El Covid 19 cambió los hábitos de limpieza de la mayoría de los hogares, en donde los integrantes de las familias convivían las 24 horas. Algunos de ellos fueron prácticas cotidianas como el reemplazo del trapo de piso por las mopas, el quitado del calzado al entrar al hogar o la desinfección menos espaciada de los ambientes.
En este contexto, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), mediante la primera Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2021), informó que las mujeres tienen más participación en el trabajo productivo total de la población porque, si bien ocupan menos puestos remunerados que los hombres, son quienes más asumen las tareas domésticas y de cuidado: Las actividades en el hogar son realizadas por el 91,6% de las mujeres, frente a un 73,9% de los hombres.
Frente a este panorama, el Observatorio de Conductas de Consumos GZ, realizó una encuesta, respondida por hombres y mujeres en similar proporción, para indagar sobre distintas conductas referidas a los hábitos de limpieza en el hogar y en la vida cotidiana. En primer lugar, se quiso conocer el grado de aceptación de nuevos productos como las mopas centrífugas, que tienen una entrada al mercado local, menor a los 5 años.
Así, se preguntó: “¿Considera un hábito saludable la posibilidad de reemplazar el clásico uso de trapos de pisos por el uso de la mopa para limpiar los pisos?” y un 45,9% consideró que reemplazaría el producto, 36,5% que no y el 16,6% no eligió ninguna opción. Es decir, que 5 de cada 10 consultados consideró un hábito saludable la posibilidad de usar la mopa como método de limpieza de sus pisos.
“Durante la pandemia, se empezó a reconocer los beneficios y el valor agregado de la mopa. La gente comenzó a ver los beneficios comparándola con el trapo de piso. El trapo tradicional requiere que uno lo toque y escurra, teniendo contacto con virus y bacterias; además, la mano toca los productos químicos que se utilizan para la limpieza, debiendo agacharse; entre otras desventajas. En cambio, con la mopa centrífuga la actividad es más rápida, con menos esfuerzos y, sobre todo, más saludable”, destacó Julián Casamayor, vocero de Industrias Iberia.
Durante la encuesta también se indagó acerca de prácticas utilizadas mayormente en el hemisferio oriental, y que causan efectos positivos dentro de los hogares. Quitarse el calzado antes de entrar, es una acción cotidiana en países como China, Austria, o Japón, pero poco vista en nuestro país. Entonces, se preguntó sobre el uso de calzado y si se considera un hábito higiénico quitárselo al ingresar a su casa. Allí, un 79,4% de las personas consultadas dijo que quitarse el calzado al ingresar al hogar es un hábito higiénico y el 18,4% que no lo es. El resto no emitió su opinión.
Seguidamente, se consultó sobre sus propios hábitos, preguntando: “¿Se quita el calzado al ingresar a su hogar?”, y solamente el 42,8% dijo que sí; el 44,4% afirmó no sacarse el calzado; y el 10,8% sostuvo hacerlo a veces. Al considerar las edades de los que respondieron, 6 de cada 10 adultos de entre 30 y 49 años (56,3%) dijeron que se quitaban el calzado al entrar a su hogar; pero el número bajó a 3 de cada 10 en el resto de las edades. Las mujeres fueron las que reconocieron hacer la práctica del quitado de calzado en mayor proporción: Mientras un 47,7% de las mujeres dijeron hacerlo, el porcentaje descendió al 37,5% en los hombres.
“Lógicamente la práctica de quitarse el calzado tiene que estar acompañada de otras conductas necesarias para que aporte salubridad a los integrantes de la familia. Desde Iberia, apelamos a una buena higiene de los espacios en donde vivimos, ya que, si un hogar no presenta buenas condiciones de higiene, el quitado del calzado será en vano”, puntualizó Casamayor.
La limpieza diaria de la vivienda es una de las principales formas de evitar la contaminación de los diferentes espacios y de prevenir enfermedades. El aseo debe incluir principalmente la limpieza de la cocina, con hábitos como quitar la basura diariamente y limpiar hornallas y utensilios; ventilar todos los días la vivienda; limpiar el interior, incluyendo pisos, paredes, puertas y ventanas; mover o cambiar de sitio los muebles, por lo menos seis meses; asear el baño, para evitar malos olores y la proliferación de gérmenes, hongos y bacterias; entre otras acciones.