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LA CRITICONA

Succession: ¿por qué nos gusta tanto?

Consideraciones, con spoilers para los que no la siguen semana a semana, sobre el interés que despierta desde su primera temporada esta serie de HBO. Este 2023 nos despedimos de los Roy con sorpresas y muchos secretos. Galería de fotos

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Succession está promediando su última temporada. Es tiempo de despedirnos de la familia Roy. | HBO Max.

Estamos promediando la última temporada, la cuarta, de Succession y cada domingo a las 22 el streaming de HBO Max se convierte en una cita ineludible para los fans, que se van multiplicando en nuestro país. La historia de la acaudalada familia Roy, dueña de un emporio del entretenimiento, comenzó encantando a la prensa especializada por la relación disfuncional entre el despótico millonario Logan Roy (un magistral Brian Cox) con sus cuatro hijos, dos de los cuales trabajaban en la empresa familiar. Los maltratos, los desencuentros, los romances, las casas de ensueño, los jets y helicópteros nos fascinaron: era la entrada a un mundo poco conocido a través de 10 episodios por año.

Cada hijo tenía (tiene) lo suyo: Connor el mayor casi no se metía en el negocio hasta que descubrió la posibilidad de sobresalir a través de la política, con poca suerte; a Kendall, la mano derecha de papá, lo vimos pasar de la adicción a relaciones peligrosas, oponerse al progenitor cuando lo mandó como chivo expiatorio y finalmente aliarse con sus hermano menores; Shiv pasó de trabajar para un político a acercarse a la compañía tentada por papá, y de amantes a un inminente divorcio de su marido; finalmente Roman, Roman hizo lo que sea por agradarle a papi mientras recibía entrenamiento corporativo.

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Además de la gerencia de la empresa, siempre están rondándolos personajes casi nefastos y dos alfiles del jefe de familia: Tom, el marido de Shiv (Matthew Macfadyen) y el nieto del hermano, Greg (Nicholas Braun). En este compendio ninguno resuelve nada, todos tratan de acomodarse para seguir existiendo en la corporación y complaciendo en todo a las locuras del jefe del clan.

Así llegamos a esta esperada y definitiva cuarta temporada en la que vimos, ya en el primer episodio, un triunfo de los tres hijos menores de Logan Roy sobre el padre. Y nos gustó. Pero la magistral creación de Jesse Armastrong (que tiene en el equipo de productores al actor Will Ferrell) nos dio un golpe certero en el tercer capítulo, angustiante, conmovedor. Mató al padre y titiritero, planteando lo que será la conclusión de esta saga familiar: la lucha por la presidencia del conglomerado.

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Eso ya lo pudimos ver en el siguiente capítulo que se emitió el domingo pasado. Todavía nos quedan seis más para despedirnos de la familia, de sus casas maravillosas y sobre todo ser testigos de conversaciones en las que no se nombra nada, todos son eufemismos y que hay que seguir con atención para comprender de qué (o de quiénes) están hablando.

Volviendo a la pregunta del título, ¿por qué nos gustan tanto y cada vez se recomienda más? No es casualidad que Succession haya obtenido 13 Emmys de los 48 a los que estuvo nominada. Está muy bien hecha, especialmente cuando presenta las ambigüedades de los personajes. Quizás sean las actuaciones de Cox, que se hace odiar; de Jeremy Strong, que le aporta fortaleza y debilidad a la vez a su Kendall; de Sarah Snook, a quien le vemos lo dependiente del padre que es y lo exhibe con naturalidad en pequeños gestos; a Kieran Culkin, quizás el más sincero de los hijos, y a Alan Ruck como ese hombre a la deriva que es el mayor.

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Por supuesto que un gran logro son los guiones que lograron situarnos en un mundo desconocido para la gran mayoría: el de las grandes corporaciones, las luchas de poder, las fusiones y adquisiciones por billones, esa de me tomo le jet privado y me voy a Italia. una que nos hace creer que casi nunca esa vida es color de rosa. ¿Será verdad?

Y la dirección, vertiginosa y muy chusma en la forma de poner la cámara cuando presenta situaciones comerciales privadas, ayudándonos a ser voyeurs de la vida de estos ricachones. Quizás para luego conformarnos con nuestras rutinas de decisiones simples aunque quizás igualmente necesitados de cariño. Solo te puedo decir, si todavía no la viste, que pongas ya el primer episodio en HBO Max. No la vas a poder soltar. Y ya se viene la despedida.