ESPECTACULOS
‘PUAN’

“Conseguir un espacio es cada vez más difícil”

Los directores María Alché y Benjamín Naishtat estrenan la película que fue premiada en la última edición de San Sebastián. Una comedia política, diseñada para el talento, también celebrado, del actor Marcelo Subiotto.

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Galardón. Los directores se alzaron con el premio a Mejor Guión, en el famoso evento, y celebrado festival español de cine. | Shutterstock

Puan llega a los cines de Argentina con el valioso antecedente de su exitoso paso por la última edición del Festival de San Sebastián, donde ganó dos premios importantes y cosechó muchos aplausos al final de cada una de las tres funciones en las que fue exhibida. La película dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat ganó en las categorías Mejor Guión y Mejor Interpretación Protagónica quedó en manos de Marcelo Subiotto, actor argentino de gran recorrido en el circuito teatral porteño que encarna al profesor de filosofía que está en el centro de la escena en una historia que, apelando al tono de la comedia, funciona bien como pintura de los avatares de la educación pública en Argentina. “Queremos dedicarles este premio a las personas que nos enseñaron a escribir y pensar en el marco de la educación pública argentina”, dijo de hecho Naishtat cuando subió con su socia y pareja al escenario en la ceremonia de clausura del Donostia Zinemaldia para recibir el premio por el guión que escribieron juntos.  

En Puan, el nombre con el que los estudiantes suelen referirse a la Facultad de Filosofía y Letras cuya sede está ubicada en el 480 de esa calle homónima del barrio de Caballito, un docente con años de experiencia (el rol de Subiotto) tiene la posibilidad de quedar a cargo de una cátedra cuyo titular acaba de fallecer, pero imprevistamente aparece un competidor avezado que llega a Buenos Aires con el aval de haber trabajado en Alemania (el papel de Leonardo Sbaraglia) y una personalidad que destila confianza y autosuficiencia. Rafael Sujarchuk es indudablemente un adversario académico de fuste para el protagonista: cita a Kant en alemán, tiene una novia que despierta envidias (Lali Espósito, en un breve cameo) y parece muy decidido a quedarse con el puesto. 

El film luce un elenco muy sólido (Mara Bestelli, Alejandra Flechner, Julieta Zylberberg, Andrea Frigerio, Héctor Bidonde, Damián Dreizik, Camila Peralta), fotografía de la francesa Hélène Louvart (quien ya había trabajado con Alché en su largo Familia sumergida) y dos clásicos de la música popular nacional en la banda sonora, Dos Cero Uno, de Charly García, y Niebla del Riachuelo, el famoso tango de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo.

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Durante la pandemia, Alché y Naishtat estaban trabajando por separado en sus propios proyectos mientras intercambiaban intermitentemente ideas sobre una ficción que pretendían escribir especialmente para Subiotto y Bestelli. “Armamos un documento en el que íbamos incorporando ideas –revela Alché–. Cada uno, escribía sus escenas, hasta que tuvimos bastante rápido una primera versión del guión.No teníamos la idea preconcebida de dirigir juntos, pero como nos entendimos bien en ese proceso de escritura, nos pareció que era lógico intentarlo”. 

Y así fue: Alché y Naishtat –también director de Rojo, un film que se llevó premios por la dirección, la fotografía y el protagónico de Darío Grandinetti en la edición del Festival de San Sebastián de 2018– se animaron a dirigir juntos, una experiencia siempre exigente, y lograron muy buenos resultados. “Decidimos todo entre los dos –asegura Benjamín–. No quisimos dividirnos demasiado las cosas. Nos ocupamos juntos de cada uno de los aspectos del proyecto, lo que implicó un mayor gasto de energía y también mayores posibilidades de tener que sortear diferencias, pero al final hubo un proceso de síntesis que le hizo muy bien a la película. En lugar del director que se convierte en una especie de tirano que va decretando todo lo que hay que hacer, en este caso hubo mucha colaboración. Hoy siento que volver a dirigir en soledad podría ser un ejercicio de menor vuelo. Veremos…”.

Lo que ambos tenían claro era el tono del relato: una comedia sofisticada enojada en los dilemas profesionales y existenciales de un trabajador de la educación pública en un país donde no sobran los recursos. “Nos parecía un buen desafío experimentar con ese género –señala María–, sobre todo porque siempre es interesante conectar desde el humor con temas que son profundos. fue una apuesta consciente”. 

El humor de Puan es sutil, alejado de trazos gruesos y soluciones convencionales. “No pensamos la película para que sea necesariamente masiva, sobre todo porque el éxito en taquilla suele tener que ver con cuestiones que los cineastas no podemos controlar: el acceso a las salas, cada vez más restringido para el cine argentino, la plata que tenés para la publicidad. Pero hay películas muy sofisticadas que son masivas: pienso en el cine de Stanley Kubrick, o en el de Alexander Payne. Nosotros tratamos de que haya una paleta de colores bastante diversa: desde el Peters Sellers de La fiesta inolvidable hasta algunos pasos de comedia más ‘intelectualoides’, pero siempre con la idea de divertir y hacer pensar. La comedia es un género que ya en sus orígenes en la Antigua Grecia reflejó con crudeza las miserias de esa sociedad. Es un género ligero que permite abordar temas muy pesados”.  

Una de las fortalezas de Puan es el trabajo de Marcelo Subiotto, ajustadísimo en la composición de un personaje que luce agobiado por las circunstancias en las que vive y debe enfrentar repentinamente una situación inesperada que altera por completo su rutina. “Conversamos mucho con él para definirlo desde lo físico –explica Alché–: un tipo que anda siempre corriendo, que tiene todo el tiempo una mochila colgada, al que se le caen las cosas, que come apurado mientras habla por teléfono y que se mueve con bastante torpeza. Quisimos plasmar el ritmo con el que se vive hoy en una ciudad como Buenos Aires, donde casi todos hacemos muchas cosas a la vez. En este personaje está reflejada la contradicción de tratar de sobrevivir en un mundo capitalista y al mismo tiempo, dedicarse a pensar”. 

Producir cine en Argentina no es hoy una tarea simple. La crisis económica que atraviesa el país, sumada a la gran explosión de las plataformas de streaming que cambió los hábitos de consumo del público, ha determinado un escenario complicado. El fondo con el que el Incaa cuenta para financiar proyectos viene adelgazando indefectiblemente porque se nutre de un impuesto a las localidades y la asistencia a las salas decreció notoriamente a partir de la pandemia. 

Hace falta paciencia, voluntad e imaginación para llevar adelante una película. “Más allá del apoyo del Incaa y el mecenazgo al que aplicamos, pudimos concretar un un esquema no tan habitual, con fondos de distintos países –apunta Naishtat–. Más del 60% de la plata llegó de precompras e inversiones públicas y privadas de Italia, Alemania, Francia y Brasil. Los productores trabajaron mucho para que podamos filmar en buenas condiciones. Me parece importante puntualizar esto en un momento en el que ha aparecido un candidato a presidente que ataca frontalmente al cine argentino. Todo ese dinero traído del exterior genera trabajo en Argentina. Y el círculo se completa con la venta de la película a países como España, Francia y Brasil”. 

Puan se estrenó este jueves con una salida razonable: salas en un contexto donde mandan los tanques de Hollywood. “Conseguir un espacio es cada vez más difícil. Y eso que el cine argentino viene haciendo ruido este año: hubo películas en Cannes, en Venecia, en San Sebastián… Es bastante milagroso lo que pasa con nuestras películas en este panorama. La gente del cine nacional es muy creativa y muy resiliente. En el exterior no pueden creer que hagamos películas en medio de todas estas vicisitudes y que esas películas estén en las ventanas más importantes del mundo”.