El jazz tiene todo lo que está bien, para esta forma mía de entender la música” dice Roxana Amed. Su nuevo trabajo la encuentra en su mejor modo: creando jazz desde una alteración sentida pero que busca saludar a los clásicos. Así aparecen entonces en Unánime, su más reciente creación, Flamenco Sketches, de Miles Davis. La compositora, productora, y entrenadora vocal fue la ganadora del Premio Gardel a Mejor Álbum de Jazz por Ontology, y define su rango vocal como diverso: “de Ginastera a Miles Davis, a Spinetta, a Julio Reyes. Me gustan los universos con contenido, con identidad, con riesgo, pero con decisiones. Cuando produzco mis universos tienen a mi voz como eje, no desde el ego o la complacencia ante mi sonido, lejos de eso. Es que es lo que más conozco.”. En su obra se ha rodeado de ombres como Chucho Valdés, Pedro Aznar, Niño Jesele, Chicho Pinheiro, y Linda Briceño.
—¿Cómo vivís al jazz y qué dirías que puede decir sobre el arte que ninguna otra arte o estilo musical puede decir?
— El trabajo delicado de capas en el momento de componer y la explosión de todas esas opciones en el momento de improvisar. Las tímbricas espontáneas, la composición vanguardista, el eventual uso de la palabra para abrir puertas. Y la voz en ese contexto también debe reflejar esa pluralidad de conceptos. Creo que el jazz reclama perspectiva histórica, de su propia tradición y desde ahí rompe y avanza conversando con otros géneros. Y todo eso se debe cifrar en la voz del artista al que le reclama identidad y unicidad. Es fugaz y eso pocas artes lo tienen.
—¿Cuál es tu vínculo con los estilos clásicos argentinos, como la chacarera, y por qué suelen aparecer en tus creaciones?
—Crecí escuchando música argentina, no tenía acceso a mucha música cuando crecí. Eso y música clásica porque estudié piano desde los 5 años. Encuentro en la zamba y en la chacarera una gran comodidad rítmica y melódica para improvisar, para contar historias. Y me llevan a mi territorio familiar, que es algo que nunca quise perder.
—¿Cómo crees que vivir a la distancia resuena en tus búsquedas?
—Siempre cultivé la música argentina, desde que vivía en Argentina y como siempre quise abordarla de un poco no tradicional, desde la fusión o el jazz, siempre resultaba nueva para mí… Vivir fuera de mi país me ha hecho adquirir una especie de responsabilidad por compartirla, con mezclarla, por enseñarla, por ponerla a disposición del talento de mis músicos estadounidenses. Y florece cada vez más.