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Retratos digitales

Que nunca falte la música en tu casa

La puertorriqueña Beatriz Ayala creó Musicasa, una plataforma digital, que conecta músicos y amantes de la música, y facilita conciertos en casas particulares.

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Beatriz Ayala. Musicasa. | cedoc

La comunidad latina en Estados Unidos ya es la primera minoría: son sesenta millones de personas que hablan español, algo así como el veinte por ciento de una población cercana a los 332 millones de habitantes.

Dentro de ese grupo, en el estado de Florida, Miami concentra la mayor proporción de hispanoparlantes. Desde allí, en una mañana hermosamente soleada, la puertorriqueña Beatriz Ayala conversará más de una hora a pura risa, y en espanglish. 

Melómana desde la niñez, Bea fundó, hace tres años, Musicasa: una plataforma digital, “en la cual se vinculan artistas emergentes con amantes de la música, para montar conciertos en casas particulares, con el propósito de disfrutar un concierto en el marco de la intimidad de un hogar, y a partir de ello generar conversación y sobre todo, sentirnos menos solos”.

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El anfitrión puede customizar los detalles a la hora de prestar su vivienda para un concierto

Esto último tiene un sentido profundo en su vida. 

Es que Ayala aterrizó en Palo Alto en 2019, luego de dar vueltas por el mundo y comprobar que la vida a un lado y otro del Atlántico se volvía solitaria. Y que lo único que verdaderamente permitía tejer vínculos era la música, por su carácter de idioma verdaderamente universal.

Así que al norte de California se sintió sola y “sin un duro”. Eso, y su experiencia trabajando con la música desde que dejó la universidad en su Puerto Rico natal, son las razones por las cuales emprendió Musicasa: “Suelo decir que este proyecto se gestó en mí durante treinta y tres años –toda su vida– y ahora lo concreté para conocer gente”.

Digamos que, en una trivia rápida, Beatriz muestra sus dotes de enciclopedia musical humana, salvo cuando indagamos en el sentido del rock más eléctrico. No obstante, es sorprendente que mencione a Mercedes Sosa como una de sus favoritas. 

De Gustavo Cerati nada sorprende a esta altura, pero sí de uno de los elementos centrales de nuestra argentinidad: “Ayer aquí en mi apartamento hubo un Musicasa y comimos empanadas argentinas”, relata sonriendo, y agrega que en Miami “muchos argentinos hacen peñas folclóricas y comen asado”. 

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Las cualidades salientes de Musicasa, en tanto plataforma, tienen que ver con los detalles que el anfitrión puede customizar a la hora de prestar su vivienda para un concierto: si hay comida y bebida, y quién la aporta –no es posible la comercialización–; qué género musical prefiere, cuántas personas pueden asistir y de qué forma –el máximo de la plataforma es cuarenta, y el horario tope, las diez de la noche–.

Musicasa ataca el histórico problema de que “el noventa por ciento de los artistas de la música no son famosos ni reconocidos y, por lo tanto, es muy habitual que, en lugares especialmente planteados para albergar música en vivo, se les pague con comida y bebida, pero no haya participación en las utilidades del espectáculo, ni honorarios (…) esto es así, por ejemplo, en Nashville. Pero en todo el mundo más de diez millones de músicos viven la misma realidad”.

Por eso, la plataforma nace como un lugar de intersección que enfoca el problema de quienes pretenden vivir de la música, tanto como pone en valor algo que está en los cimientos de las culturas que Bea conoció trabajando como publicista y comunicadora de grandes marcas: la gente suele juntarse en casas y allí, espontáneamente, aparece la música en vivo. Sobre todo, cuando hablamos de latinos, o sea, el target al que ahora mismo apunta su empresa.

Sin embargo, se conoce que organizar esos eventos se vuelve engorroso y plantea desafíos que los dueños de casa no siempre saben sortear. “Musicasa se encarga de todo –explica Bea– para que quien recibe a la gente gane dinero con ello, los músicos también, y nosotros, desde luego. Medimos el tiempo que dura el evento, planteamos reglas claras para conservar el lugar, y generamos condiciones para hacer crecer la comunidad”.

Conciertos íntimos, curados por Beatriz y su equipo, que analizan cada aspecto; el volumen permitido, el espacio necesario, la normativa local de cada lugar. Revalidar la música auténtica de cada artista, y hacer el mejor match con el público. De eso va.

La plataforma tiene alrededor de diez mil personas, que buscan conciertos para asistir

Bea regala risas durante toda la conversación. Suena a que vivió varias vidas, justo cuando transita la edad de Cristo. La crisis sanitaria le dejó la impresión de que la “isolation” –encierro autoinfligido, más allá de las controvertidas políticas de aislamiento– hacía estragos. Justo a ella, cuya sangre “tira enseguida a la juntada, la cervecita, y la música”. 

Para que quede claro, el sitio no propone un portafolio de artistas que uno puede elegir para su boda, o un cumpleaños. “Eso puede ocurrir, desde ya, pero Musicasa solo se ocupa del concierto, y ponemos toda nuestra expertise en relación con el sonido, el público y la parte comercial”. 

Así, Bea, combate la escasez de lugares para que suene música en vivo, y revaloriza el talento musical. Mirado desde el interior del país, uno podría decir que el proyecto de Ayala formaliza la guitarreada, y la profesionaliza para que tenga nivel de concierto (por eso ella misma define con rigor la lista de artistas, géneros, etcétera), y que la gente pague un ticket por ver a esos músicos en la intimidad de pocos metros cuadrados.

Hoy la plataforma ya tiene alrededor de diez mil personas que buscan, allí, conciertos para asistir. Bea abre los ojos y se entusiasma, sobre el final de la charla, imaginando que en el futuro cercano también ofrecerán teatro y otras expresiones artísticas.

Nos saludamos y queda el ritmo caribeño de su voz flotando en mi estudio. Ponerle tecnología a la vida no es novedoso actualmente, per se.  

Pero ponerle onda, vaya si lo es.