Mientras el gobierno de Alberto Fernández frena la exportación de carne con el argumento de intentar desacoplar los precios domésticos de los internacionales, la inflación sigue golpeando la economía familiar. En abril, una familia tipo de cuatro integrantes necesitó tener ingresos por $62.958 para no ser pobre. En tanto, esa misma familia necesitó ganar al menos $26.677 para no ser indigente, en un país donde el salario mínimo vital y móvil es de apenas $29.160.
La canasta básica total (CBT), que mide alimentos más transporte, gastos médicos, educación, e indumentaria, tuvo un incremento de 3,4% con respecto al mes anterior, mientras que la canasta básica alimentaria (CBA) subió un 3,9%. En marzo, una familia tipo había necesitado ganar $25.685 para pagar la canasta básica alimentaria y no caer bajo la línea de indigencia, en tanto que ese monto se había elevado a $60.874 para cubrir la canasta básica total y, por lo tanto, no ser pobre.
Una familia tipo necesitó ganar en marzo más de $60.000 para no ser pobre
Mientras la canasta alimentaria se determina tomando en cuenta los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles para que un varón adulto, entre 30 y 60 años, de actividad moderada, cubra durante un mes sus necesidades; la canasta básica total amplia la alimentaria y toma en cuenta los bienes y servicios no alimentarios, como transporte, salud, educación.
El umbral para que una familia de cinco integrantes no caiga bajo la línea de la pobreza sube los $66.217, mientras que para no ser indigente esa familia con tres hijos necesita ganar $28.058.
El valor de la CBA es utilizado en la Argentina, con fines estadísticos, como referencia para establecer la línea de indigencia (LI), comúnmente conocida como pobreza extrema. El concepto de línea de indigencia procura establecer si los hogares cuentan con ingresos suficientes para cubrir una canasta básica de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas.