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biografia no autorizada

Lázaro Báez, incómodo bajo los reflectores

Historia del empresario que ha pedido a la Justicia que censure las informaciones sobre sus negocios con los Kirchner y que fue allanado ayer. Cómo enfrentó los primeros escándalos y el día que pensó en dedicarse a la política.

Cerca. Así estuvo siempre Báez de Néstor y Cristina Kirchner
| Cedoc Perfil

Lázaro Báez está parado con las manos en los bolsillos de su campera negra. Es de noche. Una noche fría. El gran portón, con cámaras de seguridad, se acaba de abrir. Su chacra en las afueras de Río Gallegos dejó de ser un lugar infranqueable. Un rato antes, una caravana de vehículos salió del centro de la capital santacruceña y recorrió una larga avenida —construida por Austral Construcciones, la compañía que Báez encabeza, la misma con la que amasó una gran fortuna—, giró hacia la derecha, atravesó un camino de tierra en mal estado y, finalmente, de lejos, apareció una propiedad imponente rodeada de árboles; luego ingresó en un terreno de tres mil metros coronado por una casona de 320 metros cuadrados cubiertos. Fin del misterio. Del primer misterio.
Lázaro Báez da pasos lentos. Observa a quienes descienden de los vehículos, se les acerca, y saluda a todos los periodistas, uno por uno, con amabilidad. «Disculpen que los haga venir a esta hora», son sus primeras palabras. Estamos aquí por una convocatoria improvisada. Una invitación a una recorrida nocturna por el predio. Los periodistas se miran, nos miramos, desconcertados. «Estamos ingresando a la casa de Lázaro», dice uno. El resto observa cada movimiento del empresario que está en el centro de la polémica, que es el blanco de las denuncias reiteradas, el hombre acusado de lavar dinero sucio obtenido a través de negocios ilegales detrás de la fachada de la obra pública.
Canal 13 difundió, horas antes, un informe de Telenoche con un título impactante: «Lázaro Báez desmanteló una bóveda que tenía en el sótano de la casa de su chacra en Río Gallegos». Por eso, Lázaro se muestra tan hospitalario. «Quiero mostrarles dónde vivo y que ustedes puedan ver lo que tengo», explica. Y abre la puerta de vidrio de uno de los quinchos para empezar el paseo. Quiere defenderse de las acusaciones que lo señalaban como propietario de una bóveda. Una bóveda de la cual, según denunció la diputada Elisa Carrió, habría sacado documentos, armas y dinero poco tiempo antes. «Saquen fotos, filmen, pregunten lo que deseen», sugiere Báez, tranquilo pero molesto (...)

Falta poco para que termine la excursión. Los doce periodistas vamos a un segundo quincho: paredes amarillas y verdes, mantel de plástico, una tele con equipo de sonido, una auténtica Rocola para pasar música, una mesa que termina en una barra, sobre la que se observa un busto de yeso de Eva Perón.
Lázaro responde. «Con Néstor nunca me asocié, él me eligió para que le construya unos departamentos y fue un honor que me eligiera», aclara. «No sé quién es Triviño, tengo muchos empleados en Austral Construcciones», repite. «Con Cristina hemos hablado cuando se dieron terribles circunstancias acá», informa. «Néstor venía acá cada vez que podía y jugábamos un partidito, pero Cristina nunca quiso venir», asegura. Los periodistas no terminan de preguntar. Es la ansiedad. Son preguntas, a veces, acumuladas en los últimos diez años. Esos en los que Báez se negó a hablar con la prensa que no es de su propiedad. Esos que lo vieron crecer hasta ser lo que es hoy: un multimillonario.
Lázaro contesta. Pero no siempre.
—¿A cuánto asciende su patrimonio, Báez?
Y nada.
—¿Cuántas estancias tiene?
Y apenas:
—No sé bien, no sé… eso a su debido tiempo se informará.
—¿Cómo explica su incremento patrimonial?
Y una mueca de incomodidad, seguida de una gambeta:
—Yo tengo todo declarado, en mis declaraciones está todo.

A fines de 2010, Lázaro hizo un intento por ingresar a la política desde otro lugar. Fue en los galpones de Austral Construcciones. Allí, se autoproclamó como candidato ante unos pocos. La reunión trascendió gracias a algunos punteros políticos, entre los que estaba Sergio Triviño, conocido después por sacar las fotos del supuesto desmantelamiento de la bóveda del empresario en una chacra en las afueras de Río Gallegos. Por ese entonces, el Frente para la Victoria, partido fundado por Néstor Kirchner en Santa Cruz, había sufrido una dura derrota electoral. Las legislativas del año 2009 posicionaron como ganador al radical Eduardo Costa. El entonces gobernador Daniel Peralta llevaba dos años de su primer mandato y la derrota fue el inicio del distanciamiento con el kirchnerismo. Lázaro no se llamó a silencio, muy por el contrario: se mostró duro, crítico y molesto con los resultados electorales.
Hubo otro antecedente, en las elecciones generales del 23 de octubre de 2011, donde Daniel Peralta obtuvo la reelección por un apretado margen sobre el mismo Costa. Un triunfo que se anunció recién pasada la medianoche. La tapa de Prensa Libre del 24 de octubre no tuvo piedad con el mandatario provincial: «Triunfo Glacial», decía el título principal con una foto de Peralta en un montaje personificado como el «Capitán Frío» —personaje del cómic de Batman conocido además como Mr. Zero— y el Perito Moreno detrás. La imagen del glaciar no era casual, sino un mensaje de Lázaro a Peralta. En la bajada del título le enrostraba que se había impuesto gracias a los votos kirchneristas de El Calafate. «¿Qué te pasa Lázaro, estás nervioso?», le contestó Peralta al día siguiente.
No fueron muchas las ocasiones en las que el empresario habló en público de política. Una de ellas fue en el año 2009 en una entrevista para el programa La Semana Económica, que se trasmitía los sábados por Magna Fm. Prensa Libre la transcribió al día siguiente bajo el título: «A mí Néstor no me regaló nada». Ésa fue la primera nota que dio Báez a su propio medio, que destacó: «Su vida, la actualidad santacruceña y su relación con Néstor Kirchner fueron los ejes de una extensa entrevista en su primera nota otorgada a un medio periodístico luego de varios años».
La primera línea del texto en el que se presentaba en otro reportaje dado en el año 2011, llamaba la atención —y sin dudas buscaba ser leída de esa forma—: «El empresario y referente del justicialismo de Santa Cruz…», decía. Faltaba poco para los comicios de ese año y para el primer aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner. Báez confiaba plenamente en el triunfo de Cristina Fernández y de Daniel Peralta. «La política de los Kirchner ha demostrado la contundencia de lo que es recuperar un esquema de sentimiento nacional, de participación activa a una política que le ha devuelto a los argentinos la ilusión y en estas elecciones se va a seguir convalidando esto, que ha pasado a ser un sentimiento nacional», afirmaba. También dijo que confiaba en la «inteligencia de la sociedad» a la hora de emitir el voto, porque la gente «tiene muy claro el concepto de lo que representa un cambio», y daba toda una definición: «Me sentí y me siento parte de un proyecto y un pensamiento político que generó el cambio que le permitió a Santa Cruz tener esta expectativa de provincia que tiene actualmente, y ese mismo criterio lo aplicó cuando llegó Néstor a la presidencia y lo sigue aplicando Cristina con el mismo fervor, la misma fuerza y el mismo empuje».
Báez, por cierto, también aprovechó la ocasión para criticar a la oposición: «No sé si es la mediocridad o la falta de imaginación, pero he visto carteles de los amigos radicales diciendo que sabemos cómo hacerlo, y es gente que hoy está en la gestión, entonces yo le preguntaría por qué no lo hicieron», señalaba en referencia a la campaña en Santa Cruz.
El creador de Austral Construcciones colaboró con campañas políticas de candidatos justicialistas en más de un proceso electoral. Si bien no era un secreto, Báez se lo confirmó a los periodistas que recorrieron su chacra cuando estalló la denuncia por presunto lavado de dinero. En su momento, le dio un fuerte apoyo a su tío político Raúl Cantín en las elecciones para intendente en 2007. Cantín fue derrotado por el radical Héctor Roquel y muchos consideran que el apoyo de Báez le terminó jugando en contra. Pero en 2011 la misma logística se la cedió a otro aspirante a comandar los destinos de Río Gallegos, el ex secretario privado de Néstor Kirchner, Daniel Álvarez. Y la política volvió a darle un revés: en esa ocasión se impuso Cantín (con el que se había distanciado después de que el contador Fernando Butti, esposo de Andrea Cantín, hija del elegido intendente, rompiera relaciones con Báez). «Ganó un intendente peronista pero no kirchnerista», dijo Lázaro y habló de la «falta de gestión» de Peralta, y de que nunca se había observado el corte de boleta como en esa oportunidad para la categoría gobernador. También se mostró a favor de recuperar el Frente para la Victoria.
No es casualidad que entre los años 2009 y 2011, marcados por las elecciones y por las fuertes internas en el Frente para la Victoria tras la muerte de Kirchner, gente de su entorno hablara cada vez más seguido de un cambio en el perfil del empresario. Todo parecía preparado para que participara del escenario electoral. Sin embargo, Báez negó hace poco que haya pensado alguna vez en una candidatura. A pesar de esto, por esos años hasta trascendió la dirección del búnker que tenía preparado para su incursión en la política: un edificio de la calle Perito Moreno de Río Gallegos, a pocas cuadras del centro de la ciudad.
Cuando habla de política, Báez se parece mucho a Néstor Kirchner. Para él, el gran desafío es volver a «recuperar el orgullo de sentirnos argentinos», mediante el fortalecimiento de la industria, la especialización y la educación profesional, tal como ocurría cuando la Argentina era considerada el máximo formador de profesionales de América Latina. En la primera entrevista con Magna (año 2009), también consideró como «nefasto» el período de la historia argentina en el cual «perdimos la mano de obra calificada», en referencia a la década del noventa.
Ante las acusaciones que recibió de ser «testaferro» del ex Presidente, Báez respondió: «Testaferro me parece que es una falta de respeto muy grande, primero por lo que representa y segundo porque me parece que tampoco es conocerlo; la ventaja de los que somos de acá es que nos conocemos todos, sabemos quién es Néstor Kirchner desde antes de llegar a intendente, no hace falta agregarle nada», y lo atribuyó a «los que vienen apurados y se quieren ir apurados y tratan de encontrar cualquier rótulo, cualquier calificativo». Luego defendió al entonces ex Presidente: «Lo que Néstor tenga como un éxito económico se lo debe a su propia gestión, su propia carrera».

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*Extraído de Quién es Lázaro Baez (Planeta).