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Primarias

El rompecabezas electoral chileno

Hoy Chile inicia su camino a las elecciones presidenciales. La izquierda intenta que el proceso no se convierta en una guerra interna, mientras que la derecha, que renunció a participar de estos comicios, se arriesga a perder la potencia que tiene en las encuestas.

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Chile vive las primarias de elecciones presidenciales de 2025 como un tablero político que, más que un ajedrez, parece un rompecabezas cuyas piezas no terminan de encajar del todo. Mientras la derecha, que lidera con holgura en las encuestas, ha optado por una estrategia que desafía la lógica de la unidad al renunciar a las primarias, la izquierda, a pesar de su rezago en los sondeos, ha apostado por una primaria amplia y competitiva.

¿Qué implicancias tiene esta disparidad estratégica? ¿Qué le depara a Evelyn Matthei, la favorita que sigue bajando en las preferencias? ¿Y qué sucedería si la candidata comunista se impone en las primarias oficialistas?

La decisión de la derecha de no celebrar primarias internas, justificándose en la falta de acuerdo con republicanos y libertarios, es un gambito arriesgado que revela fisuras profundas. Matthei, la candidata de Chile Vamos, se vio obligada a adelantar su campaña presidencial para frenar la caída que ha registrado en las encuestas.

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Mientras tanto, el pacto entre republicanos, nacional libertarios y socialcristianos, autodenominado Nueva Derecha para Cambiar Chile, le ha permitido capturar al electorado más conservador. José Antonio Kast, en su tercera carrera presidencial, y Johannes Kaiser, con un estilo libertario que evoca a Milei, competirán por el mismo votante, amenazando con fragmentar aún más sus apoyos. La inclusión de Francesca Muñoz, con su base ultraconservadora, añade un elemento marginal, pero que suma ruido a un sector que parece olvidar los errores de fragmentación de 2021, cuando la suma de votos no bastó para la victoria en el balotaje.

En contraste, la izquierda ha abrazado una unidad que, si bien estratégica, se percibe tensionada. Las primarias de este 29 de junio contarán con un abanico diverso de precandidatos: Carolina Tohá (PPD), con su perfil moderado y experiencia de gestión; Jeannette Jara (PC), cuyo carisma y logros tangibles en el Ministerio del Trabajo le otorgan credenciales sólidas; y Gonzalo Winter (Frente Amplio), representando el ala más ligada a los orígenes del gobierno. Esta apuesta busca generar una narrativa de competencia democrática que movilice al electorado progresista, cuya participación será vital en un contexto de voto obligatorio. Sin embargo, el desafío es mayúsculo: las encuestas recientes reflejan una reconfiguración en la derecha, con José Antonio Kast (17%) superando a Evelyn Matthei (16%) en intención de voto espontáneo, mientras que en la primaria oficialista, Jeannette Jara ha logrado superar levemente a Carolina Tohá.

Desafíos del progresismo. La primaria oficialista, aunque arriesgada por las posibles fricciones internas y la exposición de debilidades, podría fortalecer al ganador al otorgarle visibilidad y una legitimidad democrática robusta. Un triunfo exitoso podría posicionar al candidato progresista como una opción competitiva en primera vuelta, especialmente si logra captar al centro. Sin embargo, la pregunta crucial se instala: ¿qué ocurriría si Jeannette Jara, del Partido Comunista, se impone sobre Tohá, la candidata del Socialismo Democrático? Jara es, por mérito de su gestión, la candidata más fuerte del oficialismo. Su labor en Trabajo, con la Ley de 40 Horas y el aumento del salario mínimo, le otorga logros concretos. Su carisma, comparado por algunos con Michelle Bachelet, y su capacidad de conexión con la ciudadanía la hacen una contendora formidable.

No obstante, su militancia comunista representa un arma de doble filo. En un país donde el anticomunismo sigue siendo un factor electoral relevante, una victoria de Jara en las primarias podría polarizar el escenario. Esto se hizo evidente con la reciente controversia generada por el académico Óscar Landerretche, quien, en una sincera reflexión, puso en duda el apoyo a un eventual candidato del partido del presidente, argumentando una falta de garantías sobre el rechazo a la violencia si el próximo gobierno fuera de derecha.

Si Jara triunfa, el oficialismo podría consolidar a su base más progresista, pero arriesgaría perder al votante de centro que Tohá, con su perfil moderado, atrae con mayor facilidad. Las encuestas muestran que Tohá supera a Kast y Kaiser en escenarios de segunda vuelta, mientras que Matthei la derrota cómodamente. Por lo tanto, la candidata comunista enfrenta el desafío de superar el estigma ideológico, un camino que, al no considerar la renuncia a su partido, se complejiza. Su victoria en primarias podría galvanizar a la izquierda, pero también daría a la derecha un discurso simplificado y poderoso: “Chile no quiere comunismo”. Matthei, con su narrativa de seguridad y estabilidad, podría capitalizar este temor para atraer al centro y a parte de la centroderecha que duda entre ella y Kast.

Favorita de derecha, ahora menos favorita. Matthei, la gran favorita hasta hace poco, enfrenta un camino lleno de paradojas. Su liderazgo en las encuestas, si bien indiscutible durante meses, ha mostrado un reciente descenso al ser superada por Kast (17% vs. 16%), lo que refleja errores estratégicos y un desorden interno en Chile Vamos. La ausencia de primarias, si bien le evita un desgaste inmediato, la priva de una plataforma de exposición mediática que la izquierda está aprovechando. Como señaló un observador agudo en X, ceder este espacio a la izquierda es “la peor movida política de los últimos tiempos”.

En primera vuelta, Matthei probablemente liderará, pero difícilmente alcanzará el 50% necesario para evitar el balotaje. La fragmentación de la derecha, con Kast y Kaiser compitiendo por el voto conservador, podría beneficiar a la izquierda si esta logra unificar su apoyo tras las primarias. En segunda vuelta, Matthei hoy es la más competitiva contra cualquier candidato oficialista, pero su éxito dependerá de su capacidad para atraer al centro sin alienar a la base de Chile Vamos.

Si Jara gana las primarias, Matthei tendría un escenario favorable para polarizar la elección, presentándose como la candidata de la moderación frente al “peligro comunista”. Sin embargo, si Tohá emerge como la candidata oficialista, la contienda será más reñida: Tohá podría captar al votante moderado que Matthei necesita para asegurar la victoria. En ambos casos, la dispersión de la derecha en primera vuelta podría costarle cara si Kast o Kaiser logran un desempeño sorpresivo, drenando votos que Matthei necesitará desesperadamente en el balotaje.

La derecha, al renunciar a las primarias, ha apostado por la fragmentación, confiando en que su ventaja actual en las encuestas se traducirá en votos. Pero esta estrategia subestima el poder de una izquierda unida y movilizada, especialmente en un contexto de voto obligatorio que podría aumentar la participación progresista. Chile Vamos parece no haber aprendido la lección de 2021, cuando la división le costó La Moneda. Republicanos y libertarios, por su parte, arriesgan diluir su influencia al competir por el mismo nicho, en lugar de negociar una candidatura única que desafíe a Matthei con mayor contundencia.

La izquierda, en su apuesta por la unidad a través de primarias, enfrenta el desafío de evitar que este proceso se convierta en una guerra interna que debilite al ganador. La elección entre Jara y Tohá será un termómetro clave: si el oficialismo logra proyectar una narrativa de renovación y cohesión sin perder al centro, podría sorprender en noviembre. Pero si las primarias exacerban las divisiones entre el PC, el Frente Amplio y el Socialismo Democrático, la derecha, a pesar de sus errores, podría capitalizar la desunión, una receta probada para el éxito.

El panorama es incierto. Matthei, quien ha visto su liderazgo en la derecha desafiado por Kast, enfrenta problemas de cohesión y estrategia que podrían complicar su camino. La izquierda, rezagada en los sondeos, tiene en sus primarias una oportunidad de oro para revitalizarse y unificar fuerzas, pero el resultado dependerá críticamente de quién emerja como su candidata. Si Jeannette Jara triunfa, la elección se polarizará intensamente, lo que podría dar a Matthei una ventaja discursiva al presentarse como la opción de la moderación, pero también arriesgaría una movilización progresista masiva. Si Carolina Tohá prevalece, la contienda será más técnica, con el centro como el gran árbitro electoral.

Como dijo alguna vez Maquiavelo, la fortuna favorece a los audaces, pero castiga a los desorganizados. En 2025, Chile será testigo de esta máxima. ¿Quién sabrá leer mejor el momento y armar coherentemente su rompecabezas electoral? La respuesta, por ahora, flota en el aire de una contienda que promete ser memorable.

*Director Consulting.