La debacle económica impulsó al Gobierno en las últimas horas a realizar un esfuerzo mayor para "mejorar" su oferta a los acreedores externos con el fin de poder cerrar un acuerdo que permita calificarse como exitoso y a partir de allí iniciar un camino de recuperación post pandemia que será sumamente duro y de resultado claramente incierto hasta este momento.
Para tratar de destrabar las negociaciones que están cerradas con varios de los fondos importantes de Wall Street, el Gobierno corrigió un poco más las últimas ideas que venía elaborando, las cuales pasan por atenuar la reducción de intereses y de asumir el compromiso de empezar pagar deuda a partir de 2021 como exigen la gran mayoría de los acreedores.
El valor de la lámina mejoraría a 52 centavos de dólar para cada nuevo bono, cifra que no llega a los 56 centavos como mínimo que pretenden varios de los grandes grupos de acreedores.
Pero además, por estas horas, se está definiendo con un trabajo de persuasión muy al límite el objetivo de Argentina de mostrar que una posterior evolución del eventual acuerdo que se llegue con los acreedores sería monitoreada por el FMI, como una forma de generar más credibilidad entre los fondos externos, teniendo en cuenta la enorme desconfianza que hay sobre la Argentina.
En esta mañana, allegados a la negociación con los acreedores deslizaron que la Argentina, tras el acuerdo, podría tener un programa de asistencia por parte del FMI a modo de reaseguro para el cumplimiento de los futuros pagos que deberá efectuar, pero la contracara que eso implicaría es una férrea disciplina fiscal y monetaria.
El tema ya está en mano de los bancos coordinadores de la operación de canje de deuda que el Gobierno viene tratando de cerrar desde el 8 de mayo y que aún sigue sin un grado de adhesión que se pueda considerar exitoso y que despeje el peligro de los juicios.
El panorama general por la situación de caída económica estrepitosa de la Argentina sin dudas que no ayuda, ya que ese es otro de los motivos de preocupación de los bonistas, pero en el Gobierno aseguran que esa incertidumbre se podría despejar con un nuevo apoyo financiero por parte del FMI.
Está claro que Argentina ya está en default, algo que se ratificará esta semana,cuando no se abone el vencimiento de 500 millones de dólares.
Pero a la vez, según las mismas fuentes cercanas a la negociación, advirtieron que esta mejora que elaboró el ministro Martín Guzmán y su equipo, en coordinación con los bancos que intervienen en la operación, no será para nada gratis.
En principio, representaría un gasto adicional para la Argentina que oscilaría entre 7.000 y .8500 millones de dólares, y es allí donde las conversaciones con el FMI podrían profundizarse en el transcurso de estas horas.