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Exportar más y mejor, llave maestra para salir de la crisis

Más allá del resultado electoral, hay un elemento en la agenda que viene que no puede ser soslayado: vender los productos argentinos al mundo es la única manera de conseguir los dólares que necesita la economía del país.

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Aumento. Se necesita un aumento constante de las exportaciones para romper la restricción externa de una economía que necesita de dólares para un funcionamiento eficiente. | cedoc

Argentina atraviesa hoy una situación crítica en la que, como tantas veces en su historia, su capacidad de venderle al mundo se ofrece como la llave maestra de cualquier programa económico que aspire a recuperar su autonomía de decisión y, a la vez, posibilite la puesta en marcha de un esquema que beneficie a los sectores más vulnerables.

El potencial de crecimiento argentino lleva años contenido por una carencia crónica, la falta de divisas. El masivo endeudamiento contraído en los últimos años obligará al próximo gobierno a generar un abultado superávit comercial externo para afrontar ya no solo el pago de importaciones y la remisión de utilidades, sino también los elevados servicios de la deuda externa.

En los últimos 12 meses, Argentina obtuvo un saldo positivo en su comercio exterior a fuerza de una grave crisis. Desde finales de 2017, la economía se contrajo más de un 6%, reduciendo significativamente las importaciones.

Recuperar la senda del crecimiento económico en el contexto de la restricción externa demandará una estrategia que permita sostener el saldo comercial sin incurrir en las tradicionales recetas de ajuste.

Desafíos. El desafío exportador argentino es sencillo de dimensionar: históricamente, por cada punto porcentual de crecimiento económico las importaciones suelen aumentar unos 3,5 puntos porcentuales.

De esta manera, el ritmo y la magnitud de la recuperación económica determinarán la dimensión del desafío que enfrenta Argentina en términos de aumento de sus exportaciones.

Según dos escenarios alternativos, el país puede experimentar una recuperación modesta –como estima el FMI– que la devuelva recién en 2022 a los niveles de actividad de 2015, o una recuperación más acelerada, a una tasa del 3% anual, que lleve ya en 2021 el PBI a sus máximos históricos.

Bajo cada uno de estos escenarios, y para mantener el actual superávit comercial, Argentina debería aumentar sus exportaciones entre 17 mil y 25 mil millones de dólares en los próximos cuatro años. O sea, las ventas externas deberían crecer entre un 6% y un 9% anual respectivamente.

En las últimas tres décadas, Argentina solo logró dos veces que sus exportaciones crecieran más del 6% anual durante cuatro años: en 1993-1997, en el contexto de creación del Mercosur, y en 2003-2008, cuando la bonanza de precios internacionales posibilitó un elevado crecimiento e intercambio.

Punto de partida. En los últimos 12 meses, las ventas externas se ubicaron en torno a los 63 mil millones de dólares, es decir un 25% por debajo de los máximos históricos de 2011. La baja se explica en gran medida por la caída de los precios de exportación (70% del total), pero también por menos cantidades exportadas (30% del total). Los problemas de costos y competitividad local, la desaceleración y recesión en mercados de socios claves y la mayor agresividad de algunos competidores se sumaron a la tradicional vulnerabilidad argentina frente a los vaivenes de precios internacionales.

Descartado un nuevo shock positivo de los términos del intercambio, se hace evidente que no bastará con recuperar el terreno perdido en mercados y productos específicos para alcanzar el salto exportador requerido.

Proteccionismo y desaceleración global. Argentina deberá lidiar con un complejo panorama global en el que las tendencias proteccionistas se han incrementado ante el drástico cambio en la política comercial de Estados Unidos y su guerra comercial con China. Según la OMC, el mundo enfrenta un panorama de restricciones comerciales crecientes en los últimos años. Por si fuera poco, los riesgos de desaceleración de la economía global se han incrementado.

El patrón de socios comerciales de Argentina plantea desafíos claros. El 35% de las ventas externas del país se orienta hacia América Latina, cuyas dos mayores economías, Brasil y México, hoy están perdiendo empuje.

De hecho, las menores ventas argentinas hacia la región explican más del 57% de la caída de las exportaciones de bienes desde 2011. La baja afecta no solo al Mercosur, sino también las ventas hacia la Alianza del Pacífico.

Las malas perspectivas que enfrentan los socios tradicionales del país no se limitan a América Latina. También Europa, Estados Unidos y China ven revisadas a la baja sus perspectivas de crecimiento.

Complejos productivos. Los productos basados en recursos naturales, en particular los vinculados a la agroindustria, explican un 60% de la oferta exportable argentina. Agregar valor e incorporar mejores prácticas productivas y tecnológicas en los diversos eslabones de las cadenas de valor constituye una oportunidad para mejorar volúmenes y precios de exportación.

A Argentina también se le abren hoy importantes oportunidades para incrementar sus capacidades de exportación en otras actividades con base en recursos naturales, como es el caso de los complejos petrolero, minero y pesquero, entre otros.

El gran potencial de explotación de hidrocarburos no convencionales permite imaginar que por medio de un esquema de políticas adecuado se garantice el crecimiento de la producción y un salto exportador. El desarrollo de infraestructura de transporte y nuevas capacidades en petroquímica podrían hacer valiosos aportes al crecimiento de las ventas externas.

Las producciones de base minera ocupan también un rol destacado dentro de las exportaciones nacionales, en la que se destaca la minería metalífera (oro, plata y cobre). De cara al futuro, el litio es un recurso clave. Los estímulos para incrementar la producción y la agregación de valor local deberán acompañarse de esfuerzos tecnológicos para minimizar los impactos y riesgos ambientales.

La situación de las manufacturas de origen industrial es diferente a la de las exportaciones basadas en recursos naturales. En los últimos años, su contracción se debe más a la pérdida de mercados y a la reducción de cantidades exportadas que a la evolución de los precios.

En el caso automotor, el segundo complejo exportador de mayor relevancia del país, la crisis de la economía brasileña, a corto plazo, y el bajo contenido local de la producción imponen repensar cómo se inserta globalmente ese complejo.

En otros casos, como el de las exportaciones de medicamentos, maquinaria y metalurgia, la recuperación de mercados y la adecuación de la industria a los nuevos desafíos tecnológicos es fundamental.

Por fin, el comercio exterior de servicios muestra también oportunidades significativas. Los servicios basados en conocimiento tienen en nuestros recursos humanos de alta calificación un motor de competitividad fundamental. Por la misma razón, el desarrollo de estas exportaciones requiere revertir, ante todo, la reciente decadencia de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación.

Promoción de exportaciones. Dada la magnitud y la importancia de todos estos desafíos, antes que la adopción de medidas aisladas urge desarrollar una estrategia de política integral para la promoción de exportaciones.

La revisión de algunos de los esquemas de regulación e imposición del comercio exterior en vistas de garantizar su consistencia, el desarrollo de una política tecnológica y de innovación orientada a la internacionalización productiva, la puesta en funcionamiento de nuevos y más potentes instrumentos de financiamiento y la modernización de las herramientas de promoción comercial son algunos de los aspectos a considerar.

Por otra parte, las perspectivas económicas de los principales socios del país plantean la necesidad de desarrollar nuevos mercados, con una nueva agenda de negociaciones y acuerdos con economías de mayor dinamismo económico.

Aun bajo las anteriores premisas, en el actual contexto no puede descontarse el éxito de la estrategia. Por este motivo, se impone trabajar en paralelo sobre otros aspectos que permitan reducir las necesidades de divisas sin afectar la competitividad de la economía. Tal es el caso, por ejemplo, de la sustitución selectiva de importaciones, la articulación de una estrategia sustentable para la deuda externa, la promoción de la inversión extranjera directa de perfil exportador y la creación de mecanismos de ahorro en moneda local.

No hay fórmulas mágicas. Recuperar el crecimiento económico requerirá de más y mejores exportaciones.

*Presidente Fundación Embajada Abierta.