ELOBSERVADOR
del periodismo a las calmunias

Orwell en el siglo XXI

El fiscal dice haber sido víctima de un gigantesco ciberataque, basado en miles de documentos robados, que busca deslegitimar a la Corte Penal Internacional.

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Ejemplos. Un total de 18 periodistas de 12 países recibieron los papeles sustraídos a Moreno Ocampo. | cedoc

En 1984, George Orwell describió un Estado donde “sin tu conocimiento cada uno de tus sonidos fue escuchado” y “cada movimiento escrutado”. A fines de septiembre descubrí que vivía en ese mundo, al ser blanco de uno de los mayores ciberataques en contra de un individuo. Pero aprendí que el modelo se implementa de modo diferente al que visualizó Orwell. No hay un “Ministerio de la Verdad” que monopoliza la información: en su lugar, una red global de periodistas recibió más de 40 mil documentos robados y ellos son los que fragmentan y difunden la información por pedazos alrededor del mundo.

Un total de 18 periodistas de 12 países distintos han buscado los detalles que les parecieron útiles para obtener el objetivo que declaran: que Luis Moreno Ocampo “desacreditó la Corte [Penal] Internacional”. Cada dos días han publicado una noticia diferente, referida a investigaciones en Libia, en Irak, en Venezuela, Costa de Marfil o Kenia. Las historias han sido compartidas, transformadas por otras personas, algunas de las cuales fueron afectadas por mis investigaciones durante los últimos 33 años, y amplificadas por una legión de tuiteros que se sumaron al ataque. Noticias falsas como que me habían echado de mi trabajo ad honorem de la OEA o que me habían arrestado en Londres se fueron agregando. En la Argentina. Infobae se sumó al movimiento desfigurando noticias en mi contra del año 2008.

Cuando descubrí lo que ocurría me negué a responder preguntas, no quería legitimar o participar en una campaña en mi contra. Paradójicamente, mi mejor argumento es que tienen toda mi información y no pueden decir que hice algo ilegal.

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Piedra fundamental. Creo que el periodismo independiente es la piedra fundamental de una sociedad democrática. Pero la difusión orquestada por alguien desde las sombras de prejuicios, falsas verdades y de calumnias no es periodismo. El blanco no es sólo mi reputación: se trata de dividir y confundir a los que apoyan a la Corte Penal Internacional, la institución internacional más novedosa, que fue creada para hacer Justicia para miles de víctimas de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. Esa institución es el único freno internacional a los dictadores y la esperanza de un mundo con Justicia. Espero que los periodistas serios revisen cuidadosamente la información que les llega para no ser una parte inconsciente de la campaña.

Esos periodistas podrían indagar en dos cuestiones: ¿Por qué me eligieron como blanco? ¿Cuáles deberían ser los estándares del periodismo en un mundo con la tecnología capaz de implementar 1984?

Julian Assange y Edward Snowden invocan el “interés público” como justificación de las filtraciones de videos del Ejército norteamericano disparando a civiles en Bagdad o de las prácticas de espionaje de ese gobierno. Son individuos que cuestionan al Estado. Mi caso es el opuesto, la envergadura y el método del ataque electrónico sugiere que un Estado es el responsable del robo masivo de documentos y el blanco es un individuo. Por mi tarea privada algún Estado me ataca.

El Estado me atacó cuando trabajaba en la Argentina como abogado e investigaba la corrupción en la época del gobierno de Menem. En el 2001, Mariano Perel y su mujer aparecieron acribillados a balazos en un hotel de Cariló. Perel dejó unas cartas explicando que temía por su vida y en las que narraba que había recibido 200 mil dólares de la SIDE para investigarme, alquilar una oficina frente a la mía y utilizar elementos electrónicos para escuchar mis reuniones. Ahora los estados pueden utilizar otras tecnologías.

¿Por qué ahora? Como Fiscal de la Corte Penal Internacional logré los procesamientos del presidente de Sudán por genocidio, de Muammar Khadafy, del ex presidente de Costa de Marfil, del actual presidente de Kenia, del ex vicepresidente del Congo y no me ocurrió algo parecido. El ataque se realiza en el momento que estoy investigando la relación de un gobierno con el financiamiento del terrorismo internacional. Es un mensaje para que no avance.

Mi hipótesis no sólo se basa en la escala y el momento del ataque, sino también en el sesgo de la información que se presenta. El terrorismo internacional que produjo el genocidio contra los yazidis y que es parte de la guerra civil que se desató en Libia en el 2014 no es mencionado.

Mi experiencia me hace pensar en ¿cuáles son los estándares actuales del periodismo? La red de periodistas no tiene ningún reparo en utilizar información robada por otros. Sin embargo, debe saber que la organización o el Estado que les pasó la información tiene un objetivo. ¿Porqué ellos no se cuestionan si están siendo instrumentalizados por su fuente?

El fragmentado y privatizado “Ministerio de la Verdad” sólo tiene interés en difundir sus propias percepciones, sin preocuparse por chequear los datos, entender el funcionamiento institucional de la Corte Penal Internacional, exponer la conducta de los criminales y el sufrimiento de miles de víctimas. El resultado es lo que en la Argentina se llama “la grieta”, no hay verdades o principios comunes y no hay individuos o instituciones en los que se pueda confiar. El “Ministerio de la Verdad” privatizado y fragmentado cumple la función prevista por Orwell: garantizar la impunidad de la gente en el poder.

(*) Ex Fiscal del Juicio a las Juntas y de la Corte Penal Internacional.