—¿Tenés proyectos para el 2007?
—No.
“Sinceramente” es la muletilla que caracteriza a Victoria Achával, la actriz desconocida y desempleada que acompañó a Ricardo Darín en la publicidad de Corolla.
—Me encantaría decirte que tengo cuatro ofertas y estoy eligiendo la mejor, pero no. Mi representante me dice que mi material está en todas las productoras, pero no pasa nada.
—Qué sorpresa. En general las actrices no confiesan estas cosas, prefieren decir que no encuentran un proyecto que las atrape.
—¿En serio? Decime cómo es el discurso y lo anoto en la agenda del año 3000.
Quienes trabajaron con ella piensan en plazos algo más cortos. “Cuando estábamos filmando los técnicos me apostaron que dos meses después de la publicidad ya me iban a ver trabajando en televisión”, cuenta Achával. Ganaron ellos: cuatro semanas más tarde era la secretaria de Bruno (Antonio Birabent) en El tiempo no para.
—El personaje tenía poco. De hecho, nos reíamos porque sólo aparecía ofreciendo bebidas: café, té, tereré. Pero hubo un par de situaciones, como una bomba en la oficina, que me dieron la oportunidad de interpretar. Pensé que iba a ser demasiado complicado el tiempo para llegar a la emoción, porque es todo muy rápido. Pero me gustó, me divierte la tele.
Drive my car. Actriz y no modelo, había hecho comerciales para Canadá, Holanda, Eslovaquia y Perú, además de una breve aparición en Floricienta.
—El casting de Corolla era enorme, muchísimas mujeres. Cuando me dijeron que era con Darín no lo podía creer, y obviamente quería ese papel a toda costa. Quedé seleccionada, pero a un ejecutivo de Toyota le parecía que daba muy joven para él.
El director insistió y le hicieron rulos para darle otro look. Horas de peinado y una mesa redonda con todos los ejecutivos para demostrar que podía interpretar lo que le pedían. Achával fue convincente y así se la vio en el comercial. Aparentando más que sus 26 años, abordaba a Darín con el único propósito de manejar su auto. “Fue un sueño hecho realidad –confiesa–. Nunca hubiese pensado que iba a poder trabajar con él. Es una persona a la que admiro mucho, no sólo un buen actor. Estuvo todo el tiempo fijándose y dando sus puntos de vista en la puesta. Fue un excelente compañero, me ayudó con las líneas. Y más: por ejemplo, estábamos en el auto y llamaba a maquillaje para que me vinieran a retocar si él notaba que mi piel estaba brillosa. Hasta prestaba atención si quería tomar algo. Sin igual.”
Lejos de casa. Inicialmente diseñadora de modas, la vocación actoral le llegó con el amor y un intempestivo viaje a Nueva York.
— A mi marido lo conocí ocho meses antes de casarnos, a los 21. Estuvimos cuatro meses juntos y él se fue a estudiar a Estados Unidos. A la semana volvió y me propuso casamiento.
Para sorpresa de padres y hermanos, la menor de la familia dijo sí y consiguió iglesia, salón y vestido en apenas otros cuatro meses. Ni Bin Laden atentando contra las torres gemelas pudo torcer su determinación.
— Las primeras semanas allá fueron duras. Iba a comprar arroz, había 70 marcas y yo me ponía a llorar en la góndola gritando “Quiero uno normal, el amarillo, el que no se pasa”. Después me cayó una ficha, quise aprovechar la oportunidad de estar allá y me puse a estudiar actuación en el HB Estudio.
De vuelta en Buenos Aires, Achával siguió aprendiendo con Augusto Fernández. Hoy tiene ganas de hacer televisión, aunque pone algunos reparos:
—Estoy complicada con los desnudos. Lo re analizo y me parece que uno puede evocar un montón de cosas con la sensualidad más que con la desnudez.
—¿Es celoso tu marido?
—No, eso es una elección mía, un estilo de vida. Yo entro a mi casa y dejo el trabajo afuera. Me pongo a pintar o cocino. Hay cosas que reservo para puertas adentro y eso no va a cambiar nunca.
Los japoneses no saben de fama.
La campaña de Corolla estuvo a cargo de la agencia DPZ y Dentu de América Latina y la productora Repúblika Filmes. Grabaron durante cuatro días en calles de Buenos Aires y en el autódromo Oscar Alfredo Gálvez. Y realizaron en simultáneo una versión destinada al mercado brasileño.
Reunidos nuevamente para promocionar el auto en el circuito TC 2000, la actriz tuvo la rara ocasión de opacar a Darín. “Había muchos visitantes orientales y no sé si no lo conocían a Ricardo o qué, pero todos querían sacarse fotos solamente conmigo. A él no le daban mucha bola. Se quedó un rato parado mirando y haciéndome caras mientras yo no paraba de posar. Fue muy gracioso. Estábamos sorprendidos, pero los dos lo tomamos con mucho humor. Y eso que lo cargamos bastante”, recuerda Achával.