Salones, catering, fotógrafos, ambientadores, DJ, empresas de iluminación y sonido, músicos o bandas contratadas, floristas, maquilladoras, bartenders, mozos, alquiler de mobiliarios, diseñadores de vestidos de fiestas, venta de trajes, fletes y remises, etc. Detrás de un evento se moviliza mucha gente. Para ser exactos, la actividad genera un millón de puestos de trabajo en todo el país. Sin embargo, desde marzo del 2020 el rubro cayó a cero y tratan de recuperarse a como dé lugar.
Las empresas de catering empezaron a hacer delivery, las barras comenzaron a hacer cocteles a domicilio. La cuestión es sobrevivir o quebrar económicamente. Y así llegaron las "trampas". En primavera del año pasado, cuando los permisos fueron más laxos, los organizadores comenzaron a hacer algunos eventos. Juan Pablo Amarante, miembro de la Comisión Directiva Asociación de Eventos de la República Argentina, habló con PERFIL y admitió: “Siempre al límite de lo legal, pero empezamos a hacer algo”.
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“Generalmente, los vacíos legales lo que hacen es que mucha gente se acomode en ese vacío. Muchos optan por habilitar el salón como gastronómico. Y si les dan para meter cien personas, hacen un casamiento de cien personas. Y te dicen ‘son cien personas que vinieron a comer’. Entonces, todo como que se lleva al límite de lo legal”, explayó. La clave es el aforo que le dan a cada lugar según su capacidad, y entonces, hacen un evento sin baile para la cantidad de personas habilitadas. “Lo que estamos haciendo es tratar de cumplir los compromisos y sacarnos de encima a la gente. No estamos proyectando eventos de modo prepandémico”, manifestó Amarante.
Crisis sin piso por la pandemia de coronavirus
La planificadora de eventos, Karina Micieli, contó que tenían fiestas de 15 programadas y que por la pandemia nunca pudieron hacerla y esas chicas ya tienen 17 años. Familia a la que le devolvió la plata por no poder cumplir con el festejo pautado. Y agregó “tengo una pareja que suspendió tres veces la fiesta y en el medio se le murieron tres abuelos”.
Numerosas son las historias de celebraciones que no fueron, y en el medio, cayeron muchas Pymes y trabajadores independientes. Como detallan desde la Asociación de Eventos de la República Argentina “de cada cien salones de fiesta, 70 cerraron”. La mayoría fueron salones pequeños y de festejos infantiles, sobre todo los que no son propietarios del local y alquilaban.
Los pocos que siguen en pie están con facturación negativa y tuvieron que achicar estructura o vender lo que tienen para subsistir. Sin embargo, la incertidumbre sigue en pie y no pueden planificar, prever ni tomar decisiones. “Este es un rubro que está muy golpeado. La carga impositiva es muy alta. Tratamos de sostener el negocio por las 14 familias que aún dependen de nosotros.”, expresó Martín Artesiano, dueño de una empresa de alquiler de vajillas.
Un reclamo silencioso de los organizadores de eventos
Todos los entrevistados coincidieron en que se sienten invisibles al gobierno. Formaron un grupo autogestionado de plannings y empresas de eventos en Telegram donde hay más de 500 integrantes. Por su parte, desde la Asociación de Eventos de la República Argentina indicaron que en reiteradas oportunidades dialogaron con el ministro de Desarrollo Económico y Producción, José Luis Giusti, y con integrantes de su equipo que “los escuchan, les dicen lo que quieren escuchar, y después no pasa nada”.
Por el momento apuestan al reclamo pacífico. Insisten en la necesidad de normas claras, de ayudas económicas como créditos a tasa cero y en la apertura de eventos de todo tipo tanto para reactivar sus empresas como para combatir las fiestas clandestinas. La pandemia cambió las rutinas, la forma de realizar reuniones y... ¿Aquellos que no se adaptaron, quedaron fuera del circuito productivo?
CP