ESPECTACULOS
Nancy Dupláa, Juan Pablo Geretto y Fernanda Metilli

“Somos como una especie de tres ratones en una jaula”

Los únicos intérpretes de la nueva comedia Exit, del autor catlán Agustí Franch, conversan sobre su estreno en plena avenida Corrientes. Hablan de sus relaciones laborales en el pasado, sus comienzos y su mirada sobre la realidad argentina.

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Reunidos. Los artistas trabajan juntos por primera vez en una comedia que viene de España. | PABLO CUARTEROLO

Exit puede ser una palabra asociada al éxito, pero en inglés se usa para señalar la “salida”. Esa fue la intención del autor catalán Agustí Franch cuando en el año 2017 estrenó esta comedia con solo tres personajes y una voz en off. Aquí se puede ver de miércoles a domingo en el Multiteatro Comafi. En el elenco están Nancy Dupláa, Juan Pablo Geretto y Fernanda Metilli. No se la verá, pero ocupará los primeros minutos de la acción una grabación que la tendrá como protagonista a Elizabeth “la Negra” Vernaci. La dirección y adaptación son de Corina Fiorillo.

La última vez que se vio a Nancy Dupláa en el teatro fue en el reemplazo de El hijo de puta del sombrero, en Mar del Plata (2012). Más cercanas son sus actuaciones para el cine con El Retiro y No me rompan y en El reino para la plataforma Netflix. Mientras que Fernanda Metilli acaba de encarnar a la madre en el musical Matilda, sin olvidar a la secretaria Dorita en Buenos chicos para ElTrece y Juan Pablo Geretto además de sus unipersonales encarnó el primer personaje autista que se vio en Buenos Aires: Rain Man (2012). Hoy los tres apuestan a una comedia que plantea cómo se elige a quien deberá ser despedido, tema candente si los hay, pero aquí el humor imperará.

—¿Qué relación tuvieron con las oficinas de personal, hoy llamadas las de Recursos Humanos?

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DUPLÁA: Poco y nada, más allá de ser una niña que acompañé mucho a mis papás a sus trabajos. Me parece que no existía ese nuevo “actor”, que empezó a aparecer en las oficinas. Antes era todo mucho más claro y llevadero. Mi mamá es enfermera, desde los 14 años que estudió y enseguida empezó a trabajar. A mí me encantaba acompañarla porque a veces estaba en la parte de Traumatología, otros días en Otorrinolaringología. Me la pasaba viendo distintos instrumentales. Mientras que mi papá siempre fue vendedor, o sea que era el tipo que andaba por las calles. Estar con él era para mí uno de los mejores planes de mi vida, porque era muy divertido, amigo de todos, entonces llegaba la nena y me querían y cuidaban.

METILLI: Trabajé en relación de dependencia, mientras hacía mi carrera de profesorado de arte de teatro en Tandil, de donde soy. Fui empleada en un local de ropa durante cinco años. Después cuando vine a vivir a Buenos Aires y durante el primer mes y medio también vendí ropa en un local. No tengo mucha familiaridad con Recursos Humanos. Me acuerdo de pedir cambio de día porque estudiaba en la facultad y tenía que rendir finales, pero no era un multinacional, como lo que propone el espectáculo.

GERETTO: Siempre me dediqué a la autogestión y muy pocas veces fui empleado, nunca en un lugar tan grande como para tener un Departamento de Recursos Humanos. Trabajé durante tres años en una imprenta, después en una empresa de limpieza, pero siempre eran negocios chicos y familiares. Pero sí tengo amigos que trabajan allí y me han contado cómo son las relaciones humanas y de eso sí, estoy más nutrido.

—¿Pueden entablar relación con algún personaje anterior?

D: En la tira La Leona el personaje de Franco Uribe que interpretaba Pablo (Echarri) era un jefe de Recursos Humanos que venía a desmantelar la fábrica donde mi protagonista trabajaba. 

M: En la tira Buenos chicos, de ElTrece, hice de Dora Funes y ahora de Maite, ambas tienen bastante desfachatez e ironía. Pero creo que mi protagonista en Exit es más dura y oscura.

G: Me parece un poco como un Gran Hermano, donde una mente superior y macabra ve cómo se divierte con las miserias ajenas. Es una obra muy dinámica, todos somos como una especie de tres ratones en una jaula, donde se va achicando la comida o los recursos. Los ratoncitos que se llevaban bien, al final se terminan tratando de comerse unos a otros. La persona que viene a echar gente es una víctima de un sistema un tanto perverso, que goza de poner incómoda a los otros, desestabilizar y ocultar información. 

—¿Por qué abandonaste tus unipersonales (“Solo como una perra”, “Como quien oye llover” o “Estrella”) para sumarte a un elenco?

G: Pospandemia tenía muchas ganas de no estar más solo en el escenario. Esta obra me atrajo mucho por el elenco y la producción. Básicamente sabía que eran buena gente y que lo íbamos a pasar bien. Es una comedia plena, divertida y también es un desafío. Estamos los tres en el escenario todos juntos y lo que pasa es en tiempo real. 

—¿Cómo se sienten en el teatro comercial?

M: Hice hasta hace poco Matilda y me encanta. Amo hacer teatro de miércoles a domingo, el escenario es como mi casa. Me instalo en mi camarín.

G: Nunca me doy cuenta, porque vivo a tres cuadras por lo cual este es mi barrio. Entiendo el peso que tiene la avenida Corrientes para quien lo mira de afuera y comprendo la relevancia que tiene no solo en Latinoamérica sino en el mundo entero. Buenos Aires es una de las tres plazas más importantes a nivel de producciones teatrales.

—¿Eligen siempre la comedia?

D: Me siento más comediante que dramática, lo que pasa es que siempre los personajes que me llegan tienen determinadas características. A mí me encanta la comedia. Aunque el papel que hice en El reino fue espectacular, sobre todo en ese contexto, estar al lado de esos monstruos como Morán y Peretti. Hoy siento que es un desafío, ya que no hacía teatro desde hace once años. No le daba el espacio real porque hay algo de esta dinámica que a mí me complicaba teniendo niños chicos. Siempre tuve el privilegio de poder elegir y me quedaba con la televisión, porque me ordenaba más los horarios y me permitía estar con mis hijos en los momentos centrales.

M: Nunca hice drama, solo en la facultad cuando estaba estudiando. La verdad es que siempre hice comedia. Cuando llegué de Tandil con mi título encontré un cartel que buscaban “mujeres que hagan humor” y un email del canal Utilísima que se llamaba Fox life. Escribí y me convocaron. Era para el programa que se llamaba Vanessa de noche, con Vanessa Miller, una comediante chilena hermosa y ahí junto a Marcela Mayoral de Buenos Aires hacíamos un sketch de humor. Así conocí el stand up. 

G: Hay ganas, deseo, bronca, angustia y un montón de cosas por las cuales uno quiere estrenar una obra de teatro o una película. Hacerla y llevarla adelante es totalmente contracorriente siempre. En estos tiempos ya es una lotería. Vivimos con una incertidumbre constante, que también la sabemos traducir en la realidad. Está muy bien escrita por Agustí Franch y es muy dinámica

—El espectáculo plantea con humor una realidad cercana a muchos argentinos: los despidos…

G: Se ve el capitalismo salvaje. Me parece que la obra, busca mostrar cómo se selecciona personal o cómo se lo descarta. Con esta inestabilidad que siempre vivimos, estamos surfeando la ola tsunami argentina, agarramos uno o dos trabajos. Tenemos varios puestos, somos unos trabajadores incansables.

D: El conflicto de la obra obviamente es el tener que despedir a alguien. Lo que estamos viviendo en Argentina es tremendamente desesperante. Estoy amargada, angustiada, no puedo hacer como algunos te aconsejan, no mires o no te enteres. No soy así, no podría dormir tranquila. Probablemente tenga que ver con mi cuna, porque vi siempre a mis padres trabajando, nunca dejaron de hacerlo y no nos faltó lo esencial. Eran y son muy dignos, siempre pelearon por ciertas cosas, no era gente tranquila, ni callada. Seguramente el haber mamado eso me hizo como soy.