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Desafío global

La Intrincada Red de Financiamiento de Hamas

Desmantelar las estructuras de apoyo económico a grupos terroristas requiere vigilancia financiera, cooperación internacional y compromiso político.

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Desafío global. | cedoc

En el complejo escenario internacional de hoy, el financiamiento del terrorismo se erige como uno de los desafíos más intrincados para la estabilidad y seguridad global. En tiempos recientes, este tema ha saltado a las primeras planas, evidenciando un creciente interés público en una problemática que, hasta hace poco, parecía circunscrita a círculos de investigación académica y organismos de seguridad.

Desde una perspectiva argentina, con nuestra historia reciente de enfrentar el terrorismo en suelo propio, el análisis de estos desarrollos adquiere una resonancia particular. La reciente decisión de Estados Unidos de ofrecer una recompensa de hasta diez millones de dólares por información que conduzca a los financiadores de Hamas pone de manifiesto la seriedad con la que se aborda este flagelo y la importancia crítica de interceptar los flujos financieros que sostienen las operaciones terroristas. Este movimiento, sin duda, subraya la determinación internacional de combatir el terrorismo desde sus raíces financieras.

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La evolución de Hamas, desde su fundación en 1987 como un movimiento insurgente hasta convertirse en una entidad con fuertes ramificaciones políticas, militares y sociales, ilustra la complejidad del fenómeno del terrorismo y su financiación. Este crecimiento ha sido facilitado, en parte, por su capacidad para amalgamar activismo con asistencia social, ganándose el apoyo de sectores significativos de la población palestina, a la vez que emplea el terror como herramienta de influencia y control.

Los ataques coordinados del 7 de octubre representan un punto de inflexión en la estrategia de la organización, evidenciando no solo su capacidad operativa sino también las complejas redes de apoyo que facilitan sus acciones. Este día, marcado por actos de violencia sin precedentes, subraya la urgencia de abordar el financiamiento y apoyo que facilitan tales operaciones.

La financiación de Hamas es multifacética, abarcando desde contribuciones estatales hasta donaciones de simpatizantes, pasando por actividades económicas legales e ilegales o fuentes dentro de la franja de Gaza y la Autoridad Palestina (AP). Países como Irán y Qatar han sido señalados como principales patrocinadores financieros, brindando no solo recursos monetarios sino también apoyo logístico y político. 

El movimiento Hamas necesita enormes sumas de dinero para financiar sus actividades terroristas. Debido a que muchos países la designan como organización terrorista, y a que el sistema bancario global convencional no opera en la Franja de Gaza y es monitoreado por cuerpos de seguridad y agencias estatales e internacionales de aplicación de la ley, Hamas y las otras organizaciones terroristas en la Franja de Gaza (e Irán) se ven obligados a buscar métodos alternativos para transferir fondos a sus arcas.

Los líderes de Hamas, en colaboración con los iraníes, emplean varios canales para transferir fondos y poder financiar sus actividades terroristas en la Franja de Gaza y en Judea y Samaria; desarrollan sistemas de cambio de divisas, la gran mayoría en efectivo y también utilizando medios digitales como criptomonedas prácticamente no reguladas, transfiriendo a través de redes confidenciales. Sistemas que permiten a los dirigentes de Hamas del extranjero enviar dinero a los elementos de Hamas en el terreno.

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En este sentido, una gran parte del sistema de financiamiento opera desde casas de cambio ubicadas en distintos lugares de Oriente Medio. Diversos gobiernos han identificado personas y organizaciones que operan desde estos países enviando dinero a Hamas. A modo de ejemplo se puede mencionar el caso de las oficinas de Marwan Mahadi Salih al-Rawi –con sede central en Turquía– cuyas actividades y miembros se encuentran en el listado de terroristas sancionados y entidades que apoyan el terrorismo que fue publicada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos en 2019. Dos años más tarde, el propio gobierno turco anunció la confiscación de sus bienes, sospechoso de colaborar con la agrupación terrorista Estado Islámico. Recordemos que Hamas no es considerada una organización terrorista en Turquía.

Estos operativos no son sólo colaboradores, sino que en muchos casos se trata de altos mandos de la organización que trabajan desde el extranjero para procurar los fondos y su envío seguro a la Franja de Gaza. Tal es el caso de Zaher Jabarin, jefe del departamento financiero de Hamas y residente en Turquía, desde donde gestiona todos los ingresos de la organización procedentes de diversos países del mundo, especialmente aquellos provenientes de las Guardias Revolucionarias de Irán.

Existen además otros centros de financiamiento que operan con fines terroristas. Y tristemente, algunas organizaciones destinadas a la ayuda humanitaria en la región forman parte de ellos. 

En este sentido, la reciente denuncia por parte de Israel sobre la implicación de empleados de la Unrwa en el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas, agudiza las preocupaciones sobre cómo las organizaciones pueden ser cooptadas para fines nefastos. Esta acusación no sólo arroja luz sobre la complejidad del conflicto en Oriente Medio, sino que también revela la sofisticación de las redes de financiamiento que Hamas ha desarrollado para expandir sus actividades. La involucración, directa o indirecta, de una entidad internacional destinada a la ayuda humanitaria, marca una urgente necesidad de revisar y fortalecer los mecanismos de control para asegurar que los fondos destinados a la asistencia no se desvíen hacia los objetivos del grupo terrorista Hamas.

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Por otro lado, la mencionada relación entre Hamas y la Unrwa, acusada por Israel de desviar fondos destinados a la ayuda humanitaria hacia el grupo terrorista, ejemplifica las dificultades para asegurar que la asistencia internacional alcance a sus destinatarios legítimos sin ser cooptada por actores con agendas violentas. A pesar de las garantías de supervisión y las normativas contra el financiamiento del terrorismo, el desvío de recursos sigue siendo una preocupante realidad.

Esta grave denuncia por parte de Israel no solo ha provocado una crisis de confianza, sino que también llevó a varios países a reconsiderar su apoyo financiero a la agencia. Esta situación destaca la importancia crítica de la diligencia debida y la rendición de cuentas en la gestión de fondos destinados a la ayuda humanitaria.

Frente a esta amenaza, la comunidad internacional ha adoptado diversas estrategias, desde sanciones económicas y listas de vigilancia hasta esfuerzos de cooperación multinacional. Estas medidas buscan no solo cortar el flujo de fondos sino también aumentar la transparencia y la rendición de cuentas en las transacciones internacionales. Sin embargo, la eficacia de estas respuestas se ve a muchas veces limitada por la complejidad de la red financiera global y la habilidad de los grupos terroristas para adaptarse a medidas restrictivas.

No hay dudas de que la lucha contra el financiamiento de Hamas presenta un cuadro de desafíos significativos para la seguridad global. Requiere una combinación de vigilancia financiera, cooperación internacional y compromiso político para desmantelar las redes de apoyo económico que sustentan a grupos terroristas. A medida que Hamas continúa adaptándose a las presiones externas, la comunidad internacional debe igualmente evolucionar en sus enfoques para contrarrestar esta amenaza persistente. La transparencia, la cooperación y la innovación serán claves en la superación de los desafíos en esta lucha global contra el terrorismo.

 

*Director de Operaciones y Programas de Seguridad, Manejo de Crisis y Contraterrorismo en el Congreso Judío Mundial para América Latina.