La revolución del streaming ya se produjo, y está entre nosotros. Si bien es cierto que aún falta para que los consumidores sepan decodificar cuáles serán las empresas que sobrevivan, más aún si se toma en cuenta que varios actores de peso como Disney están por lanzar sus propias plataformas, también es verdad que la oferta se multiplica. En nombres y en dinero. En otras palabras: ya no es tan simple como que el único servicio disponible de este tipo era Netflix, sino que ahora casi ningún bolsillo aguantaría contratar todas las opciones disponibles, y llegó el momento de elegir. Lo que va más allá de servicios gratuitos como el estatal Cine.ar, claro. No afectan la economía.
Hoy por hoy, en Argentina hay cinco principales opciones para consumir streaming por la vía legal: Netflix, Cablevisión Flow, HBO GO, FOX Premium y Amazon Prime Video. Cada una posee ventajas y defectos, tanto en contenido como en accesibilidad, que detallaremos a continuación. A ellas se agrega Qubit, cuyo fuerte es el cine clásico.
El primer gigante. Netflix fue la primera que dominó globalmente el mercado del streaming. Si bien nadie en su sano juicio analizaría seriamente el mercado solo en base a las declaraciones de las empresas, esto significa que habría que poner entre signos de pregunta la cantidad exacta de usuarios, aunque el hecho de que es la más grande resulta obvio.
Al ser la primera, es la que más se ha adecuado a los distintos tipos de demanda de usuarios. En ese sentido, cuenta como ventaja que es muy fácil de instalar, ya que está disponible tanto en los televisores inteligentes como en el resto de las tecnologías de apoyo (sticks, consolas, etc.). También por ser pionera, posee un catálogo frondoso.
Sin embargo, por el lado de las debilidades, está la calidad, que ha bajado notoriamente. La causa fundamental es que los grandes estudios, otrora sus principales proveedores, vieron el negocio ajeno, comenzaron a desarrollar sus propias plataformas y dejaron de cederle sus productos a Netflix. Así, al gigante del streaming le queda fundamentalmente producir sus propios contenidos.
No es casual que, fundamentalmente desde diciembre, el usuario encuentre en el home de la plataforma que casi todo son producciones originales. Muchas de las ajenas ya se fueron porque los derechos vencieron, otras están por hacerlo, y al parecer Netflix va acostumbrando a sus clientes a lo que será su futuro. En el medio, gastaron US$ 100 millones por un año de los derechos de la serie Friends, como para aminorar el mal trago de tener que ver sí o sí sus producciones originales, que aún distan mucho de estar aceitadas como para poseer un promedio de calidad interesante.
Nac & pop. Cablevisión lanzó su plataforma Flow. Si bien se trata de un servicio extra al abono del cable, puede considerarse una plataforma de streaming con todas las reglas. En esa plataforma funcionan también parcialmente otras, como HBO GO y FOX Prime, que deben pagarse aparte y al mismo tiempo habilita dichas plataformas en otros dispositivos. A la hora del análisis, conviene tomarla por separado, porque contratar a las otras dos no implica necesariamente poseer Flow.
Entre sus ventajas está que si se contrata el servicio con caja, va un técnico, lo instala, y el consumidor ya tiene todo funcionando. Puede, además, descargarse la app en su teléfono celular, tablet o computadora. Otra ventaja es que, al estar relacionado con el servicio de cable, permite poner pausa a las emisiones en vivo, o rastrear hasta 24 horas antes la programación de todas las señales contratadas. Otra virtud es que han sellado un acuerdo con la BBC por contenidos específicos, lo que permite disfrutar de muy buenas series como, por ejemplo, Luther.
Por el lado de las debilidades, se trata de una empresa nacional y, obviamente, al intentar adquirir contenidos en el exterior se ve en inferioridad de condiciones ante competidores que pueden comprar paquetes globales. Su catálogo es limitado, y si bien se nota un intento de mantener un estándar de calidad, determinadas lógicas corporativas hacen que haya una sobreabundancia de productos de El Trece, que al reproducirlas se descubre que no toleraron bien el paso del tiempo.
No es televisión, es hbo. El servicio premium por antonomasia del cable posee su plataforma de streaming. Debe hacerse notar que lo que ofrecen en su app es notoriamente superior a lo que puede verse en el servicio de Flow: conviven casi todas sus series con las películas propias y los derechos adquiridos para emitir en el cable que implican su utilización por tiempo determinado en el streaming. Así, por más que HBO integra el conglomerado de Time Warner, pueden encontrarse tanques de la Disney como la última Vengadores. Puede decirse, sin ánimo de equivocarse, que posee un catálogo que le envidia todo el resto de las plataformas.
Sin embargo, posee una debilidad mayúscula. Es extremadamente difícil poder verla en el televisor. Salvo con un stick chromecast o conectando una laptop a través de un cable, resulta prácticamente imposible –y hacerlo por estas vías implica seguir enchufando aparatos para que no se queden sin batería–. Es evidente que a un gigante de estas características no le interesa demasiado el streaming, porque es notoria la ausencia de facilidades para el usuario. No se trata de un accidente, ni de un error, sino más bien parece una decisión empresarial: esperar, quizás, a que haya un servicio de streaming de Time Warner que englobe a HBO.
Especialistas en clásicos. FOX Premium posee las mismas debilidades que HBO GO, aunque en menor medida –en un par de televisores inteligentes se puede conseguir la aplicación–. Sin embargo, no posee las mismas virtudes.
Tiene un catálogo muy amplio, pero en él se destacan clásicos del cine de las décadas del 50 y del 60. Si se trata de films o series más modernas, se circunscribe a lo que produce su empresa madre en el nombre –ya que en los papeles es propiedad de Disney–. En ese sentido, tiene una gran dependencia de lo que genere FOX, que no tiene calidad uniforme.
El gigante que viene. Jeff Bezos es el hombre más rico del mundo –o lo era hasta instantes previos a su acuerdo de divorcio–, y su compañía Amazon cuenta siempre con esa ventaja. Poseen capital, poseen conocimientos en el desarrollo de la tecnología, y saben muy bien cómo desarrollarse.
Como desventaja, puede señalarse que no es de instalación tan sencilla como Netflix, aunque están avanzando mucho en ese sentido. Y que, al ser relativamente nueva, no posee un catálogo muy abundante.
El resto son virtudes. Las series originales son en general de muy buena calidad, y adquirieron otras estratégicamente para resaltar entre sus competidores: Big Bang Theory, Two and a Half Men y Seinfeld, contemporáneas y clásicas. Además, una curiosidad: ofrecen films que se exhibieron hace poco en cines en nuestro país, como Hereditary, o se superponen con lo que dan otras plataformas, como Valerian (también en HBO) y otros títulos que Flow ofrece en alquiler y en Amazon están gratis con la suscripción. Un gran cuidado en conformar el catálogo presente y el futuro, que se refleja en la inversión de US$ 1.000 millones para desarrollar su propia serie de El señor de los anillos. Es, probablemente, el actor con más chances de crecer. Al menos hoy por hoy, hasta que a fin de año aparezca Disney+, el verdadero cuco de todas las empresas de streaming existentes.