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datos oficiales sobre la oferta a nivel nacional

El Jardín de Infantes, asignatura pendiente del sistema educativo

La ley argentina establece su obligatoriedad a partir de los cuatro años, pero en todo el país unos 600 mil chicos de 3 y 4 años no tienen vacantes en los primeros escalones del nivel inicial.

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La polémica por el cambio del sistema de inscripción en las escuelas porteñas, que ahora está “on line”, puso de manifiesto mucho más que la falta de vacantes. Permite reflexionar sobre una deuda pendiente que tiene la Argentina con la primera infancia, los niños menores de 5 años, y con las mamás trabajadoras.

Según datos del Censo 2010, hay por lo menos 600.000 niños de 3 y 4 años en todo el país que no tienen lugar en jardines de infantes y, aunque para la ley argentina el nivel inicial hasta las 4 años no es obligatorio, hay consenso internacional acerca de lo favorable que puede ser para la formación y el crecimiento de un niño su asistencia a escuelas desde muy pequeños, sobre todo para quienes provienen de las familias más humildes.

La Ciudad de Buenos Aires es el distrito que tiene mayor cobertura en esa franja de edad: 83,5%. Aún 10.496 chicos de 3 años están afuera, (ver cuadro) pero el gobierno porteño asegura que en el 2015 tendrán cubierto la totalidad de esa franja. Ana María Ravaglia, viceministra de Educación de la Ciudad, aseguró que avanzan “a pasos agigantados”: la cobertura de la matrícula de inicial creció 7.4% en la ciudad en sólo un año, entre 2013 y 2014.

La provincia de Buenos Aires es la que le sigue, con el 67,8% de cobertura, pero como allí los números de matrícula son enormes, están aún fuera de los jardines 163.736 niños de 3 y 4 años.

Todos a la escuela. “En la primera infancia hay una deuda fuerte y muy antigua con los de 2, 3 y los bebés. Hace mucho venimos luchando para que se de visibilidad a este problema. En Ciudad siempre se tuvo un porcentaje más alto que el resto del país, pero claro que también esa cobertura corre en altos porcentajes por cuenta del sector privado y también hay un montón de oferta ligada a la acción social, que no puede ser considerada educativa. Yo creo que se podría avanzar en proyectos, como tiene Colombia con (su proyecto) “de 0 a siempre”, que tiene aspectos para imitar. Por ejemplo, se podría crear al menos una Escuela Infantil por comuna, que sea un modelo de educación integral de calidad para niños de 45 días a 5 años”, dijo Mercedes Mayol Lassalle, Presidenta de Argentina para la Organización Mundial para la Educación. Pero, ¿todos los niños tienen que ir a la escuela desde pequeños? Depende del contexto, de si viven en una Ciudad o en el campo y, sobre todo, de la familia, señalan los especialistas. “La vida cambió, las mamás trabajan, no tienen ayuda de familiares. Los niños necesitan estímulo, canciones, materiales, estar con otros chicos, para poder crecer. No es obligatorio que un niño de un año esté en el jardín, depende del contexto. Pero a los 2 ya hay consenso de que es lo mejor para que se socialice y aprenda”, dijo la especialista. (En materia de experiencias internacionales, Mayor Lassalle señaló a Cuba, Chile y Uruguay como países que desarrollaron experiencias a mirar. Y, por supuesto, Suecia que tiene jardines maternales que funcionan todo el año en horario extendido y aseguran a los papás y las mamás que puedan ir a trabajar).

Los chicos no crecen solos. En relación a la polémica por la falta de vacantes, Mayol Lasalle opinó: “Esto que pasó en la Ciudad nos dio un diagnóstico certero porque además no hay estadísticas oficiales sobre el tema. Ahora hay que asumir este problema, que no es de (Mauricio) Macri sólo, sino de todos los argentinos que creen que un chico se desarrolla solo, se cree que el chico crece igual, pero no es así”, dijo. Investigaciones, sobre las que ya hay consenso, desde las neurociencias afirman que resulta fundamental la estimulación temprana antes de los 3 años, sobre todo en familias con pocos recursos socioeconómicos. Y que de esa estimulación temprana depende la posibilidad de poder aprender en el futuro. “Hay familias que optan por no escolarizar a los niños o lo hacen en caso de necesidad. Aquí los avances de las neurociencias no impregnan el sentido común de las familias”, advierte el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina en un documento del 2010.

Pocas estadísticas y baja inversión. La carencia de información oficial sobre la escolarización de niños de menos de 5 años en las estadísticas educativas “constituye un dato en sí mismo, ya que expresa la tendencia histórica que ha sido no considerar a la educación de la infancia temprana parte del sistema”, indicó la investigadora Liliana Ferro en un documento de análisis sobre el nivel inicial publicado por la Escuela de Capacitación Marina Vilte, del sindicato docente CTERA. Ese mismo texto, se considera significativo que “la inversión estatal por alumno en educación inicial sistemáticamente se sitúe por debajo de la de nivel primario”. En 2006 la inversión por alumno en educación primaria fue en promedio del 29% superior a la de educación inicial, pese a que la universalidad de la sala de 4 es un objetivo de las políticas educativas desde hace ya diez años en Argentina, y hacerlo realidad implica nueva infraestructura y contratación de docentes.

Por las provincias. La provincia de Buenos Aires tiene una historia rica en materia de desarrollo de educación inicial y colocó en la Ley provincial la obligatoriedad de la sala de 4, pero con su numerosa matrícula presenta “uno de los panoramas más críticos, ya que les falta mucho para universalizar”, señaló Mayol. “Las dos leyes, la de (Eduardo) Duhalde – (Graciela) Giannetasio, que planteaba llegar al 100% de la cobertura de la sala de 5 en 1998, y la de (Daniel) Scioli y (Adriana) Puiggrós que propuso la obligatoriedad para sala de 4 y 5 fueron incumplidas”, aseguró Carlos Cebey, coordinador del Foro de Consejeros Escolares radicales bonaerenses. “Ni en la Ciudad de La Plata se da respuesta a la demanda”, apuntó Fabiana Berardi, Secretaria General del sindicato docente moyanista UDOCBA en la capital provincial. Ella es vicedirectora hace 14 años del Jardín de Infantes 928 del barrio San Carlos, La Plata, y “todos los años hay 90 pibes de excedente en sala de 3 y unos 40 en sala de 4, se repite el número año a año”, declaró a PERFIL.

Tucumán, Formosa y Misiones son las provincias argentinas que menos cobertura de nivel inicial tienen. Entre los niños de 3 y 4 años, cubren sólo el 30.2, 26.8 y 25.6% respectivamente. Entre las provincias que más avanzaron, aparece en tercer lugar a nivel nacional Tierra del Fuego, con 64.9% de cobertura, luego Santa Fe, con 60.9 y Córdoba con 57.2%. Esa provincia, cuyo ministro de Educación hace ya dos gestiones es el ex sindicalista docente Walter Grahovac, tiene el desafío de la obligatoriedad de la sala de 4, a la que incorporó ya el 90% de los niños, según dijeron a PERFIL en la cartera educativa provincial.

 

Una amplia y antigua trayectoria pedagógica

Sarmiento fue quien propuso un primer modelo educativo para los más pequeños, cuando relata, en Educación Popular (1848), la experiencia de las cunas públicas y las salas de asilo en Francia. Ya entonces hablaba del objetivo pedagógico de esos modelos. Y lo hizo con terminología que hay que leer teniendo en cuenta el contexto de la época, cuando la educación era pensada como un modo de disciplinar. Esos proyectos educativos para la primera infancia tenían el objetivo de “modificar el carácter, disciplinar la inteligencia para prepararla para la instrucción y empezar a formar hábitos de trabajo, de atención, de orden y de sumisión voluntaria”.

El nivel inicial, escuelas para niños desde los 45 días y hasta los 5 años inclusive, nació en la Argentina como producto de una tensión —que continúa casi hasta estos días— entre las ideas de cuidado y asistencia que se da en las “guarderías” y el de educación y estímulo que se ofrece en las escuelas infantiles o jardines maternales y de infantes.

La historia del nivel inicial es construida por mujeres. Fue Juana Manso, educadora y escritora, quien fundó en 1870 el primer jardín de infantes subvencionado por la Ciudad de Buenos Aires, en el que introdujo el método “froebeliano”, pedagogía que encuentra fundamento en las actividades del aula. Manso planteó la importancia de la educación mixta, de los jardines de infantes, del aprendizaje placentero y del recreo. En 1897 comenzó a funcionar, también en Capital, la Escuela Especial de Profesorado en Kindergarten, dirigida por Sara Eccleston, que formó a cientos de maestras jardineras.

En los ’60 se inicia la experiencia “escolanovista” en los jardines y allí surge una gran maestra, Hebe San Martin de Duprat, quien trabajó en el sistema de Educación Inicial de la provincia de Buenos Aires y creó la Licenciatura de la temática en la Universidad Nacional de Luján.
Uno de sus trabajos más recordados fue “Bichito de Luz”, el Centro de Acción Familiar ubicado en la Villa 31.

Terminó convirtiendo a la guardería en un jardín maternal, con un trabajo de vanguardia para la época: equipos pedagógicos, grupos terapéuticos para las familias, participación de psicólogos y psicopedagogos, pareja pedagógica en el aula, entre otros avances interrumpidos bruscamente con el golpe militar del 76.