Como en las épocas de masividad de Hollywood, esas en las que dos estudios tomaban un mismo tema y estrenaban casi simultáneamente películas sobre eso, hoy vivimos gracias al streaming una multiplicidad de temáticas similares que dio como resultado, recientemente, el estreno de dos series sobre la emperatriz Sisi de Austria: una llamada simplemente Sisi que ya tiene dos temporadas en Lionsgate + (antes conocido como Starz) y otra que se llama La Emperatriz y está en Netflix. Y si bien ambas son producciones alemanas, la forma de encarar la vida de la monarca que se hizo célebre con las películas de Romy Schneider, hay una que es muy buena y la otra… no tanto.
Sisi se centra en la vida de Isabel de Austria, contada en su vida diaria con la intención de revelar a una mujer de múltiples capas, sobre todo según va avanzando su vida en la monarquía. La vamos a ver como una chica rebelde, intrépida, que termina sacándole el candidato a la hermana mayor con estas cualidades: nada menos que káiser prusiano. Es una versión romántica y actualizada, con sugestivas escenas de sexo y un interesante juego del gato y el ratón condimentado por las intrigas cortesanas, que viven dos personas hermosas en su intento por cumplir con lo que se espera de ellos.
Y es muy interesante ver la transformación que van sufriendo ambos personajes principales, ella de chica inocente a diplomática experta; y él de hombre casi déspota a aceptar su vulnerabilidad cuando aparecen los conflictos con su esposa. Tanto la hermosa Dominique Devenport como el atildado Jannik Schümann cumplen a la perfección con sus roles. Están rodeados de un elenco maravilloso en el que es inevitable que se destaque el conde Andrassy, interés romántico de la protagonista, encarnado por el atractivo Giovanni Funiati.
Campos, palacios, vestidos y una puesta en escena maravillosa sirven de complemento para la historia que muestra un costado íntimo de la célebre emperatriz, proponiendo el acercamiento a un momento europeo muy particular.
La otra Sisi
En Netflix está La Emperatriz, otra serie alemana con otra pareja de actores preciosos (Devrim Lingnau y Philip Froissant) que no tiene tan buen guión: arranca igual que la otra (cuando Sisi le saca el novio a la hermana mayor) pero esta versión mucho más lenta y, al más puro estilo Bridgerton tanto la ropa como en algunas situaciones modernizadas aunque tengo que reconocer que la ambientación es maravillosa.
En esta el conflicto cercano no está en la relación de pareja y las infidelidades sino en las intrigas que va sembrando el hermano del emperador, el archiduque Maximiliano, quien tiene toda la intención de quedarse con el título y gobernar el Imperio Astro-Húngaro. Por ahora hay una sola temporada pero están trabajando en la segunda. Y la verdad es que no tiene ni la mitad de interés que la otra, salvo por los lugares en las que está filmada. Es más espectacular pero profundiza menos. Me quedo con la otra.