Gobierno y buscó ponerle un corset a la oferta electoral. La avanzada de apertura que ejerció el presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham) y representante de la banca JP Morgan, Facundo Gómez Minujín, con fuertes críticas y alarmas, abrió un paraguas que permitió desatar las quejas sobre el funcionamiento de las empresas en el país y poner en duda la continuidad de inversiones, sin condiciones premeditadas. Y si bien las quejas apuntaron contra el intervencionismo estatal, la sombra de un viraje geopolítico bajo la comandancia de China es la mayor preocupación del círculo rojo estadounidense.
Las multinacionales de capitales originados en EE.UU. desactivaron las inversiones a corto, pero también lo hicieron a mediano plazo, a la espera del primer resultado de las elecciones primarias, según confirmaron a PERFIL varios ejecutivos que participaron del Summit 2023, que se realiza en el Alvear Icon de Puerto Madero. “Hoy se está terminando de poner en marcha lo invertido años atrás, pero no habrá más planes hasta ver cómo sigue el escenario para los negocios y, especialmente, para las empresas estadounidenses”, admitió el máximo ejecutivo de una de las empresas más tradicionales en el país.
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Sucede que la pregunta clave de AmCham que le hizo a cada uno de los precandidatos, que estuvo encargada al conductor televisivo Alejandro Fantino, que entrevistó a los dirigentes políticos que pasaron por los paneles del evento, fue: “¿Argentina mantendrá la relación bilateral con Estados Unidos o habrá un viraje hacia la vinculación política de los BRICS?”. Días atrás, el embajador estadounidense en el país, Marc Stanley, mostró su preocupación por el avance de China en los negocios de la región sudamericana, al reclamar “más herramientas para ser más competitivos con China en muchas instancias”.
El peso de los negocios yanquis
Según las estadísticas que manejan en la Cámara de Comercio de EE.UU. en la Argentina, las más de 652 empresas que están nucleadas en AmCham emplean directamente a 420.000 personas y representan 42 rubros de la actividad económica, aportando el 24% del PBI, el 39% de la recaudación fiscal, el 35% de las importaciones y el 45% de las exportaciones. Ese peso sobre los negocios de la economía local logró que todos los precandidatos desacreditaran la posibilidad de romper la bilateralidad con Estados Unidos, más allá de los acuerdos comerciales con China y el resto de los socios de los BRICS.
La presión de AmCham sobre la definición geopolítica pretendió marcarle la cancha al escenario electoral que se avecina en el país. No sólo puso en juego el descongelamiento de las inversiones estadounidenses para después de las elecciones, con estabilidad política de por medio, sino que incluyó una amenaza velada de una estampida de los negocios ante una apertura a China y sus socios comerciales, con la sombra de Brasil en la región. Sólo las inversiones en energía están garantizadas, debido a la potencialidad estratégica de los recursos naturales, como el shale gas, el shale oil y el litio, entro otros, según confesaron las empresas del sector que participaron del cónclave.
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“Si en los sectores regulados nos abren las importaciones de China, el negocio no será viable, porque los precios, con efecto del dumping, nos dejará fuera de competitividad”, alertó el responsable de una empresa industrial. La fórmula del libre mercado que solía impulsar Estados Unidos ahora está recortada a la parte del mundo en donde se insertará la Argentina en el multilateralismo comercial, pero, además deberá sortear los límites que impone las relaciones de abastecimiento vinculados por los BRICS. Por caso, si bien las empresas estadounidenses tienen pocas compras al gigante oriental, las importaciones desde Brasil se volvieron clave, justo cuando el gobierno de Inácio Lula Da Silva se convirtió en socio en la región de China.
“Los límites del crecimiento de los costos del intervencionismo”
Las empresas que participaron del AmCham Summit 2023 admitieron haberse acostumbrado a los tiempos del Estado en términos de importaciones, aunque reclamaron “que se termine con regulaciones nuevas que se aplican de manera habitual, que generan un andamiaje burocrático que imponen límites al crecimiento”. Según un ejecutivo de una empresa estadounidense, “lo que crecieron fueron los costos del intervencionismo”, lo que “obligó a repensar el modelo de negocios, cuando no está claro qué sucederá un día después”.
Hubo varios puntos que regaron los pasillos del lobby de los intereses norteamericanos en el país: reglas claras, estabilidad política, definiciones geopolíticas y eliminación de las restricciones comerciales y cambiarias. Admitieron, sin embargo, que los tiempos del proceso dependerá del candidato que quedará luego de la zaranda de las PASO. El evento sirvió, más que para poner un candidato, para mostrar la plataforma que reclama el establishment estadounidense para la reactivación de las inversiones. Y la simplificación de los trámites estatales será lo más atractivo para las ofertas electorales.
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Si bien Gómez Minujín alertó por la profundización de la crisis económica, con efectos de la recesión y de la inflación conjunta, las empresas de EE.UU. todavía sostienen las ventas y aún no sienten el impacto de la anunciada caída del consumo. Allí elogiaron la participación de los estados en el financiamiento, a partir de la implementación de los programas de cuotas, como Ahora 12 y sus variantes. “Sin ese incentivo, el impacto en los bienes durables y semi durables sería catastrófica”, admitió una ejecutiva de una multinacional estadounidense.