“Mi trabajo es intuitivo. Nunca lo elaboro realmente”, asegura Martin Scorsese, quien el 16 de noviembre estrenará en Argentina Los infiltrados, una película cuyo argumento se basa en Infernal Affairs (2002), de Wai Keung Lau y Siu Fai Mak, un policial de Hong Kong. En su nuevo trabajo, el realizador de La última tentación de Cristo vuelve a indagar en el mundo de los gángsters y del catolicismo irlandés.
—¿Por qué decidió hacer una remake a esta altura de su carrera?
—Defino mi propio camino en esto. Admiro y respeto el cine chino y sé que no lo puedo hacer. Entonces, es una forma interesante de encontrar mi propio camino.
—¿Hubo alguna discusión sobre el final de la película? ¿Le parece un final moral?
—Casi ninguno de los personajes tiene un camino moral certero. En algún sentido, es un mundo en el que la moralidad no existe. Hay una desesperación reflejada en la historia sobre la manera como la gente se relaciona entre sí.
—¿Por qué volvió a elegir a DiCaprio como el protagonista de su film?
—Puede transmitir el conflicto interior de un hombre joven que de repente se encuentra en una mala situación. Uno lo puede ver en su cara, en sus ojos. Esa es una de las razones por las que me gusta trabajar con Leo. Expresa emoción sin decir una palabra.
—Estamos acostumbrados a ver sus filmes de gángsters. ¿Cuáles son las similitudes que ve en todos ellos?
—Muchas, porque creo que se trata de ese viejo cliché que dice: “Para atrapar a un ladrón, asigna a un ladrón”