La muerte de un artista de la dimensión de Luis Alberto Spinetta siempre deja un gesto de incredulidad no sólo porque cuesta asimilar la pérdida irreparable sino porque también se calla la voz creativa de un tipo que musicalizó la vida de los argentinos en los últimos 40 años.
El Flaco no sólo fue un músico, fue vanguardia, leyenda y el embrión, junto a Moris, Miguel Abuelo, Tanguito, Javier Martínez y Pappo y otros náufragos, del rock cantando en castellano, cuando las radios se empeñaban en pasar temas en inglés y los tangueros y los folkloristas le escapaban a los pelilargos.
Su fama no supo de estridencias y más allá de los premios que recibió a lo largo de su carrera, se ganó lo que todo artista sueña: admiración y respeto. Su obra es tan multifacética, compleja y luminosa que sus canciones trascienden los tiempos. Ya en 1969 con Almendra alumbró "Muchachas ojos de papel", "Plegaria para un niño dormido" y "Ana no duerme", himnos de una generación golpeada por la represión.
El Flaco era músico pero por sobre todas las cosas un poeta que supo absorber a Artaud, Rimbaud, Carlos Castaneda y Foucault que se reflejaban en cada una de sus composiciones.
Pero también se le animaba al rock and roll como con "Pescado Rabioso" o "Invisible" donde dejó canciones inoxidables como "El Anillo del Capitán Beto", "Durazno Sangrando", "Los libros de la buena memoria" y "Las golondrinas de Plaza de Mayo".
Su evolución llegó a uno de sus puntos más altos cuando armó "Spinetta Jade" y luego emprendió una carrera solista con discos como "Tester de violencia", "Don Lucero" y "Pelusón of Milk" que fueron elegidos como mejores discos por la crítica en los años '88, '89 y '91. Tuvo un acercamiento con Charly García ("Rezo por vos"), un disco con Fito Páez ("La, la la"), y coronó esta etapa con "Spinetta y los socios del desierto". Durante los 2000 compuso ciento de canciones que se reflejaron en seis discos y en los últimos años se dio uno de los grandes gustos de su vida: tocar en el estadio Vélez Sarsfield el 4 de diciembre de 2009 en un concierto que duró cinco horas con "Spinetta y las bandas eternas".
Su compromiso social también fue profundo como de bajo perfil. Sin ruidos mediáticos se acercó a los familiares de las víctimas del Colegio Ecos, para apoyar su causa. A veces con una remera, otras con un cartel pero siempre con sutilezas, como su arte, y otras con humor. Como aquella vez que fue sorprendido en un romance con Carolina Peleritti. El Flaco, acorralado por los fotógrafos, se entregó a los flashes con un cartel que decía: "No lean estupideces, lean libros".
(*) Editor Perfil.com