La república de Armenia quiere ganar protagonismo en América Latina, convencida de que, pese a la presencia de importantes comunidades en algunos de sus países, su posición frente al genocidio turco y el centenario conflicto con su vecino Azerbaiján no ha sido comprendida en la región, que en el pasado le ha vuelto la espalda en los foros internacionales.
“Tal vez el error fue haber dejado en manos de la diáspora el manejo de las relaciones diplomáticas en aquellos países donde había una importante presencia de armenios”, como Argentina o Uruguay, dice el presidente Vahagn Khachaturyan en una entrevista con periodistas llegados a Ereván, la capital, para participar de un foro convocado por el gobierno armenio, el Yerevan Dialogue.
“Turquía y Azerbaiján han ido por otro camino, al revés, pues han establecido relaciones diplomáticas y lograron presencia en los países de América Latina. Sentimos que no recibimos el apoyo de los países latinoamericanos en muchas plataformas internacionales. El problema era que prestábamos mucha atención a los países en los que había una comunidad armenia y menos a los que no había”, detalla el presidente.
En América Latina, “Turquía y Azerbaiján están muy bien representados, y por lo tanto tienen oportunidad de hacer conocer sus puntos de vista sobre el tema de Nagorno Karabaj”, el enclave armenio que había proclamado una república, no reconocida por la comunidad internacional, que los azeríes ocuparon a sangre y fuego en la guerra desatada en septiembre de 2020.
Durante la entrevista será evidente que esta no será la única diferencia entre las prioridades del gobierno armenio y las de la diáspora, masivamente integrada por descendientes del genocidio del imperio turco, para la que saldar cuentas con el pasado debe ser un tema ineludible y prioritario de la política exterior del país.
Prioridades. “Este es un gobierno pragmático –dice el presidente Khachaturyan–, comprendemos la importancia de la memoria histórica, pero con eso no se puede avanzar. Hay que salir de esa lógica. Nadie dice que haya que olvidar, pero hay que impulsar el desarrollo”.
Para el presidente armenio, una internet accesible y de alta calidad es esencial para el avance de la inteligencia artificial y el progreso económico, fenómenos que el país ha experimentado en los últimos años.
En el tema energético, “estamos enfocados en ampliar el uso de fuentes alternativas de energía, en reducir las emisiones de ácido carbónico, en proteger el medioambiente. Creemos que la humanidad es responsable por el cambio climático y todos debemos actuar juntos”.
Para poder impulsar todas esas políticas, destaca el mandatario, la prioridad para Armenia es firmar con Azerbaiján el acuerdo de paz.
Para eso, Armenia ha propuesto a su vecino basarse en el llamado Convenio de Alma Ata, con el que, apenas disuelta la URSS, en 1991, las hasta entonces repúblicas soviéticas declararon que sus fronteras en ese momento serían las que tendrían de allí en adelante como naciones soberanas. En ese momento, Nagorno Karabaj era parte de Azerbaiján, por decisión de Stalin. La paz que se negocia ahora, entonces, dejaría a los armenios que vivían en ese enclave, y que fueron expulsados tras la última guerra, sin “patria”.
“Cuando iniciamos las negociaciones de paz con Azerbaiján, tomamos como punto de partida ese documento, así que no podemos hablar de pérdida de territorio”, sostiene el presidente. “Y en todo caso, si hay una inquietud ciudadana ante eso, solo se podría gestionar con un referéndum”, advierte.
Khachaturyan asegura que “el problema de Nagorno no está fuera de la agenda del gobierno, lo que pasa es que ahora estamos concentrados en los trabajos de la firma del acuerdo de paz con Azerbaiján”.
La guerra desatada por el vecino en septiembre de 2020, que provocó miles de muertos y desplazados, tras la ocupación azerí del territorio, creó un drama humanitario de plena vigencia en Armenia. “Tenemos 110 mil habitantes de Nagorno Karabaj que fueron expulsados de su patria y de sus propias casas. Hay cosas que, por ahora, no se pueden resolver, admite el presidente armenio, como el de la vivienda, el de los poblados que han dejado atrás”.
“En cuanto a lo que harán en el futuro nuestros compatriotas, eso se verá posiblemente luego de la firma del acuerdo de paz. Existe una desconfianza entre algunos pueblos y creo que con el tiempo eso se solucionará, solo cuando abramos las fronteras y tengamos contacto. No podemos predecir cuánto tardaremos en conseguir esto. Es justo por eso que ahora nos estamos enfocando en el fortalecimiento de la paz entre los dos países”, concluye el presidente armenio.
*Desde Ereván