Hace seis años, The Exxel Group, de Juan Navarro, intentó tomar por asalto a la uruguaya Conaprole.
Muchos comenzamos a tener vínculos afectivos con Uruguay a partir del dulce de leche que esa
empresa produce, a juicio de quien esto escribe, el mejor del mundo.
Conaprole es una cooperativa de productores de leche, que industrializa el producto y es el
mayor exportador de lácteos de América latina. The Exxel vio una posibilidad de comprar la empresa
que estaba endeudada, y envejecida en su gestión. Tenía conflictos por los precios de la leche que
les pagaba a los productores/socios/accionistas/dueños de la empresa, los tamberos.
El espíritu cooperativo primó en las asambleas hasta impedir, afortunadamente para nuestros
paladares, el
take-over de la empresa, que podría haber corrido el
riesgo de atravesar el proceso de Havanna y otras tantas empresas insignia argentinas, arrastradas
por la estrategia de negocios y renta rápida del Exxel.
La situación de Conaprole, como se ve, tiene varios puntos de contacto con la de SanCor. Pero
los uruguayos se propusieron avanzar con su compañía. La defendieron a capa y espada, en contraste
con lo que hicimos los argentinos con SanCor. La Argentina, por condiciones geográficas,
calificación de los recursos humanos y competitividad de precio de los insumos, pudimos, voluntad
política mediante, haber creado un gigante mundial del
agribusiness. Tal vez esa misión le cupo a Gregorio Perez
Companc, pero su salida de los grandes negocios en el país, espantado por la situación de la
Argentina en los primeros años de los 2000, lo hizo abandonar esos objetivos. Perez Companc, de
hecho, vendió Pecom Agra a los ahora compradores de SanCor. Siguiendo la tradición, ningún
empresario argentino hará lo que George Soros: integrar verticalmente a la industria
agroalimentaria, de forma de hacerla competitiva con la de Australia, los EE.UU., Francia o los
Países Bajos. Con los cuales valdría la pena intentar emular. Soros parece creerlo así.
Aun si la venta hubiera sido consecuencia de una mala gestión, la falta de incentivos a la
actividad es pasmosa. Para comprar a la Argentina Aceros Bragado, la brasileña Gerdau cuenta con
préstamos que le otorgó el estatal BNDS por más de US$ 800 millones desde 1999. Pero aquí los
inversores líquidos prefieren los ladrillos, o la hiperrentable bicicleta financiera de las
empresas de electricidad, industrias en las cuales carecen de experiencia.
Este es el verdadero ambiente de negocios.