ELOBSERVADOR
periodistas vs. escritores

La libertad de expresión, eje de una mesa redonda en la Feria

Los escritores Juan José Becerra, Pedro Mairal, Daniel Link y Martín Kohan, colaboradores del diario PERFIL, con moderación del editor Guillermo Piro, discutieron sobre la tarea de escribir semanalmente.

Mesa. De izquierda a derecha: Guillermo Piro, Juan José Becerra, Pedro Mairal, Daniel Link y Martín Kohan. El tema que prevaleció fue por qué la experiencia de una doble página hecha por escritores no
| Juan Obregon
Con motivo de los diez años de existencia del diario PERFIL, se han venido desarrollando una serie de encuentros en el marco de la 41ª Feria Internacional del Libro, que tuvieron menos ánimo de festejo y más de reflexión acerca de la tarea de comunicar, escribir, confrontar: en suma, hacer periodismo. A la presentación, en días anteriores, del último libro de Jorge Fontevecchia –Quiénes fuimos en la era K, editado por Planeta–, que contó con la presencia del CEO de Editorial Perfil y los periodistas Marcelo Longobardi, Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Luis Majul, Daniel Santoro, Jorge Fernández Díaz y Miguel Wiñazki, y al debate sobre la coyuntura política a cargo de Artemio López, Luis Costa, Hugo Haime y Federico González, con la moderación de Javier Calvo, jefe de Redacción de PERFIL, se sumó ahora, y como broche final, un encuentro bajo la consigna “Cuando los escritores son cronistas de la coyuntura”, del que participaron escritores que desde 2005 escriben semanalmente en la doble página de Escritores que aparece en la edición de los sábados (como Daniel Link y Martín Kohan), un escritor que escribió en esa sección entre abril de 2008 y junio de 2013 (Pedro Mairal) y otro (Juan José Becerra) que ocasionalmente escribe sobre coyuntura política desde estas mismas páginas de El Observador. El encuentro fue el jueves pasado a las 16.30 en la Sala Alfonso Reyes, y moderó el editor de la sección Cultura, a cuyo cargo está la doble página de Escritores de los sábados –él también escritor– Guillermo Piro.
El tema con el que los columnistas decidieron arrancar el debate fue el remanido del “temor a la página en blanco”, la espada de Damocles de cualquiera que se dedique a la escritura. “Yo nunca le tuve miedo a la hoja en blanco, creo que el que siente angustia cuando tiene en frente una hoja en blanco debería dedicarse a otra cosa”, puntualizó Martín Kohan. El autor de Ciencias morales (novela con la que obtuvo el Premio Herralde en 2007) agradeció “el cambio de rutina que compone escribir un texto todas las semanas”.
Daniel Link, por su parte, planteó otro de los desafíos que enfrentan. “Hay que superar el temor de muchos escritores de no tener tema para escribir”, dijo. “El escritor nunca quiere escribir de actualidad”, aportó Becerra. “La exigencia semanal te saca de tus zonas cómodas”, completó Mairal.
“Muchas veces me salieron mucho mejor aquellas columnas en las que no pensé mucho y las escribí de una sentada, sin reflexionar demasiado previamente, que las que planeaba durante una semana entera, buscando información”, siguió Mairal.
“¿Qué significa, en definitiva, una sección con columnas de escritores en un diario?”, lanzó Link. A lo que Juan José Becerra respondió de inmediato: “El escritor en un diario es como el apio en el puchero: si falta, se pierde completamente el aroma principal del puchero, pero nada más que eso. La alimentación no pasa por la presencia del escritor en un diario”. Y continuó planteando las diferencias entre un escritor y un periodista: “El escritor no debe documentarse, no debe investigar, pero tampoco –creo yo– debe opinar. Lo que el escritor finalmente hace es producir un mínimo sentido alrededor de aquello que llamamos actualidad, es decir, comunicar elementos que en la prensa pueden aparecer como elementos sueltos, dispersos, y en base a ese tipo de operación darle un sentido a la actualidad que ningún investigador periodístico puede llegar a tener”.
“Hasta ahora –puntualizó Kohan–, en las columnas escritas para PERFIL, que alcanzan la cifra exacta de trescientas noventa y una, nunca opiné de nada. Uno capta algún tipo de sentido –o de sinsentido– y trata de quitarle sentido –o al revés, de dárselo–. Pero la posición de un sujeto que se pronuncia con respecto a la realidad diciendo lo que le parece... siento que no tengo por qué hacer eso”.
“Yo reconozco que también trato de no hacerlo –tomó la voz Link–, me resulta pesado estar tomando posición sobre todo, porque en realidad no me importa casi nada, pero a veces uno entra en un estado de hastío profundo, de cansancio, y entonces sí, opino, pero creo que son los momentos menos interesantes. Porque efectivamente creo que lo que yo opine no tiene por qué importarle a nadie”.
Piro no estuvo de acuerdo con esa apreciación: recalcó que, en su opinión, “los momentos en que Link se exaspera son los mejores” y que “a eso apuntó desde un comienzo, en 2005, la idea de tener una sección hecha enteramente por escritores que, a su manera, que siempre es un poco improbable, opinan incluso cuando no opinan”.
Guillermo Piro hizo memoria y recordó que Pedro Mairal, en sus columnas, tampoco fue nunca muy proclive a plasmar opiniones. “Mirando mis columnas para saber qué decir hoy –dijo Mairal–, encontré algunas, pero siempre en diagonal. No tengo una opinión política muy segura, soy un poco fluctuante, sinuoso, por eso me interesa más señalar cosas, y creo que con señalar cosas uno ya dice. Recuerdo una columna de Link en la que describía una fotografía de Cristina Kirchner en Nueva York. Eso me parece interesante en las columnas: señalar algo que nadie señala. Aquella columna de Link hablaba de la soledad de Cristina Kirchner a través de la lectura de una fotografía oficial, distribuida por la Cancillería. En la simple lectura de la realidad muchas veces ya hay una toma de posición”.
Tomó el micrófono Becerra, y agregó a lo dicho por Mairal: “Lo que hace un escritor es leer la realidad, para eso nos llaman. Lo que cuenta es la materialidad de lo que tenemos que leer. Si nos dijeran que el mundo que debemos leer es el mundo, no sabríamos qué hacer, porque es muy difícil reducir ese objeto a la experiencia de una lectura más o menos precisa; pero hay momentos en que sí es posible, como por ejemplo cuando me pidieron que leyera completa la denuncia de Nisman y escribiera algo al respecto: en ese caso se correspondía mi deseo personal, el de mi empleador de que alguien leyera la realidad por él, y además un objeto reducido a una sola cosa, una denuncia, algo que fue exactamente igual a leer un libro. Pero eso ocurre pocas veces, en general nos enfrentamos a materialidades muy difusas, muy blandas, de las que, hablando con honestidad, no sabemos muy bien qué decir”.
Fue el mismo Becerra quien lazó un tema que impulsó otro rumbo a la discusión, “periodistas vs. escritores”. “El periodista tiende a afirmar –dijo–; el escritor más bien tiene una actitud reservada al relacionarse con las cuestiones del mundo. Siempre los escritores entran al tema ‘de costado’. El escritor está para poner en duda el sistema previsto, y llama mucho la atención que el único diario que permite ese espacio es PERFIL. Volviendo a la nota que escribí sobre la denuncia de Nisman, en determinado momento me refería a una nota anterior firmada por Pepe Eliaschev, que la misma denuncia de Nisman cita, y que a mí me parecía un poco... chirle, insustancial, y yo pensé: ‘Estoy escribiendo esto en un diario donde este periodista escribe y del que seguramente su dueño es amigo’, y sin embargo nadie me llamó para decirme: ‘Cuidado con lo que estás diciendo’. Eso no sucede en muchos diarios. PERFIL, que es un diario con cuya política editorial no coincido, permite una libertad que no sé si se encuentra en otro medio. No me veía diciendo lo mismo en Clarín, por ejemplo”.
Link tomó la palabra para “aplaudir, subrayar, felicitar y agradecer al editor de estas páginas durante todos estos años, Guillermo Piro, porque jamás hemos recibido no solamente una indicación sobre qué escribir, sino que tampoco ‘les pone mano’ a las cosas que escribimos. Yo trabajo con gran libertad, no hay ninguna imposición por parte del diario, y eso se agradece”.
Guillermo Piro quiso volver al principio, al tema de la página en blanco, recordando un texto de Walter Benjamin en el que el filósofo alemán decía, a propósito de la inspiración, que debía trabajarse de modo tal que ésta pudiera acudir en el momento que uno la necesitara, es decir en el momento de sentarse a escribir. “Me sigue sorprendiendo el hecho de que cuando me toca escribir mi columna semanal en el suplemento de Cultura, me siento frente a la máquina sin saber aún qué voy a escribir, abro un archivo y todavía no sé qué voy a escribir, pero poso los dedos en el teclado y mágicamente sé de qué voy a escribir”.
Daniel link recordó a propósito, a su vez, un poema de Rubén Darío, La página blanca: “En realidad, la página blanca está llena de cosas. Darío ve en la página blanca ‘un defile de ensueños y sombras’; en rigor, la inspiración sería la manera de limpiar la página en blanco de toda esa basura que está ya sobre ella, para que quede algo. Un poco como ocurre con el escultor, que sabe que la forma ya está en la piedra y lo que tiene que hacer es sacarla a la luz. La página está llena de cosas: todo lo que pasó en la semana, las columnas de Leuco, las de Verbitsky, las de Pagni... uno tiene que ir sacando todas esas frases para que quede lo que uno quiere que se publique ese fin de semana”.
Kohan recordó al escritor argentino Héctor Libertella, que se ocupaba de corregir un texto Liquid Paper en mano, haciendo desaparecer una palabra, y luego otra, y otra, y otra, hasta que finalmente tenía lo que se había propuesto: la página en blanco. “A mí –puntualizó Kohan–, por el contrario, esta práctica de escritura semanal me ayuda a desterrar la palabra ‘inspiración’ –que no sé si en Benjamin no es un remanente del Romanticismo–: siempre me resultó una palabra muy pomposa. Yo necesito la aparición de una idea. Me parece mucho más genuina la ‘ocurrencia’ a la hora de sentarse a escribir. No me gusta dejarme llevar por nada, tampoco por la escritura. Prefiero pasar a la escritura cuando algunas decisiones ya están tomadas. Me ocurre algo parecido a lo que le ocurre a Guillermo delante del teclado, pero dando vueltas en el bar, mirando el diario, esperando que se me ocurra una idea”.
A Mairal le gustaría que un editor le encargara una novela con el mismo sistema semanal de las columnas: “Había algo en esa obligación semanal que me sacaba de mí, escribir a pedido te saca de tu propio yo, de ese yo cómodo que piensa que tiene todo el tiempo por delante para escribir. Obliga a sentarse y teclear”.
La pregunta final, planteada por Piro: “¿Por qué una experiencia de este tipo no es repetida por otros diarios?”, es respondida por Link: “Porque es poco práctico y en un sentido, desde el punto de vista de los diarios, es negativo: es el terror ciego al descontrol, que aquí, en PERFIL, por suerte, no parece asustar a nadie”. “Evidentemente –puntualizó Kohan–, no hay mucha gente en los medios dispuesta a que alguien diga lo que quiere en sus propias páginas y con su propio dinero”.