ESPECTACULOS
martin fierro

Lanata abrió fuego

Grieta. Marley, lejos de todo, ponía buena onda con Susana. Lanata habló y generó un murmullo, mala cara de Echarri y los Graduados de Oro, bufando.
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El rating: Telefe hizo 31 puntos de promedio, se llevó 13 estatuillas y con ese número le sacó el récord de lo más visto en 2013 a Jorge Lanata, la noche en que ganó tres Martín Fierro. El de Oro, cantado, fue para Graduados, el gran ganador. El Trece sumó nueve premios; la TV Pública se quedó con cuatro; América, tres, y Canal 9, apenas uno. Este año no existió el de Platino, aquel que entregaba el público. Será que Telefe quiso ahorrar, y esta vez el lugar elegido para la transmisión fue el Teatro Colón y anduvo bastante bien.

Primero se poblaron los pisos superiores: cazuela, tertulia, galería y paraíso. Luego, los palcos altos, en su mayoría con periodistas que andaban trajeados, cubriendo la grabación de los premios sin rating: siete rubros televisivos, y algunos de radio. Eso fue a las 17. Tres horas más tarde la alfombra roja por la calle Libertad comenzaba el festejo televisivo de la 43ª entrega de los Martín Fierro. Se encendían los reflectores, la gran pantalla sobre Viamonte y los militantes ecologistas en contra de la matanza de animales esperaban a sus presas. Una de ellas, Mirtha, quien justo en esta oportunidad iba sin sus tapados de piel. También la ligó Susana, a quien le tiraron del pelo. Los nominados y sus acompañantes tratando de acercarse al Teatro Colón en el atolladero de autos, la prensa adentro encallada en los palcos viendo cómo los organizadores discutían con listados en la mano, esquivaban cables, corrían de un lado al otro. Luego, el sinfín de pruebas de luces con los poderosos reflectores destinados a nuestras celebrities anulando toda posibilidad del disfrute de contemplar la extraordinaria cúpula pintada por Soldi.

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La primera en ocupar una butaca fue Ailín Salas, en un precioso vestido corte imitación retro, nominada como Revelación por En terapia. Se sentó junto a su padre, aguantó unos segundos y pronto volvieron sobre sus pasos. Algo parecido hicieron Roberto Pettinato y señora hasta que les avisaron que los esperaban en el Salón Dorado, donde un magro catering oficiaba de antesala para la gala de distinciones. Veinte minutos, a lo sumo, fue lo que les permitieron a los invitados quedarse allí, tratando de atrapar canapés para una larga noche. Cuando comenzaron a arrearlos para ir llenando la sala todo fue tomando forma. Cámaras de celulares de los distintos pisos para atrapar alguna imagen, las cortinas del escenario se abrieron y algunos vestidos (pocos) lograron avanzar casi a presión por el pasillo central. A decir verdad, la vestimenta tuvo un promedio discreto, y eso que se temía lo peor. Los entendidos dirían luego que primó el metalizado (Mirtha en plateado, Susana en un nacional dorado, Nacha –lejana– un cobrizo), con algunos desaciertos importantes, como varias del grupete de Graduados que implementaron las botas con el vestido corto, el modelito de Zampini con saquito de conejo turquesa o el bicolor con tostado dudoso de Marina Calabró. Ni que hablar de Martina Stoessel, trapeada sin excusas por su edad. Otras deslumbraron: Juanita Viale en verde, Fátima López como star de cine de los 50, Ana María Picchio en un impecable azul Oreiro. Pampita, preciosa.

A eso de las 21.20 apareció el conductor en escena. Un presentador sin texto ni capacidades para aprovechar la excepcional acústica de ese tradicional espacio: Marley. Sobre este escenario estuvieron Maria Callas, Pavarotti… hoy van a estar los mejores de la televisión... según Aptra. Bueno, eso es para discutir. ¿Qué premian los Martín Fierro? ¿Rating o prestigio? debatirán en los días siguientes. ¿Cuánto hay de eso para analizar? ¿Sebastián Estevanez, uno de los mejores actores protagónicos de ficción diaria? ¿Kusnetzoff, Participación Especial? ¡La Pelu con posibilidades de llevarse el Mejor Humorístico!

El ala izquierda de palcos era la zona fuerte: uno para los Calabró (por el homenaje a Juan Carlos, quien remataría con Hoy se hizo justicia) cercado por el de Susana (con Mecha y Teté) y el de Mirtha (Juanita, Nacho, Marcela). A su lado, Gino Bogani y su monocular.

La ceremonia, por más que intentó ser veloz, fue desabrida. Salvo por momentos que atragantaban (ver a Teto Medina sobre el proscenio arengando a que aplaudan o a unos cuantos a puro mastique de chicle como Cáceres y Juanita), el resto fue nada. Pocos aguantaron hasta el final, algunos amparados por la magia de la edición, como el premio generoso a Violetta (Revelación), quien lo recibió al comienzo y pronto se retiró con sus padres pero se transmitió una hora después. Los setenta extras contratados no dieron abasto para la recta final y los lamparones de ausencias se hicieron evidentes. Y a nadie le llamaba la atención, dicen que es la costumbre: premio o no premio, clink caja y a dormir.

Pantallazo de detalles gruesos: no fue Tinelli, tampoco Ortega. Cacho Rubio finalmente entró con una chalina, los Calabró soportaron estoicos los aplausos a Lanata. Aun así pocos se quedaban en sus butacas, todos andaban con hambre y sed. Lanata, pisando seguro, abrió la línea política agradeciendo a sus denunciados, Paola Barrientos le retrucó valiente, Nancy Dupláa pidió cambiar el clima... Duró poco: Lanata, después, con su discurso de la grieta, generó un murmullo raro y la cara de Echarri, que no necesitaba interpretarse. Pobre Camerata Bariloche, pobres los Violoncelos Argentinos: casi nadie los escuchó. Lo que sí deambulaba por los pasillos eran frases tipo “Yo nunca había venido al Colón”.

Con algunos reconocimientos justos y muchos más discutibles, demasiado Twitter dando vueltas y considerables ausencias, Marley cerró la noche más importante de la televisión pasando su chivo de Celebrity splash. Al agua, pato.


*Crítica de televisión.