ESPECTACULOS
luciano caceres

“Hay actores que no saben poner la voz”

El actor, que acaba de ser premiado en el Festival de Milán, rescata a sus colegas que se forman en escuelas y respeta a quienes dedican tiempo al estudio.

Lo que viene. Compondrá al villano en Los ricos no piden permiso, para Pol-ka, en octubre.
| Sergio Piemonte

El 11, Luciano Cáceres le ganó por su trabajo en la película nacional Gato negro a Michael Douglas como mejor actor, quien había encarado el protagónico en Beyond the Reach. Ambos competían en el Festival Internacional de Cine en Milán para los Premios MIFF. El film de Gastón Gallo sumó varias nominaciones más, pero se definirán recién el 9 de septiembre en Los Angeles, hacia donde partirá Cáceres para recibir el galardón. “No me lo esperaba, son las sorpresas que te da en cine. Estoy filmando mucho y trato de acompañar las películas todo lo que puedo. Mientras, estoy ensayando la última obra de Gonzalo Demaría –anticipa Cáceres–: se titula Pequeño circo de los hermanos Suárez. La creó pensando en Luciano Castro y Marco Antonio Caponi. Fueron ellos los que me llamaron para que los dirija, y se sumaron Marita Ballesteros, Gonzalo Suárez y Fernando Sansiveri”.

—¿No tenés prejuicios a la hora de armar elencos?
—Para nada, armo los grupos cuando siento que es gente con la que me da ganas de trabajar. Dirigir es un camino de confianza y de amor. Lo hacemos porque queremos estrenar, pero básicamente lo más valorado es el encuentro y el tiempo que nos dedicamos. Me formé con Alejandra Boero, que era prejuiciosa sobre la televisión y el teatro comercial, para ella sinónimos de prostitución. Boero fue mi referente, vio mi primera obra comercial, que hice con Arturo Puig, después me llamó y me dijo que estaba orgullosa de que se mostrara que se puede hacer buenos trabajos en todos los ámbitos.

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—¿Qué sentís frente a los teatros oficiales cerrados?
—La primera vez que dirigí en el Cervantes estaba con asambleas permanentes. Espero que las reformas en el San Martín y el Alvear sean para bien. Los actores ahí cobramos mucho más tarde del día del estreno, porque seguimos figurando como “proveedores”, y no tenemos continuidad laboral.

—¿Cómo trata la política a nuestra cultura?
—Es una moneda de cambio. A veces creen que conviene mucho más hacer un evento multitudinario que algo más pequeño y nutritivo artísticamente. Puedo trabajar tanto en la Ciudad como en la Nación, no soy ni de Macri ni de Cristina; pero se corre el riesgo de ser rehén de alguna gestión. Uno pone la misma energía en todas las salas.

—¿Notaste cambios desde tus inicios en la profesión?
—Siento que se perdió la formación general, salvo los que salen de las escuelas. Me encuentro con actores que no saben poner la voz, ni proyectarla ni pararse en un escenario. También hay intérpretes con mucha formación pero que no trasmiten nada: yo respeto el tiempo y el estudio.

—¿Qué pasará con el actor? ¿Harás teatro?
—Este año no estaré sobre el escenario, le tocará a Gloria (Carrá), quien trabajará junto a Muriel Santa Ana y Joaquín Furriel con dirección de Daulte. Filmaré para DirecTV la miniserie Estocolmo con Esteban Lamothe; es la misma productora de La casa del mar. También haré el unitario Signos con Julio Chávez, donde compondré un personaje con cierta deficiencia. Y casi para fin de año integraré la novela de Pol-ka Los ricos no piden permiso junto a Luciano Castro, donde volveré a ser un villano, pero con mucho poder. Sé que están terminando de hablar con Leticia Bredice, Paola Krum y Julieta Díaz. Creo que arrancamos en octubre.

 

Trayectoria y futuro

“Voy a hacer la película El hombre inconcluso, de Matías Bertilotti, que es un proyecto muy postergado. Además estoy terminando otro film, Operación México. Un pacto de amor, adaptación que dirige Leonardo Bechini sobre la novela de Rafael Bielsa. Interpreto a Tucho Valenzuela, a quien secuestraron y obligaron a que entregara a la conducción de Montoneros, que estaba en México. Sus hijos fueron desaparecidos, a su mujer la mataron y luego a él también lo asesinaron. Una de sus hijas – Sabrina– es una nieta recuperada y están buscando a su hermano, que hoy tendrá 37 años. Cuando se estrene esperamos poder difundir esta búsqueda. Me enteré de que mi papá escondió a Tucho cuando venía a Buenos Aires.”
Cuando se le pregunta por los miedos, reflexiona y confiesa: “Soy un privilegiado, tengo trabajo en teatro, cine y televisión. Me gusta alternar entre mucha exposición o trabajar para veinte personas. Nunca esperé nada, siempre fui a la búsqueda. Siento que aquí tenés que rendir examen todo el tiempo, es como si tu pasado no pesara. Hoy la trayectoria no tiene la importancia que tenía antes. A veces encuentro en el set de televisión a un gran actor para hacer un bolito y no lo tratan como se merece”.