No es Tinder, pero las fotos de Rambo, Rocky, Ciro o Toto aparecen en un sitio web después de la pregunta: “¿Estás buscando el amor de tu vida? Encontralo aquí…”. A ellos los unen, al menos, dos cosas: una es que esperan ser adoptados y otra es que son negros. Aunque cueste creer, tanto en Argentina como en otros países, el hecho de ser un animal negro es un motivo para que las personas duden en elegirlos. “Probablemente en una camada de diferentes colores los negros sean los últimos en ser adoptados, pero no es que no se adopten”, aclara Sergio Moragues, de Relaciones Institucionales de El Campito Refugio.
Este fenómeno se conoce como el síndrome del perro negro. Justamente, la médica veterinaria Marina Belliard y directora del Hospital Escuela Veterinario San Francisco de Asís, Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias, Universidad del Salvador (USAL), lo define como esa “dificultad que tienen los perros de este color de ser aceptados por las personas”. Agrega que “en muchas situaciones, la problemática es la ‘extrema subadopción de los perros negros’ con respecto a perros de otros colores”.
Hablame de causas. “Es imposible de comprender. Desconozco las causas. Ojalá lo supiera, porque de ser así podría buscar soluciones”, cuenta a PERFIL Laura Rama, fundadora y responsable de la Fundación Viva la Vida. “Es algo que sabemos que ocurre, que nos pasa a todos los que damos perros y gatos en adopción y tengo entendido, aunque no lo he confirmado, que también pasa con los perros de raza”, reconoce.
Belliard, por su parte, explica que existen diversas teorías sobre el tema. Una de ellas es la biológica. “Debido al tono de su pelo, absorbe la luz y es más difícil verles la expresión de la cara o de los ojos. También está asociado culturalmente a que los perros de este color son más agresivos, temperamentales o intimidantes, sumado a las tradiciones urbanas que refuerzan este mito asociando este estereotipo ‘con el mal’: en la mitología y el folclore, los perros negros se representan regularmente como guardianes del inframundo”.
Estos supuestos, considera la veterinaria, se han visto agravados por la literatura o el cine, que han reforzado esta creencia. Además, la profesional de la USAL argumenta que también “desde la psicología humana, a la hora de elegir, nuestro cerebro, en la mayoría de los casos, inconscientemente rechaza el negro frente a los perros blancos, por ejemplo, un color que trasmite paz y pureza”.
En cuanto a lo estrictamente profesional, Belliard considera importante destacar que “desde el punto de vista médico, los perros negros no tienen estadísticamente más patologías o problemas de salud, o más problemas de comportamiento. Podemos decir que hay diversas patologías caninas heredables y que están ligadas particularmente a ciertas razas caninas y a otras causas que nada tienen que ver con el color del pelaje negro”, explica. Es más, “si hablamos de las enfermedades de la piel, como dato de interés existen estudios que demuestran que hay mayor riesgo de padecer carcinomas en la piel en los animales que presentan pelajes blancos. Esta información es importante para aplicar medidas de alerta temprana a la exposición crónica de radiación solar, seguir los consejos veterinarios y realizar consultas de medicina preventiva”.
Misma preocupación. Esta situación también pasa en otros países. Al respecto, Belliard agrega que este síndrome del perro negro genera un impacto en los refugios, que testifican “que los perros negros de mayor tamaño tienden a permanecer en el refugio aún más tiempo que los perros más pequeños y de color más claro”, como es el caso de Betún (que ahora, a sus 11 años, tiene un posible adoptante).
Desde Chile, Patricia Manríquez, del Refugio Francisco de Asís, cuenta a PERFIL que “efectivamente son los que más cuesta dar. De hecho, tenemos algunos que los he recogido de muy pequeños y sus hermanos han sido café o blancos, y solo adoptan a esos. Tengo una gran cantidad que he rescatado con la ilusión de que se irán y aquí están. Incluso por las calles se ven muchos, y en su gran mayoría son negritos”. Es más, desde el refugio expresan que “hay rescatistas que no recogen perritos negros porque saben que hay un 90% de probabilidades de que no se irán. Lamentablemente es así”.
Los consultados desconocían si hubo o hay alguna campaña o estudio sobre esta situación, tanto en Argentina como en Chile. A partir de su experiencia, Manríquez cuenta que, al no haber campañas para que se adopten perros negros, cada rescatista le pone más énfasis para que se los adopte. “Yo los publico una y mil veces. Te pongo un ejemplo, si publico un perro negro y lo comparto, con suerte consigue expresiones como ‘pobrecito, ojalá lo adopten’, pero si publico un perro claro o de raza me llegan cantidades de formularios diciéndome que tienen espacios y amor, pero para los negritos no hay espacio, no hay amor”.
Entre los pocos estudios, está el de la Universidad British Columbia, en el que un grupo de psicólogos pidió a las personas que dieran un puntaje (de 1 a 7) a diferentes fotografías de perros de diferentes colores. Aquellos de color negro obtuvieron una media de 4 puntos.
Como algunas personas consideran que los animales de color negro son difíciles de fotografiar, el fotógrafo Fred Levy impulsó The Black Dogs Project. Esta campaña tenía como denominador común los perros negros, acompañada de la historia de estos animales y hace cuánto que esperaban formar parte de un hogar.
Por su parte, desde el área de Mascotas de la Secretaría de Ambiente porteña mencionan que “se trabaja en la promoción de la adopción responsable de mascotas tanto en perros como en gatos, sin distinción de su apariencia. En ambos casos, se fomenta la importancia de adoptar de manera responsable animales adultos, que son los que más tiempo pasan en lugares de tránsito o refugios, y merecen una familia que les brinde un hogar y cuidados para toda la vida”.
Para concluir, Belliard recuerda que “los perros negros son tan saludables y adorables como cualquier otro perro, y si no son adoptados es por razones injustificables. Adoptar un perro negro puede ser tan gratificante como adoptar cualquier otro perro, y es importante promover la diversidad en la adopción canina. Difundamos esta información más allá de las impresiones ‘humanas’, sin prejuicios, solo buscando esa mirada recíproca ‘humano-animal’, que será central en la comunicación y la formación de este vínculo para toda la vida”.
Un problema de fotogenia
* Mauricio Garín, Reportero gráfico.
Tomar fotos a animales de tonos negros o blancos representa dificultades a la hora de los resultados en la exposición.
Ocurre lo siguiente: con tonos negros, el contexto del animal suele quedar más claro. La imagen queda como quemada, lo que se denomina en la fotografía la sobreexposición.
Técnicamente es así: las cámaras de fotos de los celulares tienen un punto donde enfocan. Y también donde miden la luz (en los celulares es un círculo). Eso hace que, al ser un tono oscuro, midan la luz para ese tono y no para el resto de la composición (el contexto).
En las cámaras de fotos tradicionales se puede conseguir un mayor equilibrio en la exposición de la fotografía usando el modo de medición de luz matricial (el punto de enfoque mide la luz en varias partes del encuadre y hace un promedio).
Otro método para lograr una buena foto es colocar el punto de enfoque en una zona que abarque parte del negro y parte del contexto.
También para obtener que la foto salga bien expuesta es necesario medir la exposición en modo manual. Se mide la luz del contexto y el tono negro se adapta.
Otro animal difícil para lograr ese equilibrio en la exposición de una foto es el vacuno Aberdeen Angus. Su pelaje oscuro hace que la fotografía quede más clara en el contexto que es tomada.