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Santaolalla: "El poder tiene implícito el virus de la corrupción"

El músico apoyaría la re-re pero no se define con ningún partido.

Tangos. El músico y compositor asegura que nunca se generó tanta música como ahora, pero que las condiciones han empeorado.
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Todavía no lo puedo creer”, dice Gustavo Santaolalla a PERFIL, aunque hayan pasado seis años de ese segundo Oscar que obtuvo por componer la banda sonora de una película (el primero lo ganó por Secreto en la montaña, de Ang Lee, en 2006, y al año siguiente se alzó con otro, por la música de Babel). Para el fundador de Arco Iris, aquel adolescente oriundo de El Palomar que a los 16 ya cantaba los acordes de Mañana campestre, la vida ha girado por completo y hace largos años que quedó mirando hacia el horizonte del éxito y la fortuna. Lleva un cuarto de siglo radicado en Los Angeles, pero va y viene constantemente a la Argentina. Ahora vino por el último trabajo de su grupo uruguayo-argentino, Bajofondo, titulado Presente, un disco que define como “el más personal del grupo porque por primera vez encaramos una obra conceptual”.

—¿Cómo es eso de que no podés creer lo del Oscar?
—Y sí, es una cosa que me supera un poco. Pensá que pasó sólo cuatro veces en ochenta años que una misma persona se ganara dos Oscar back to back (uno detrás del otro). Yo no me dediqué toda mi vida a hacer música de películas. Tengo 14 Grammy, eso engancha un poco más con lo que siempre hice, es como más normal. Pero esto realmente no lo pensaba.
—¿Cómo te llevás con la popularidad? Pienso en viejos compañeros de ruta tuyos, como León Gieco, que hoy se suben a un escenario y hay decenas de miles clamando debajo... ¿Sentís que hay algo pendiente en ese sentido?
—Yo siento que la popularidad se manifiesta de diferentes maneras. Para mí el éxito es cuando uno hace algo que conecta, y hay diferentes niveles de éxito. Hacer el disco que querías hacer ya es un éxito. Y después está el éxito de la conexión con la gente. Si tocamos con Bajofondo para 60 mil personas, y conectaron con nosotros aunque no hayan ido a ver sólo Bajofondo porque es un festival o algo gratuito, igual lo conseguiste. Cuando me gané el primer Oscar había 900 millones de personas en el mundo viendo la ceremonia por televisión. Cuando me gané el segundo, me di cuenta de que estaba haciendo algo que conectaba con la gente, porque no tengo amigos en el círculo, en la academia. De hecho me quisieron descalificar dos veces, fue duro para mí, no fue tan fácil.
—¿Votás en Estados Unidos?
—Sí, y voto acá también. La última vez voté acá.
—¿Y volverías a votar a Cristina si hay re-reelección?
—Por supuesto.
—Entonces estarías de acuerdo en que se modificara la Constitución para que eso fuera posible...
—Eso no lo sé, debería ver qué otras opciones hay. Me refiero a una opción que continúe la línea de las cosas que se han hecho. Mi “ista” es de artista, no pertenezco a otro “ista”. No soy de ningún partido. Pienso que los gobiernos son como empresas, que están formadas por tanta, tanta gente que pensar que toda esa gente que lo integra va a ser honesta, que no va a haber ninguno corrupto o que van a pensar igual es ridículo. Si un partido de la oposición puede venir a decirme que si estuvieran en el poder pensarían todos igual y no habría ni uno corrupto, estoy dispuesto a escucharlos y hasta a votarlos.
—Esta misma idea sobre la corrupción en el poder, ¿la tenés respecto del poder allá, en Estados Unidos?
—Sí, tengo la misma idea y vuelvo sobre esto: hay muchos puestos y demasiada gente involucrada, que son seres humanos, son hombres. El poder desgraciadamente trae implícita la posibilidad y el virus de la corrupción. Hay gente que está vacunada, es inmune a ese virus, pero hay otra que sólo espera llegar a esos puestos para ejercer la corrupción.
—¿Y allá eso es muy visible?
—Allá no es tan visible en muchos casos, pero en otros sí, y en esos se hace demasiado visible. Hace unos días se supo que la compañía Halliburton, que es la corporación más grande del mundo y pertenece a Dick Cheney, que fue vicepresidente de Bush cuando invadieron Irak, va a cobrar del Estado US$ 39 mil millones para reconstruir Irak. Hicieron una guerra para destruirlo y después poder cobrar la reconstrucción, ¡y eso está publicado, está ahí!
Hablando de política, Santaolalla piensa que “Pepe Mujica es el presidente pobre que les encanta a los ricos argentinos. Es típico de los argentinos conchetos, que dicen ‘ese sí que es humilde’. Los neoliberales de acá lo adoran, les parece que eso es realmente un presidente humilde, pero no quisieran tenerlo acá. Si fuera el presidente argentino, lo odiarían más que a Cristina. Como es el presidente de Uruguay, entonces está bien”, sentencia.
—Llegaste en un momento complicado para muchísima gente (arribó al país pocos días después de la inundación de La Plata). Me gustaría saber qué análisis hacés sobre las responsabilidades políticas que esto implica.
—Creo que con todas estas cosas hay una parte que está más allá de lo que nosotros podemos hacer, en tanto son catástrofes naturales que se viven en todas partes del mundo. Hace muy poco sucedió en Nueva York, tengo amigos allí que tenían que subir cuarenta pisos caminando y no tenían agua ni luz. Pero hay otras cosas que responden a las realidades políticas, cosas que se tendrían que haber hecho y no se hicieron. ¿Y por qué no se hicieron? Y bueno, por ahí no se hicieron por negligencia, o porque a lo mejor se priorizaron otras cosas antes que ésas. Es algo muy compleja, y obviamente con mucho dolor, porque es horrible lo que le pasó a toda esa gente.
—Hace un tiempo le dijiste a este mismo diario que trabajabas para pagar impuestos...
—Sí, y lo sigo haciendo. Es un poco una manera de decir, pero los impuestos allá son muy altos. Sigo viviendo en la misma casa que hace veinte años, manejo un Mini Cooper... O sea, no vivo en Beverly Hills, pero mando a mis hijos a las mejores escuelas, que cuestan fortunas, por ejemplo.

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“¿Eso dijo Afo Verde?”

“No hacemos tango electrónico. No es ni tango ni electrónica, porque es tantas otras cosas más. Lo que siempre está presente es la raíz rioplatense, pero mezclada con muchos otros géneros”, dice Santaolalla, ahora a dúo con su coequipier en la producción de Bajofondo, el uruguayo Juan Campodónico. “Una de las premisas de este disco fue hacerlo sólo nosotros, sólo la banda, sin ningún invitado, a diferencia de los dos anteriores”, dice sobre el proceso de Presente, que ya se encuentra en las bateas a un precio nada menor (cuesta $ 92).

—¿Piensan que la industria discográfica está en crisis, o que la crisis es de creatividad y no de la industria, como dijo hace unos días el conocido productor Afo Verde?
Santaolalla: ¿Eso dijo Afo? Es relativo, yo creo que siempre hay artistas que sorprenden. Te diría por un lado que hoy hay más música que nunca y hay cosas increíbles en el underground, cosas que la gente no conoce, y por otro hay un estudio que dice que en el pop, en los últimos veinte años, las composiciones se han empobrecido.
Campodonico: Yo pienso que en el mundo les están poniendo mucha plata a los contenedores de música, a los formatos (el iPad, la plataforma digital, el iTunes, etc.), es decir “lo que contiene la música”, y no le están poniendo plata al contenido, a la música en sí, al artista.
S: ¡Sí, y esperan agarrar el contenido por dos centavos!
—Supongo que en Estados Unidos eso tuvo un impacto en lo económico para vos, más allá de lo mediático, como pudo haber sido acá...
S: No necesariamente, porque lo económico siempre depende de lo que quiero hacer. Sí se abrieron más puertas. “Oh, sí, el tipo que ganó el Oscar”. Pero ninguna de las películas en que trabajé tiene el típico formato Hollywoodense. Me han hecho ofertas de algunas con mucho, mucho presupuesto, y las he pasado porque no me gustaron.