Agarrate Catalina, la histórica murga uruguaya, presenta su nuevo disco “Defensores de Causas Perdidas” con una gira por toda la Argentina que comienza el sábado 6 en el Teatro Gran Rex. En una entrevista con PERFIL, Yamandú Cardozo, uno de sus fundadores y referente de la canción popular uruguaya analiza el pasado y el presente de la banda, y su influencia en la Argentina.
—¿Cuál es el eje de este nuevo trabajo, “Defensores de Causas Perdidas”?
—Básicamente, es la historia de una institución de hombres y mujeres que se empeñan en ir contra la corriente del mundo en momentos imposibles para dar peleas que ya nadie da.
—¿Puede tomarse como una continuidad o conclusión de los discos anteriores? ¿Tiene puntos en común con ellos?
—No necesariamente, pero sí tiene puntos en común con algo de nuestra obra pasada, porque somos los mismos alfareros que van modelando artesanías con el mismo barro. Buscamos, variamos, nos movemos, nos rompemos a nosotros mismos y nos reinventamos. Sin embargo, siempre hay elementos o disparadores que conectan con algo de lo anterior.
—El disco fue presentado en el Carnaval de Montevideo, donde salieron segundos. ¿El hecho de volver al carnaval luego de varios años hizo que tuviera una producción particular?
—No. Todos y cada uno de los espectáculos que hemos armado tienen una producción cada vez más particular y exigente. Siempre apostamos a más y anhelamos a que el que venga sea superior. En este caso en particular, buscamos un espectáculo que nos enamorara y así sucedió.
—¿La presentación saldó de alguna manera la polémica que tuvieron estos años con las autoridades del Carnaval?
—Nosotros no tenemos una discusión con las autoridades del carnaval en particular. Tenemos discusiones con el carnaval, con la manera de armarlo que tenemos los carnavaleros y las carnavaleras. Seguimos yendo a buscar la fiesta, el juego, el puente y el abrazo. Nos enamoramos de lo que nos enamora siempre, y seguiremos huyendo de las mezquindades, de las deslealtades, de la envidia, de las trampas. Y detestamos lo que nos asquea siempre. Esto no es patrimonio exclusivo de las autoridades, se reparte bastante esa culpa entre todo el micromundo de Momo.
—En mayo harán un tour por América, en el que invitan a los hinchas a sumarse. ¿De dónde salió esta idea? ¿Buscan algo en particular? ¿Fue un "pedido" del público, en cierto punto?
—Es una idea que se nos ocurrió en 2009 y la disfrutamos cinco años seguidos yendo a Cuba. Para nosotros es una experiencia completamente nueva el poder viajar con gente más allá del elenco de la murga que nos sirve para potenciarnos y ganar amigos que fuimos sumando en estas experiencias.
—Algunas de las críticas que recibieron de sectores del carnaval uruguayo hace referencia a cierto mensaje “conciliador” respecto de ciertas posturas políticas antagónicas. ¿Les duele ese tipo de comentarios?
—Hubo un sector mínimo del micromundo carnavalero que con no muy buena leche intentaron señalar al cuplé de esa manera. Eso no es nuevo, tenemos un máster en recibir ese tipo de acusaciones.En su momento para esta gente, “La violencia” era una apología del delito; “La niebla” era un mal poema sensiblero e imposible de hacer por una murga; “La celulosa” un intento vendepatria de comprar al público argentino. Nuestro intento mucho más que ser conciliador es interpelador.
—¿Y cómo analizás el mensaje de la Catalina de este trabajo?
—Es combativo y valiente. Nos autoexige el coraje de salirse del pensamiento binario, de mantener nuestras convicciones más profundas sobre la justicia sacándose el odio de encima. Denuncia la instalación real de una grieta ficticia y altamente venenosa a futuro para el entramado social a escala de vecino, que creo nuestro gran trampolín patrimonial para la construcción de algo más justo, y más en todos y todos, y más inclusivo, y más empático.
En este punto, interviene Tabaré Cardozo, hermano de Yamandú, otro de los fundadores de la Murga y referente ineludible de la canción popular uruguaya, para dar su punto de vista.
—El disco es un intento ingenuo de reconciliar partes irreconciliables. Más bien se trata de tener una mirada panorámica del asunto. Es una caricatura que pretende poner en evidencia el costado ridículo y absurdo que tiene ese antagonismo cuando aparecen ciertas prerrogativas compartidas que se tratan de ocultar. Lejos de pensar que no hay grieta, se plantea que hay una cantidad enorme de sub-grietas transversales que dividen la división. Nos reímos de la rigidez del pensamiento maniqueo y de las lógicas binarias fogoneadas desde un lado y el otro de la brecha. No es una apología de unificación del pensamiento, sino más bien un intento de multiplicarlo en vez de dividirlo. Trata de ser un alegato contra el dogmatismo y la disciplina ideológica. En definitiva, un manifiesto a favor de la libertad.
—Muchas murgas de Argentina toman a la Catalina como referencia y eso se plasmó en el crecimiento que hubo, en cantidad de agrupaciones que hacen estilo uruguayo. ¿Tienen contacto con ellas?
—Si bien no “apadrinamos” a nadie, ni estamos al tanto de las internas ni de las realidades más minuciosas de las murgas de estilo uruguayo en Argentina, nos consta que hay muchas que han nacido del paso de la Catalina por su pueblo, de nuestro canto, sembrador involuntario. Sabemos que hay muchos chiquilines y muchas chiquilinas que entraron al universo murga por nuestra ventana. Esto nos genera una alegría liviana y orgullosa. Nosotros y nosotras en la Catalina, con nuestro tamaño vecinal, con nuestra profesión aprendida a los ponchazos, fuimos y amplificamos el eco del género que nos salvó la vida. Hicimos semilla, fuimos puente a una cosa mucho más grande y muchísimo más importante y duradera que nuestra versioncita de todo este movimiento popular.
—¿Qué causa perdida se olvidaron de tratar en el disco y quedará para el próximo trabajo?
—Siempre que podemos, seguimos haciendo encuentros y abriendo el escenario en toda la Argentina a murguistas que cantan murga uruguaya y que la aman y la admiran desde enfrente. Esa sería una buena causa para encarar.