Uno de los programas de la televisión argentina que se adaptaron a estos tiempos de cuarentena es Corte y confección, que se emite de lunes a viernes de 16 a 17.30 por El Trece. Su conductora, Andrea Politti, analiza los cambios en esta tercera temporada que se inició en enero. Ella tiene mucha experiencia en los realities, vale recordar su celebrado paso por Doce corazones, Cuestión de peso o Canta conmigo Argentina, por nombrar solo los más recordados.
“Mi marido y mi hijo están en cuarentena –confiesa Politti–. Soy la única que sale de casa para ir al canal. Ahora me acostumbré un poco, pero las primeras veces que veía las calles vacías, la gente con barbijos y guantes me resultaba demoledor. Tuve que trabajar mucho el ánimo”.
—¿Qué diferencias tienen las distintas temporadas?
—La primera fue la del inicio –enero de 2019– en el estudio grande, donde se hace ShowMatch, con una gran producción de LaFlía, que son especialistas en realities y shows. La idea no solo se enfocó en el tema de la moda sino también en revalorizar una fuente de trabajo: la del modista. Los primeros participantes se comprometieron mucho, en los realities no siempre sucede. La segunda, en junio del año pasado, ya se sabía de qué se trataba y la producción propuso algo más difícil. No fue igual porque se sumaron nuevos desafíos. Los ganadores tienen la posibilidad de mostrar sus trabajos en Fashion Week Argentina. Es como una puerta que se les abre para que los vean las distintas marcas y firmas. No es solo la modelo que luce un diseño, se muestra el mundo de la moda desde adentro y la vida del taller. La tercera nos agarró con la cuarentena: no tenemos modelos porque hay menos gente en el piso. Todos estamos muy separados, ahora se hace en vivo y sin taller. Tenemos un programa de más aquí y ahora.
—¿Y los homenajes?
—Antes contábamos a veces con un jurado invitado en el estudio, como fueron Valeria Mazza o Nicole Neumann. Ahora se sumaron figuras que se transforman en jurados invitados, pero vía Skype (Flavia Palmiero, Moria Casán o Iliana Calabró homenajeando a su padre). La producción es muy inquieta. En el exterior este programa se hace una vez por semana, aunque el formato es nacional y nosotros lo hacemos diario. Empezamos con un jurado integrado por Verónica de la Canal, Benito Fernández y Elsa Serrano, pero por un tema de salud los dos últimos no pueden estar presentes, por eso algunos que estaban al frente del taller, como Matilda Blanco y Fabián Paz, se sumaron. Se agregó el Bar, con los que fueron ganando en otras temporadas, como Fabricio Allegra, Fernando Cuellar y Gerardo Casas. Tuvimos que convocar a los que pudieran venir, porque otros ganadores viven en la Provincia y era más difícil que viajaran todos los días.
—¿Cuál sentís que es tu aporte desde la conducción?
—Tengo una impronta, ya que soy una actriz que a veces juega, quiero que la gente se entretenga con lo que pasa. Busco poner alegría. Cuando empezamos con este tema –el coronavirus– sentí que era muy importante estar alegre, no bajonearse. Aunque a veces haya alguna pelea porque hay grupos humanos.
—Son varias las actrices que pasaron a la conducción…
—A mí se me dio hace algunos años y fue un punto de cambio. Venía actuando casi como un legado, donde no me podía relajar (N de R: es hija del actor Luis Politti, fallecido en su exilio en España). Cuando me convocaron en 2003 fue romper con cierto estereotipo que tenía la conducción. Descubrí algo de grande que me gustaba y no sabía que tenía la capacidad. No es fácil, aunque lo parezca. Antes los conductores venían de la locución. Después, cuando volví a la actuación, me sentí más suelta, esta experiencia sumó. Conducir es como charlar con la gente, como si entraran a mi casa. En el teatro estás detrás de un personaje. Prefiero que la actriz trabaje en el escenario cuando tenga ganas. Ahora se me arruga el alma al pensar en los teatros cerrados, pero sé que volverán de a poco.
—¿Encontraste continuidad en la conducción de realities?
—Cuando me llamaron creí que era el mismo tipo, pero cuando me comentaron cómo sería Corte y confección, me encantó. Nunca fui una especialista en moda, aunque ahora entiendo que “estar a la moda” es lo que una quiera llevar puesto. No es lo que te imponen ni lo que se usa.
—¿Cómo te llevás con la costura en tu vida privada?
—Como madre cosí lo básico, alguno que otro ruedo, botones, y hasta cambié cierres, pero soy muy mala. Me enredo con los hilos y estoy mucho tiempo para enhebrar la aguja porque veo mal… ¡Y nunca coinciden los botones con los ojales!
Otro modo de vida
“Esto que nos está pasando marcará un cambio en nuestras vidas –reflexiona Andrea Politt sobre la pandemia que marca agenda–. Había un poquito de descontrol en lo sanitario. No nos cuidabámos como deberíamos haberlo hecho. Hubo un tiempo que a los niños se les permitía comer con las manos.”.
“Hay menos cámaras en el piso –explica–, ya no me pueden peinar ni maquillar. Salgo arreglada desde mi casa. Cuando llego al canal me toman la temperatura corporal y nos pasamos gel a cada rato. No debo tener nada en las manos. Somos muchos menos en el programa y mantenemos las distancias. Continuamente están limpiando. Por suerte no tuvimos a nadie infectado. Mi vestuarista tuvo dengue, y en Palermo hay varios casos de esta otra enfermedad”.
Todos los días sale a trabajar para conducir en vivo Corte y confección pero su regreso ya no es igual. “Llego a casa –relata– y mi marido, que es muy ordenado y prolijo, me tiene preparado un trapo con lavandina para los zapatos. Me fumiga toda con un desinfectante. Entro con barbijo, después de pasar por este control, me baño. Luego de la ducha caliente, saludo. Lo estoy tomando como hábito y me relaja”.
“No soy muy salidora –asegura– me gusta ir al teatro, que es lo que más extraño, y encontrarme con amigos. Me preocupa lo que les está pasando a los actores. Tengo una idea desde hace muchos años. Quiero hacer un unipersonal y lo estoy trabajando despacito. Hay que tener la cabeza y la energía. Atrás de un espectáculo teatral hay mucho trabajo”.