—¿Cuántos juicios has tenido? —Muchos. La gente cree que el dinero lo encontrás en la calle. Todos quieren sacarme plata. —¿Y en Uruguay qué problemas tenés? —Primero el abogado, la empleada, a quienes les di 100 mil dólares y no pagaron nada. Me quería matar, tuve que pagar otra vez. —¿Y ahora el juicio del casero? —En Uruguay las leyes laborales son muy bravas. Le pagué al casero que tuve primero acá, y después en La Mary, y el despido fue de 65 mil dólares. Y reclama 120 mil dólares de horas extras. Espero ganarlo porque es un disparate: no voy, paso un mes en Miami, estoy acá, y dice que hice dos asados hasta las cuatro de la mañana, pelotudeces. Además, si hago un asado, les doy plata a todos de propina. —¿Y con la chacra en el campo ? —Tuve que comprarme una camioneta especial para llegar, pero es una casa maravillosa, divina. Pero sola en invierno no quiero ir, por más que tengo todo lo que necesito. Recién ahora me pusieron luz, antes era por generadores, imaginate. Era terrible. —En cuanto a los abogados y contadores, ¿estás encima? —Tengo absoluta idea de lo que tengo. Soy prolija y miro todo. Vigilo la contabilidad y los movimientos del banco también. Eso es un trabajazo. Por eso quiero vender “La tertulia” (la mansión en el campo”).
