ESPECTACULOS
ENTREVISTA A JOAQUN FURRIEL

El perverso de "Montecristo"

Fotógrafo y viajero incansable, eligió ser actor porque le parecía injusto que el hombre estuviera destinado a vivir una vida. No soporta ver más de dos horas diarias de televisión y cree que pelearse con Paola Krum, en la ficción, es la receta de su matrimonio feliz. Galería de fotos

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SENSACIONES. "Cuando estoy en escena, siento que el tiempo se suspende, como cuando hago el amor", asegura Furriel. | Cedoc
Serio, concentrado, pensando las palabras, Joaquín Furriel desnuda su vida en cuestión de minutos. De pronto, sus cejas se arquean y su mirada se detiene en el vacío. El ruido de la calle pareciera no molestarlo, tampoco la gente que de reojo lo espía mientras pide su almuerzo, a las 14, en un bar justo enfrente de Plaza Congreso. Por el fervor con que defiende sus ideas, el enemigo de Pablo Echarri en Montecristo podría haber sido un líder político o un rebelde con causa. Pero antes de ser hoy el más odiado de las ficciones televisivas, el muchacho de redondos ojos verdes fue “el Niño” de Soy gitano , un carpintero en Jesús, el heredero, y un abogado enamorado de Celeste Cid, en Ambiciones . En teatro, protagonizó junto a Carolina Fal La malasangre, de Griselda Gambaro, La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca y Sueño de una noche de verano, obra en la que Shakespeare hizo de Cupido al enfrentar al actor con Paola Krum, su actual pareja en la vida real, y en la ficción.

Con 26.7 promedio de rating desde que comenzó el primer capítulo en abril de este año, Montecristo lucha contra el baile de Marcelo Tinelli, doblando la apuesta. De hecho, mañana Telefe volverá al ataque con un capítulo que promete el reencuentro entre Krum (Laura) y Echarri (Santiago).

—¿Cómo convive con la crueldad de su personaje?
—Y, lo oscuro siempre es lo más atractivo. Creo que hay algo muy oscuro que se esconde en el ser humano, evidentemente genera placer, si no, no existirían los horrores que existen a nivel mundial. Yo no tengo miedo de mostrar todo lo que estoy mostrando porque no me considero eso. Muchas veces cuando escucho que los actores quieren que sus personajes sean siempre buenos... para mí están ocultando algo horrible de ellos que no se animan a mostrar. En definitiva, ser bueno o no es un concepto que te quita libertad para actuar.

—¿Qué tan cerca le tocó el tema de los desaparecidos?
—Tuve contacto con amigos de mis padres que debieron exiliarse y tengo amigos que han vivido en el exilio guardando historias crueles a raíz de la dictadura. Después profundicé desde el lugar que ocupa en mí la historia argentina. Me fascina. Por eso, el año pasado hice La malasangre.

—¿Le interesa rescatar la historia nacional?
—Absolutamente. Me parece que el revisionismo es un buen lugar para plantarse como actor.

—Algunos dicen que Montecristo es kirchnerista, ¿usted qué cree?
—No es poca cosa hablar de los derechos humanos. Desde luego, hay miles de historias para ser contadas, y se eligió contar ésta desde ese lugar. Pero calificar un programa de “kirchnerista o no kirchnerista” es reducirlo. Estamos ansiosos con este gobierno porque queremos que todo cambie... Pero cuesta mucho tiempo en un país que fue destruido por todos los gobiernos de turno, que lo regalaron a nivel cultural, educativo y moral. Es difícil volver a armar las instituciones para que Argentina vuelva a ser el país que todos queremos.

¿Qué no soporta de la televisión?
—En principio, no puedo ver más de dos horas diarias, pero tiene que ver con el tiempo que tengo disponible y con el que yo puedo resistir. Hay algunos noticieros y programas que ya sé qué la línea editorial tienen y no quiero que me traten como a un perejil más.

¿Se bancaría un protagónico en el prime time?
—Ahora, en parte, lo estoy haciendo. Me siento seguro de las decisiones que estoy tomando, y eso me lleva a aceptar protagonizar en horario central. Creo que estoy en un buen momento para asumir esa responsabilidad.

—¿Cuándo sintió que su vocación era la actuación?
—A los doce años, en un taller del colegio. En medio de una improvisación, descubrí que podía vivir más vidas. Porque hay algo de la vida que me resulta injusto y es que uno esté destinado a vivir sólo una. Me resultan muy seductoras esas existencias. En el momento en que estoy en escena tengo la sensación de que el tiempo se suspende, como cuando hago el amor. Es algo muy intenso, aunque no siempre se dé.

Furriel hace malabarismos con la ensalada luchando, cada tanto, con el bife de su plato. Mientras, cuenta las aventuras de sus viajes por el mundo, experiencia que vive desde los 15 años. Italia, Londres, Grecia, París, Tailandia, Camboya, Nepal... el Himalaya. “Me gusta la posibilidad de conocer otras culturas y creo que, en lo diferente, yo encuentro mi propia identidad. Me atrae el arte en todas sus manifestaciones, es lo que más respeto de la humanidad.” Desde entonces comenzó a sacar fotos. Muchas, pero muchas fotos. “Es la idea de capturar el momento y de descubrirlo en lo cotidiano. Cuando más posibilidades tenés de abrir tu percepción, de leer, de escuchar música, viajar, tratar de potenciar lo máximo y salir de la adversidad. Para mí ese ejercicio dignifica a las personas.

—¿Para cuándo cine?
—Tengo muchos sueños, pero ya van a venir. De a poco. Tiempo al tiempo.

Terapia de pareja
En pareja desde hace dos años, Joaquín Furriel y Paola Krum coinciden por primera vez en una misma ficción. Sin embargo, para él compartir el ambiente laboral no le genera mayores problemas. “La pasamos muy bien trabajando juntos. El contraste entre los personajes y cómo somos en realidad, es muy llamativo y hasta resulta divertido. Lo recomiendo para los matrimonios. Te peleás en la ficción y después volvés a tu casa tranquilo. Todo es paz y amor”, dice entre risas.

—¿Cuánto atentaron contra la fragilidad de la pareja las escenas de sexo que ella protagonizó en Montecristo?
—Al principio para mí era una incertidumbre esto de tener una pareja en la misma telenovela. Al final, el resultado fue altamente positivo. Muchos no lo podrán entender, como yo no entiendo muchos de los oficios que no conozco. Tendrías que volver a nacer como yo, para entender lo que me pasa a mí. Para mí es algo normal, cotidiano. Hay muchas cosas de mi realidad que muchos no comprenderían.