ESPECTACULOS
Victoria Birchner

“Las mujeres sabemos lo importante de romper silencios”

La rafaelina de nacimiento y porteña por adopción presenta su segundo disco: Que suene a Victoria. Desde sus letras levanta la bandera del feminismo.

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Lanzamiento. Su disco posee una identidad propia. | cedoc

Ya se puede escuchar el segundo disco de Victoria Birchner: Que suene a Victoria.  Desde su Rafaela natal, pasando por Rosario y ahora desde Buenos Aires, fue recorriendo un camino sin tropiezos. La acompañan con participaciones especiales Teresa Parodi, Cecilia Todd y su marido y director musical Franco Luciani. Aclara: “El nombre de este álbum surge de La canción es urgente de Teresa Parodi, que resume lo que representa para mí la música y el canto. Es una invitación para levantar banderas desde lo colectivo a través de la canción. Dice ‘suene a victoria cuando rompa el silencio’, y cuánto sabemos las mujeres de la importancia de romper silencios, de lo duro que puede ser también, pero que abrazadas y juntas somos más fuertes”. 

 

—¿En la elección de tu repertorio se refleja el feminismo?

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—El feminismo me ha atravesado y transformado como a tantas compañeras. Influye en cada comportamiento y decisión de la vida cotidiana, y la música no queda a un lado. Cuando armo un repertorio busco composiciones de artistas contemporáneos, pero también me gusta volver a escuchar los clásicos de nuestra música y hacer mi versión. Elegir cuáles son las poesías que podemos resignificar. Aquí está La resentida, una zamba que escribió Julia Ferro en los años 30 y se la dedicó a una mujer. Es un tema muy importante del repertorio porque nos demuestra que el amor en todas sus formas existe desde siempre y que la lucha del colectivo LGBT+ es más que justa hoy y siempre. 

 

—¿Qué te llevó del canto lírico en la universidad al folclore?

—En realidad el folclore es parte de mi vida desde mi infancia, y lo canté incluso siendo niña a modo de juego. Es lo que escuchaban mis padres en la radio. En la adolescencia tomé las primeras clases de canto en una escuela de música popular, en mi ciudad, y cuando egresé después de tres años de estudio empecé a cantar profesionalmente. Ya sabía qué era lo que iba a hacer toda mi vida. Solo debía elegir dónde seguir estudiando y la decisión familiar fue ir a Rosario. Recién ahí, en la universidad nacional, me acerqué al mundo del canto lírico, totalmente desconocido para mí. Estuve ocho años estudiando. Simplemente tomé todas las herramientas de la técnica y las fui usando siempre para cantar música popular. 

 

—Tu familia en la ciudad de Rafaela está vinculada con el mundo empresarial. ¿Cómo vivió tu vocación artística?

—Al haber cantado desde niña creo que todos entendieron que esa era mi vocación y tuve el apoyo de mi familia. La única condición era hacerlo de manera profesional y estudiar la carrera universitaria. No querían que lo hiciera de manera informal, pensaron en mi futuro laboral como todo padre y madre. Mi tío Efraín es saxofonista, mi abuelo materno es luthier de bandoneones y mi abuelo paterno tocó años el acordeón en una orquesta. De un modo u otro la música era parte de la vida familiar, aunque nadie se estaba dedicando profesionalmente a ella.

 

­—¿Cambiarán tus proyectos y presentaciones ahora con un aforo del 50%?

—Todas las decisiones son tomadas en equipo, me acompañan mi productor Norberto Albornoz y mis compañeros Julieta Lizzoli (piano) y Mariano Risso (percusión). Tenemos en claro que hoy lo más importante es cuidarnos. Teníamos planeada una presentación antes de la pandemia que no pudo ser. Lo que más deseo es volver a encontrarnos y mirarnos a los ojos mientras compartimos la música. Si bien es muy difícil proyectar en este contexto, sabemos que volveremos pronto a encontrarnos en vivo. Mientras tanto disfrutamos de las posibilidades que nos brinda la virtualidad. Estamos felices de que este nuevo álbum ya esté disponible en las plataformas digitales para todos y todas.  

 

El canto y sus mudanzas

Victoria Birchner explica su llegada a Buenos Aires: “La intriga de cómo será vivir en la gran ciudad es muy poderosa y la sensación de que ‘acá está todo’ también. La mudanza de Rafaela a Rosario fue un cambio muy grande en mi vida. Después conocí a Franco Luciani, quien hoy es mi compañero y padre de mi hijo. Decidimos empezar una vida compartida en Buenos Aires, donde él residía hacía más de diez años. Hoy mi lugar está aquí, pero la música (y la vida misma) dirá para dónde rumbearemos en algún futuro”.

Cuando se le pregunta por los festivales, reflexiona: “Creo que no podemos centrar todo en un único lugar, siendo nuestro país tan rico en su música y sus festividades. En cada rincón de la Argentina hay alguno representativo de la zona, y eso me resulta algo maravilloso. Por ejemplo La Chaya en La Rioja o el Festival del Chamamé en nuestro litoral, como tantos otros. Por supuesto no puedo evitar que venga a mi mente el de Cosquín, que ha marcado mi infancia cordobesa. Empecé a jugar a ser cantante cantando sobre escenarios imaginarios pensando en el Atahualpa Yupanqui de la Próspero Molina. En la última edición del festival, antes de la pandemia, viví con grandísima emoción la invitación de Franco a cantar con él una de las noches. Hicimos allí la presentación oficial de una canción inédita que hoy es parte de mi disco Damiana Aché (letra: Teresa Parodi, música: Franco Luciani). Cantar finalmente en el festival de Cosquín fue un sueño cumplido, lo hice recordándome niña y casi como un juego, pero con la responsabilidad adulta. Lo disfruté como nada antes”.