La empresa Explora desarrolló en los últimos ocho años un proyecto para convertir grasas de efluentes cloacales en biocombustibles. El objetivo de esta tarea fue reducir los costos de producción y disminuir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (G.E.I.). Para lograrlo, la compañía invirtió más de u$s 5 millones.
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El proceso consta de tres etapas de las cuales dos fueron ejecutadas en su totalidad y ya empezó a exportar aceite desacidificado a Europa y Brasil, en donde es utilizado como biocombustible de segunda generación.
Axel Boerr, vicepresidente de Explora explicó: “desde nuestra compañía desarrollamos la tecnología para aprovechar energéticamente la materia grasa de elevada acidez recuperable de los barros cloacales. Es algo totalmente nuevo y disruptivo, que requiere un compromiso mixto, público y privado, para completar los procesos que lleven al aprovechamiento de los efluentes cloacales para producir biocombustibles avanzados y disminuir los costos de los tratamientos de los desechos”.
Como parte del desarrollo realizado, Explora se vinculó inicialmente con AySA para conseguir la materia prima necesaria y realizó la primera inversión al montar un laboratorio que logró convertir grasa recuperada de efluentes cloacales en biodiesel de máxima calidad. El proceso, al que se denominó Raupe (Renewable Advanced Unique Premium Energy), contó con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y se articuló junto a la Universidad Nacional de General Sarmiento para trabajar de manera conjunta una de las tres etapas del proyecto.
En este marco, la compañía invirtió 5 millones de dólares en una planta industrial de desacidificación que, mientras tanto, ya produjo 12.000 toneladas de aceite residual desacidificado que fueron exportadas desde el Complejo Industrial ubicado en Puerto General San Martín, en Santa Fe, principalmente a Gran Bretaña, Holanda, España, Bulgaria y Brasil, en donde ese material se utiliza como biocombustible avanzado, como insumo para aplicaciones de especialidad química y como materia prima para producción de biodiesel de segunda generación.
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“Nosotros les propusimos a las autoridades aprovechar los efluentes cloacales para generar divisas por la exportación del biocombustible que se genere y, al mismo tiempo, que se reduzcan los costos para el tratamiento de esos desechos. Además, todo el proceso reduce hasta un 90 por ciento de emisiones G.E.I.”, agregó Boerr.