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Danza, música y artistas plásticos

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En 2013, Inés Bogea, directora de la São Paulo Companhia de Dança, me había propuesto crear una obra para su compañía, con la condición de que tuviese música argentina. Así surgió la idea de crear una obra con música de Raúl Barboza, excelente músico argentino especializado en ritmos como el chamamé y la música litoraleña. El resultado fue Litoral, una obra difícil técnicamente y a la vez con mucho humor. Se vio por primera vez el 18 de abril pasado en el Encuentro de Danza de Piracicaba, y se estrenó el jueves en el Teatro Sergio Cardoso de San Pablo.
La música de la región del Litoral desde siempre me ha parecido estupenda. De chico escuchaba a Antonio Tormo cantar El rancho ‘e la Cambicha, y muchos otros temas como Merceditas, La vestido verde, María va, etc. Barboza es un músico que, además de estar muy compenetrado con las raíces del estilo, aporta a sus creaciones un formidable toque, muy personal e intelectual.

Con Graciela Galán, una escenógrafa y vestuarista maravillosa, hemos trabajado en los últimos años en varias creaciones. Comenzamos el año haciendo para el Ballet del Teatro Colón Rapsodia sobre un tema de Paganini, y la mencionada Litoral. Antes habíamos hecho Flamma Flamma y La canción de la Tierra para el ballet del San Martín, y la ópera El barbero de Sevilla para el Colón. Graciela posee gran imaginación y sensibilidad; con ella conformamos un muy buen equipo de trabajo. Durante treinta años trabajó en Francia y en otros países europeos, y por suerte ha vuelto a casa, o sea, es como yo: somos dos repatriados, lo que nos ha dado motivos y lazos comunes. En estos días trabajamos con Himno a la alegría, el 4° movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven, junto a nuestro querido Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, material con el que participamos de la reinauguración de la Sala Martín Coronado, ahora restaurada, el pasado 24 de mayo. He decidido seguir trabajando con toda la Novena sinfonía, que presentaremos completa en la Sala Coronado a fin de año.

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Así, con todas estas producciones, 2015 es un año muy fructífero y significativo para mí, entre otras razones porque Litoral marca un hito en mi carrera artística: la São Paulo Companhia de Dança es la compañía número 50 que ha estrenado obras de Mauricio Wainrot. En efecto, mis obras se han estrenado en Europa, América y Asia. Con varias de estas cincuenta compañías he trabajado no sólo una vez sino muchas, lo que ha generado relaciones profesionales con numerosos artistas, con los que sigo compartiendo sueños, fantasías, realidades tangibles y espirituales.
Diversas razones colaboraron para el salto hacia mi carrera internacional, entre ellas, haber estado en un sitio justo en el momento justo. En 1984, cuando en Buenos Aires estrené Anne Frank, la vio el director del Ballet de la Opera de Gotemburgo de Suecia, Ulf Gadd. Dos años después me invitó a hacer montajes a su compañía. Algo similar pasó en 1985, cuando invité a Les Ballets Jazz de Montréal a ver un ensayo de Fiesta y, al terminar, la directora Geneviève Salbaing me contrató para ir a Montreal al año siguiente. Les Ballets Jazz, por ser una de las compañías que más viajan por el mundo, fueron mostrando mis obras –ocho en total–; así, muchos otros directores me fueron contactando y terminé siendo director artístico de Les Ballets Jazz de Montréal.

Aprendí que no sólo era importante el hacer en el estudio como maestro y coreógrafo con los bailarines, sino también ocuparme de dar a conocer mi trabajo. No puedo decir que me contrataron por argentino, o que hay un interés especial por lo argentino, pero sí creo que tienen cabida propuestas que lleven una firma coreográfica diferenciada. En la actualidad, además, hay muchísimos festivales, que son una excelente vidriera para mostrar lo que cada uno hace. Los gobiernos pueden ayudar, pero está en cada uno encontrar su camino particular. El mío, que no es ni una receta ni el único, me permitió trabajar con cincuenta compañías en el mundo y montar más de 200 obras entre estrenos y reposiciones.
En casi todo lo que he realizado incluí a mi querido Carlos Gallardo. La mayor parte de mi carrera artística estuvo asociada y ligada a este gran artista plástico, escenógrafo y vestuarista, con quien hicimos una sociedad artística extraordinaria, trabajando juntos en más de cuarenta de esas compañías mencionadas y creando más de treinta obras. También compartimos 32 años de vida en común en Buenos Aires, Bruselas, Montreal y de regreso a Buenos Aires, hasta que falleció en 2008. Sin duda, sin él a mi lado, mi carrera artística y mi vida personal habrían tenido otro destino diferente, y seguramente, no tan bueno.

*Coreógrafo. Director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín.