ELOBSERVADOR
ECONOMÍA ARGENTINA

Olla a presión

METODO PARRIPOLLO | El grupo Aguante K protestó frente a la Sociedad Rural antes del acuerdo por la carne.

Material Cedoc 2006 20220708
Metodo parrillero | DYN

A pesar de todos los indicadores favorables, algo no está bien en la economía argentina. Algunos lo intuyen, nadie lo quiere ver. Como nos va mejor, mejor no ser agorero. Pero nuestro inconsciente colectivo sabe que situaciones comparables sucedieron en el pasado. Que ya nuestra economía creció varias veces vertiginosamente para luego desplomarse con el mismo vigor que la impulsó. “Esta vez será distinto, porque China e India modificaron la macroeconomía mundial”, me digo con ánimo de convencerme. También me impongo creer más en las fuerzas intrínsecas del privilegiado territorio que habitamos y no darle tanta importancia a la improvisación con la que se pretende resolver los problemas desde la política.

Que en Brasil, donde viví dos veces, también hay corrupción, políticos patéticos, funcionarios que no están preparados para las responsabilidades que ocupan pero, como ellos dicen, “Brasil crece de noche, cuando los políticos duermen”. Cuando este argumento no me consuela, pienso en Estados Unidos, donde también me tocó vivir y, como decía Jorge Luis Borges, me sorprendía de que “gente tan ordinaria obtuviera resultados tan extraordinarios”. Pienso en gobernantes como Bush o Rumsfeld y recargo las pilas de mi optimismo, pero por poco tiempo. 

La inflación. Todos sabemos, incluido el presidente Néstor Kirchner, que la inflación no se corrige con acuerdos de precios. Que si no se atacan las causas, cuanto más se frena una actualización de precios, más fuerte resulta la presión posterior. Con gritos no se resuelven cuestiones macroeconómicas complejas como: 

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♦ Un hogar argentino paga 0,30 dólar por millón de BTU de gas. Por lo mismo se le cobra a una industria 1,80. Por lo mismo el Estado argentino paga a Bolivia 2,40 dólares. Evo Morales reclama que el nuevo precio sea 5 dólares. Y en el mercado internacional cuesta 7 dólares.

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♦ A partir del mes próximo las generadoras de electricidad pasarán a cobrar a las industrias argentinas 75 pesos por kilowatt/ hora en lugar de los 52 pesos que vienen cobrando hasta abril. Un 40% más.

♦ La burbuja inmobiliaria mundial, sumada al crecimiento de la economía argentina, hizo que las propiedades recuperen el valor en dólares que habían perdido en la devaluación. Como los contratos de alquiler comerciales se renuevan cada tres años, durante 2006 un tercio del total de los comercios pagará un 50% más de alquiler. ¿Qué hace el Gobierno? Usa la fuerza: presiona sobre aquellos sectores de la economía amedrentables. Lo imitan otros forzudos: el sueldo mínimo de un camionero es 2.400 pesos y el de un empleado de comercio, 800. Otra herramienta del Gobierno son los subsidios: utiliza parte del superávit fiscal para subvencionar ciertos productos o servicios con precios artificialmente bajos. El Estado paga muchos miles de millones de pesos por año para que la inflación sea el 12% y no el doble. Fuerza y subsidios mantienen cerrada una olla a presión mientras lo permita un superávit fiscal alto. 

Las reservas. Nos dicen que no debemos temer que la emisión monetaria genere inflación porque los pesos que emite el Banco Central para comprar dólares los vuelve a retirar de circulación cambiando pesos por bonos Lebac y Nobac. Nos dicen que tampoco debemos temer a que las reservas del Banco Central sean insuficientes, porque la cantidad de dólares de reservas dividida por el total del circulante es 3: el precio del dólar. Lo que esta cuenta omite es que casi la mitad de las reservas son “alquiladas” porque se compraron con las Lebac y Nobac, o sea: deuda que vence continuamente y se renueva cada vez a mayor tasa de interés.

Todavía quien invierte en un plazo fijo en pesos recibe tasas de interés negativas descontada la inflación. Pero Estados Unidos, que impulsó el crecimiento mundial de los últimos años bajando los intereses, viene subiendo las tasas todos los trimestres. Paralelamente, si el Estado no se endeudara en Lebac y Nobac, y los pesos que se emiten para comprar los dólares de las reservas quedaran en el circulante, que creció 30% en un año, la inflación podría duplicarse.

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Para cancelarle anticipadamente al FMI se usaron las reservas del Banco Central. A pesar de que el presupuesto preveía pagar la deuda con el superávit fiscal de este año y el próximo, al Banco Central se le dio un bono a devolver en 2015 (y no en 2006 y 2007). Mientras tanto el Gobierno utiliza el superávit fiscal, o, según como se quiera ver, indirectamente las reservas del Banco Central, para el fondo anticíclico, pero también para sustituir la inversión privada con más obra pública. Sólo un tercio de la inversión privada es productiva, el resto se concentra en celulares, construcción de viviendas y autos. 

Recaudación y gastos. Una parte significativa de la recaudación del Estado viene de un impuesto que no controla: las retenciones, que son un impuesto a las exportaciones. Si el precio de las commodities, que se duplicó en los últimos años, volviese a los promedios históricos, tendría que bajar o eliminar las retenciones para poder seguir exportando. Rusia realiza su presupuesto de largo plazo con un precio del petróleo de la mitad del valor actual, para cubrirse de una futura baja de las commodities.

En Argentina el año pasado la partida de gastos de personal subió el 25%: el doble de los aumentos que otorgó el Estado, revelando que aumentó la cantidad de empleados públicos. Que existan amenazas no le quita mérito al formidable crecimiento de 30% acumulado en los últimos tres años, por el que Kirchner tiene justificados motivos para sentirse orgulloso. El propio crecimiento a tasas asiáticas crea inflación que en dosis controladas puede valer la pena soportar.

El viernes le pregunté al primer ministro de Rusia, Mikhail Fradkov, cómo se hacía para crecer mucho sin disparar la inflación. Rusia lleva ocho años creciendo al 6% pero también padece una inflación superior al 10%. Me contestó: “Quien pueda responder esa pregunta ganará el Premio Nobel”. Corolario: estas líneas sólo pretenden balancear nuestra tendencia al pensamiento único. Porque, como decía Hipócrates, “la medicina que sana al paciente, en exceso, lo mata”.