Tuve la suerte de nacer en una casa de clase media acomodada, con un papá y una mamá que me querían y se ocupaban de mí.
Amor, contención, colegio privado, seguro médico y dos platos de comida por día con postre y todo.
Lo que en ese momento era normal, con los años entendí que significó una gran ventaja para mí en todo lo que me dispusiera a emprender.
Cuando a comienzos de 2021, Javier Daulte, en su taller de dramaturgia, nos instó a escribir sobre algo que nos conmoviera, se me vino a la cabeza una imagen, un recuerdo de mi juventud: yo bailando en un boliche con un trago en la mano y un pibe de mi misma edad recogiendo los vasos de vidrio ya vacíos y abandonados por los rincones para que no se rompieran.
Yo disfrutando.
Él trabajando.
Yo sin saber qué hora era. Él cumpliendo un horario.
Yo gastando plata. Él ganándosela.
Así nació Del otro lado. Como un intento de reflexión sobre lo que pasa todos los días y tenemos naturalizado sin hacernos grandes cuestionamientos, aceptándolo sin más.
Una mirada sobre todos los mundos que hay en este mundo y cómo cada uno habita el suyo sin preocuparse por lo que pasa en el de los demás. Una realidad triste, cruda, carente de empatía. Lo que podría conducirnos a una obra sórdida y angustiante. Pero como todo en la vida, por más duro que sea, me lo intenté tomar con humor. Eso fue lo que más buscamos en los cinco meses de ensayo con Teresita Rellihan, Matías Hynes, Diego Leske, Tomás Raimondi, Florencia Sacchi y Augusto Alvarez, los talentosos actores y actrices que me acompañaron en esta aventura.
No hice un casting previo. O sí, y fue el más largo de mi vida, porque hice un repaso mental de todos los actores y actrices que conocía de experiencias anteriores y los convoqué directamente, confiando en sus cualidades y características para los papeles que tenían que interpretar. Los ensayos y sus improvisaciones en los mismos hicieron crecer la obra y la dotaron de diversos matices.
Buscamos atravesar temas como la injusticia, la desigualdad, el machismo, el feminismo, la discriminación, la violencia física y verbal, la muerte, la amistad, el amor y el desamor, desde un lugar contemplativo, sin emitir juicios de valor. El desafío fue tocar estos temas tan sensibles y delicados con todo el humor que fuera posible, sin por ello perder profundidad.
Pero… ¿es posible reírse de cosas que son para llorar?
¿Podemos tomarnos con deliberada sorna situaciones que aquejan a tanta gente?
¿Hay lugar para la ironía entre tanta desgracia?
La música, la puesta de luces de David Seiras y sobre todo el escenario giratorio en 360 grados diseñado por Ramiro Starosta colaboran para que la propuesta esté mucho más cerca de lo lúdico que de lo formal. Para que el público, más allá de los temas que lo puedan interpelar, esté constantemente entretenido. Del otro lado habla en tono de parodia sobre las diferencias entre las clases sociales a través de sus personajes y sus historias de vida.
Primero disímiles, casi antagónicas.
Luego entrelazadas, hasta volverse una única historia.
El Polaco y Seba son íntimos amigos y se juntan en un restaurante a hablar de sus vidas. Uno está casado. El otro separado. Los dos frustrados. A medida que la conversación avanza nos vamos enterando de sus problemas.
Pero del otro lado de la pared, en la cocina del restaurante, hay otro mundo, con otros problemas. Mabel, la cocinera, y Rodrigo, el bachero, tienen una relación fraternal que va más allá del trabajo. Se quieren, se escuchan, se acompañan.
Los dos universos parecen absolutamente paralelos, hasta que comienzan a cruzarse para terminar uniéndose de manera tan salvaje como desopilante.
Porque en definitiva, y aunque nos cueste darnos cuenta, no importa a qué clase social pertenezcamos, todos lidiamos con nuestros problemas y nuestras emociones.
Todos estamos en la misma.
* Autor y director de la obra “Del otro lado”, que se presenta por última vez el miércoles 30 a las 21 hs en El Tinglado (Mario Bravo 948).