“En general, en materia del tratamiento de las cuestiones difíciles, hubo algunos avances. Desde Unicef venimos trabajando desde hace unos años junto al periodismo en mejorar las coberturas. No sólo aquí, sino en todo el continente. Y lo hicimos a través de múltiples estrategias”. La que pone en contexto la aparición de las siete guías es la encargada de comunicación de Unicef, María José Ravelli. Las guías de Unicef fueron producidas por periodistas del colectivo #NiUnaMenos, Chequeado, la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (Ripvg) y la Red de Periodistas Científicos de Argentina (Rdpca). Son materiales producidos por periodistas destinado, principalmente, a profesionales de la comunicación. Los temas que se abordaron son: abuso sexual infantil, género, violencia, suicidio, salud adolescente, uso de estadísticas y protección de datos personales.
Un material que interpela a los propios periodistas. Obliga a pensar cómo se tratan –a veces incluso inconscientemente– ciertos temas en los medios.
Un ejemplo de cómo la elección de las palabras también es una manera de tratar los temas. Solemos leer la expresión “prostitución infantil”. Implica una mirada errónea sobre el tema. Los niños no se prostituyen, sino que son víctimas del comercio sexual. Pensar estas temáticas nos obliga a repensar, en simultáneo, nuestra misma labor.
Ravelli cuenta que: “En el trabajo de concientización hemos hecho capacitaciones, dado premios. En estos años hubo avances, por ejemplo, en las cuestiones que tienen que ver con la perspectiva de género. Algo que también trasciende a las cuestiones de la niñez. Pero hay temas como los estereotipos vinculados a los chicos o la estigmatización de los adolescentes, cómo se los menciona en relación al peligro, a la delincuencia que persisten. Persiste la discriminación. Y, en general, hay muy pocos espacios para tratar con seriedad el tema de la niñez en los medios. Tampoco se ve mucha programación dedicada a los más chicos”.
—¿Cuál de los siete temas abordados constituye una asignatura pendiente más fuerte?
—Seguramente sea en la cuestión de la violencia. Nosotros planteamos los siete temas porque percibimos que hay problemas en los siete. Pero seguramente es en violencia donde está el mayor desafío. Muchas veces se vulnera el derecho a proteger la identidad, se vulnera su dignidad, se los exhibe, se los expone. Se utiliza el recurso del morbo para contar historias. Si uno observa, va a encontrar espectacularización de los casos: un ejemplo es el uso de la música para presentarlos. Son todos elementos que no ayudan a contar temas que sí son parte de la realidad argentina.
—¿Qué diferencia hay entre la corrección política superficial y el tratamiento serio y riguroso? ¿Cómo se hace para detectar unos y otros?
—Muchas veces hay varios principios que entran en cuestión. Desde nuestra perspectiva, lo que debe primar es el interés superior del niño por sobre cualquier otro principio. Es algo que está consagrado en la Convención de principios del niño y que en la Argentina tiene rango constitucional. Ese debe ser el principio rector. Y es lo que de alguna manera previene contra los formalismos. Es clave el cuidado de los chicos cuando ellos son los protagonistas de una nota. El otro principio y valor es preservar lo que es información pública. Entendemos que existe lo que se llama “el valor noticioso”. Por eso trabajamos también junto a periodistas. Nuestras indicaciones no queríamos que fuesen desde la academia o desde un lugar ajeno a la labor de los periodistas. Fueron escrita por personas que cada día se enfrentan al desafío de decir “¿cómo cuento esto?” cuando aparece un tema difícil. Personas que tienen que trabajar junto a su editor, a las autoridades del medio. Y de la negociación entre todos los intereses es que surge lo que podríamos definir como una perspectiva posible para entender estos temas.
Las guías. María José Ravelli dice que “en principio, hace tiempo que veníamos trabajando en elaborar estrategias. Lo hacíamos desde los espacios más pequeños hasta en las cátedras universitarias, en canales de Palermo Hollywood hasta en radios comunitarias. Trabajamos junto a los dueños de los medios, pero también con los noteros. Nuestro trabajo fue con todo el espectro. Así, a través del análisis de lo transitado, decidimos que surja un proyecto que fuese generado por los propios periodistas para periodistas. Así fue que convocamos a varias organizaciones, como la Red de Periodistas Científicos de Argentina, periodistas de #NiUna Menos, Chequeado, la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Básicamente, juntos empezamos a pensar el formato que tenía que tener el proyecto y cómo debían ser las guías orientadoras. Sería bueno que los medios tuvieran una suerte de código de autorregulación.
—¿Qué deben hacer los medios como premisa número uno a la hora de tratar este tipo de temáticas?
—La base de todo está en preservar el interés superior de la integridad de los niños. La clave está en considerar como clave su bienestar. Pero claro, hay un paso previo que es tener en cuenta a los chicos. De acuerdo a nuestros monitoreos son muy pocos los espacios destinados en sí a los chicos en los medios audiovisuales. También en los medios gráficos. Una vez que se considera esto, es clave la cuestión de considerar el bienestar.
—Muchas veces, los temas de niñez vienen vinculados a lo que podríamos llamar un periodismo más amarillo. ¿Cómo se hace para que vuelvan a ser parte de formas más serias de la profesión?
—Hay múltiples factores. Es necesario que se mejoren las condiciones en las que se producen las notas. Se necesita tiempo para producir e investigar. Se necesitan tiempos de capacitación y tiempos para reflexionar sobre la propia labor. Con más tiempo, se abren nuevas puertas y se puede empezar a tocar otros temas, con los temas de salud y adolescencia, por ejemplo, se pueden tocar muchísimas cuestiones.
—Se suelen repetir los temas.
—Sí, uno ve que aparecen enseguida cuestiones como el bulling, la bulimia o la droga. Muchas veces se habla de cuestiones como “la epidemia de suicidios de adolescentes” y, si uno hace análisis de la tasa de suicidios en algunos lugares, los datos son realmente distintos. Pero también sucede que las tasas de suicidios han crecido realmente en los últiimos veinte años. Pero para eso, se necesita un buen manejo de los datos, una nutrida libreta de fuentes, y tiempo para poder contactarlos.
Abuso sexual. En la guía sobre el tema puede leerse que “Pensar el concepto de ciudadanía” hoy más que nunca implica pensar en el derecho de informar y ser informado, de hablar y ser escuchado, el derecho a ser visible en el espacio público, que equivale a existir socialmente, tanto en el terreno de lo individual como de lo colectivo. La infancia, mucho más que cualquier otro grupo social, necesita ser nombrada y visibilizada para garantizar la protección de sus derechos, pero también y especialmente, para ser reconocida como actor social y político, como un colectivo social con derechos que interpela al Estado y a la sociedad”.
La guía cuenta con datos específicos: “En el ámbito familiar el abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es el tipo de maltrato infantil menos denunciado. La información recopilada por Unicef en distintos países de la región de América Latina y el Caribe muestra que entre el 70% y el 80% de las víctimas de abuso sexual son niñas, que en la mitad de los casos los agresores viven con las víctimas y en tres cuartas partes son familiares directos”.
Violencia. Uno de los puntos que remarca la guía es que “Para informar sobre acontecimientos en que niñas, niños y adolescentes son víctimas, debe darse cuenta del proceso que los llevó a eso. No se trata de concentrar la atención en los detalles truculentos, que terminan alimentando el morbo y construyendo una perspectiva fragmentada, sino de dar cuenta del contexto: cómo chicas y chicos terminaron siendo víctimas, qué llevó a la situación noticiada, qué espacios. Es fundamental incluir esa perspectiva para que la noticia contemple la mirada de los derechos”, concluye.