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Alfonsín, 10 años

“Seguir a mi padre es trabajar en que desaparezca la grieta”

La vida del ex presidente estuvo signada por el compromiso político, desde la dictadura hasta su muerte. Su hijo Ricardo Alfonsín explica qué es hoy continuar ese legado.

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En familia. Ricardo Alfonsín considera que su padre defendía ideas socialdemócratas y que su partido no debe dejarlas en otras manos. | cedoc

Principios de 2009. Raúl Alfonsín –según narra a PERFIL su hijo Ricardo– “ya estaba mal. Su cáncer había avanzado mucho, con distintas metástasis. El viejo sabía cuál era su cuadro. Además, estaba rodeado de médicos y enfermeros que lo cuidaban. En algún momento nos quedamos solos. Casi no podía hablar. Pero estaba lúcido. En ese momento, le pregunté si sentía miedo. Me miró. Negó con la cabeza. Y señaló con el dedo una foto del día de su asunción. Ahí me dijo: “En ese momento sí que sentí miedo”.

El actual dirigente explica qué es para él ser hoy alfonsinista: “Es defender la concepción socialdemócrata de la Unión Cívica Radical, la idea de que es necesario trabajar para conseguir una sociedad más justa, más igualitaria, con mejor distribución del ingreso. Ser alfonsinista hoy es comprometerse con la búsqueda del desarrollo, que es la principal deuda, ya no de la democracia, sino de la dirigencia. Y esta no es una tarea del mercado, sino de toda la sociedad”.

Consensos. Para Ricardo, la clave estaríá en buscar consensos que transciendan a los partidos políticos, “más los sectores de la producción nacional y los sectores del trabajo. Un acuerdo entre la política y los distintos sectores sociales  hubiera sido absolutamente necesario para Alfonsín, a fin de encarar los desafíos que nos plantea el subdesarrollo”.

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Agrega que ser “alfonsinista hoy implicaría trabajar denodadamente para terminar con la grieta y evitar los diagnósticos en que la culpa siempre la tienen los demás”.

Legado. Para Ricardo, el principal legado de su padre es “asegurar la democracia durante su gestión, haber terminado definitivamente con las dictaduras. Pocos creían que esa sería la última transición y, sin embargo, se logró. También es cierto que ese no es un legado de Alfonsín: es algo que le debemos a toda la sociedad, de todo el pueblo argentino de esa época. Es una construcción colectiva que hubiese sido imposible sin la colaboración de todos”.

Otro de los elementos es “identificar al partido con su verdadera razón de ser: la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria y más profundamente democrática. Con Raúl Alfonsín, especialmente con el Movimiento de Renovación y Cambio, esas banderas estuvieron vigentes y llegaron al poder con el voto popular. Y para triunfar con el voto popular no solo se necesita de los sectores medios”.

Honrar el legado: fortalecer la democracia

Se come, se cura y se educa. Para Ricardo Alfonsín fue mucho más que un eslogan de campaña: “Es salir de la democracia formal, la democracia electoral, que es valiosa en sí misma. Pero que es algo instrumental. Nosotros creíamos que recuperando el derecho a elegir y ser elegidos, se podría hacer un avance hacia la democracia social, que es con la que realmente se come y se educa. Si no todos comen, y no todos se educan, es porque la democracia social no está verificándose.

Republicanismo. Para Ricardo Alfonsín hay “un malentendido histórico en este sentido, del que los radicales también somos responsables. Desde luego que el radicalismo es el partido de la república, del imperio de la ley, del Estado de derecho. Pero es mucho más: el radicalismo es el partido de la justicia social, el partido de la igualdad, de la distribución del ingreso. Es también el partido de los sectores populares. Algunos radicales tendrían que entender que esto también era el ideario de Alfonsín”.