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Una campaña liderada por mujeres pero con pocas analistas políticas

Esta semana se realizó una jornada en el Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad, en la que se analizó un fenómeno muy visible en la última elección. Aunque abundan las dirigentes y candidatas, todavía son escasas las voces femeninas que analizan el cuadro de situación.

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La campaña electoral de las PASO estuvo dominada por mujeres de diferentes espacios políticos, como Elisa Carrió, Cristina Fernández y María Eugenia Vidal. Sin embargo, la representación del género femenino en los ámbitos profesionales dedicados a la producción de información no llega a los mismos niveles.

Columnistas. “Necesitamos más mujeres en los medios: somos más del 50% de la población, y en medios no llegamos al 30%”, explicó Mariana Carbajal, periodista de Página/12 y la Televisión Pública, citando datos del Monitoreo Global de Medios de la Asociación Mundial Cristiana de Comunicación (WACC, por sus siglas en inglés). Carbajal dio como ejemplos tapas de diarios en las que no aparece ninguna firma femenina, y publicidades sobre “la mejor información política y económica” en las que todas las figuras promocionadas son hombres. “Prácticamente no hay columnistas mujeres en las secciones de economía y política”, concluyó.

Consecuencias. ¿Por qué la participación de mujeres en la producción de noticias es tan baja? ¿Qué relación tiene esto con la manera en que son enfocados los temas de género? ¿Cuál es la situación en el sector de tecnologías de la información, cada día más importante como forma de acceso a las noticias? ¿Cuáles son las condiciones que posibilitan o dificultan la equidad en estos ámbitos? ¿Qué podemos hacer para construir una sociedad más igualitaria?

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Encuentro. Estas preguntas, entre otras, se plantearon en el primer encuentro de 2017 del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad (www.meso.com.ar), en el que participaron, además, Eleonor Faur, investigadora y docente de la Universidad Nacional de San Martín, y María Florencia Sabatini, gerente de Comunicaciones de Google Argentina, que se llevó a cabo el miércoles pasado. Moderó el evento Silvia Ramírez Gelbes, directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.

Mujeres en tecnología. Sabatini contó que las mujeres son sólo un cuarto de quienes trabajan en la industria del desarrollo de software y servicios informáticos. Y agregó, con datos de la Fundación Sadosky: “No parece que las cosas en el futuro vayan a mejorar, ya que de cuatro mil graduados de carreras de informática, apenas el 18% son mujeres. En el mundo de la tecnología las mujeres tenemos un largo camino por recorrer”. ¿Tal vez la baja participación femenina en la industria tecnológica también esté vinculada con los estereotipos sobre los desarrolladores? ¿O con los propios prejuicios de las mujeres, que, según Sabatini, a veces se “autolimitan”? La función autocompletar de una búsqueda en Google que comienza con las palabras “ser mujer” puede ser descorazonadora: los dos primeros resultados fueron “ser mujer es caro” y “ser mujer es llorar callada los dolores de la vida”.

Víctimas. En todo caso, no basta con que haya más mujeres en los espacios de producción y circulación de la información para que el tratamiento sea igualitario. “Las mujeres aparecen como víctimas o en bolas, mientras que a los hombres se los consulta por su expertise”, sentenció Carbajal. Incluso el aumento de la visibilidad de los femicidios y de la violencia contra las mujeres puede devenir en una suerte de “show del morbo”, agregó la periodista, en el que “los casos con mayor repercusión son los de las adolescentes que desaparecen y reaparecen en una bolsa, como desechos”.

Que haya periodistas y presentadoras mujeres no cambia, per se, este estado de cosas. Por ejemplo, en su programa de televisión, Susana Giménez le preguntó a una víctima de violencia de género “¿vos le hacías algo para que te pegara?”. Como recomendó Carbajal, “necesitamos periodistas con formación con enfoque de género y de derechos. Necesitamos que contribuyan a una sociedad más igualitaria”.

Faur, coautora de Mitomanías de los sexos, sintetizó: “El desafío es detectar en nuestro lenguaje cotidiano las falsas verdades que reproducimos sin pensar y que siguen construyendo realidades”. Las tres panelistas acordaron en que algo cambió en la sensibilidad y en que hay una nueva manera de mirar la cuestión de género, y Faur propuso aprovechar este momento “para afinar las cosas que nos están faltando y enfilar hacia la igualdad”.

Condiciones. Las condiciones que producen desigualdad son tanto culturales como económicas y políticas. Faur recordó la división que se hace en los juegos y los juguetes para niñas y niños, y planteó que la naturalización del rol de la mujer como cuidadora, “como si las mujeres naciéramos sabiendo cómo cuidar y criar y no tuviéramos que aprenderlo”, es perjudicial para ambos géneros. Por un lado, las mujeres se ven encasilladas en esa función, y por otro, los hombres no pueden ejercerla aunque quieran, ya que la licencia por paternidad es de 48 horas, “lo mismo que para una mudanza”. Ramírez Gelbes apuntó que estos roles están tan cristalizados que incluso en matrimonios contemporáneos, en los que ambos cónyuges trabajan fuera de la casa, el marido ofrece “ayudar” a la mujer en las tareas del hogar, como si no fueran una responsabilidad compartida.

¿Cómo “enfilar hacia la igualdad?” Carbajal describió cómo, en los últimos años, “el activismo feminista se potencia a través de la democratización que permiten las redes sociales”. Esta democratización es clave para visibilizar problemas, proponer soluciones y coordinar movimientos como Ni Una Menos, protestas como el paro internacional de mujeres, y encuentros cara a cara entre grupos de mujeres. Sabatini y Carbajal coincidieron en que las redes sociales y las plataformas de video “se convirtieron en aliadas de las mujeres que pudieron contar sus historias como víctimas de violencia o abuso sin pasar por los medios tradicionales, y desde su propia perspectiva”.

Faur propuso enfocarse en las políticas públicas, en particular dos: la educación sexual integral, para que los alumnos aprendan desde chiquitos “a no discriminar, no pensar con estereotipos”, y la ley de cupos en política. Relató que, mientras que hace treinta años no había casi políticas mujeres, en estas elecciones hubo muchas candidatas gracias a las decisiones legislativas que las alentaron. Pero el cupo no resuelve todos los problemas; Faur cree que “hay mucho para seguir trabajando, cada uno y cada una de nosotros, promoviendo políticas públicas que sirvan para hacer cumplir derechos”.

Las medidas no tienen por qué limitarse al ámbito estatal. Desde el mundo corporativo también se pueden implementar reformas que contribuyan a la igualdad. Sabatini contó algunas de las medidas que se están poniendo en práctica en empresas de tecnología para romper con el “machismo rampante” de Silicon Valley. Desde la creación de puestos como “gerente de diversidad” hasta un cupo femenino para los directorios, las empresas buscan revertir la imagen de la industria de servicios informáticos como un club de hombres, y mejorar los productos que ofrecen al mercado. Sabatini destacó cómo “hay inversores que ven como una desventaja apoyar proyectos liderados por equipos exclusivamente masculinos”, ya que cada vez más perciben como necesaria la diferencia y la complementariedad.

Derechos, diversidad, e inclusión: temas cruciales para una agenda que no debería ser sólo de mujeres, sino de la sociedad en su conjunto. Para que tanto en los ámbitos de construcción de sentido –sean los medios, las empresas de tecnología o la política– como en los productos de esos ámbitos –las noticias, las herramientas informáticas, las leyes y las políticas públicas– todxs estemos representadxs por igual. Una sociedad más equitativa es una sociedad mejor.


*Directora de Meso (Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina).