El hombre que perdió su sombra, suceso del Teatro Cervantes entre 2018 y 2019, en 2020 sigue siendo noticia a través de internet y televisión. Adaptación de la novela La maravillosa historia de Peter Schlemihl, del francoalemán Adelbert von Chamisso, de 1814, aquí surgió por una convocatoria abierta del Cervantes. Creada por Eleonora Comelli y codirigida por ella y Johanna Wilhelm, desbordó la categoría de “teatro infantil” y cautivó a personas de todas las edades. Obra compleja técnica y estéticamente, con elenco de primer nivel, aunque no mediático –cinco intérpretes, dos músicos en vivo y gran equipo entre bambalinas–, realizó 95 funciones. En la sala María Guerrero, algunas fueron para todo público; otras, para instituciones educativas y sociales; a ellas asistieron 52 mil espectadores. En el sitio Alternativa Teatral, El hombre… supera los mil comentarios.
Los números se vuelven más elocuentes, cruzados con otras variables. Esta obra “fue la primera para mucha audiencia que nunca había ido al teatro –señala Comelli–. Eso es una gran responsabilidad: de esa primera experiencia depende que sigan teniendo ganas de ir al teatro”. Además, dentro del Programa TNA Accesible en 2019, participaron personas ciegas, con visitas táctiles y un cuadernillo en tinta, macrotipo y braille y punteado en relieve, realizado junto con la Dirección de Innovación Cultural, la Editora Nacional Braille y Libro Parlante.
Agrega Sonia Jaroslavsky, del área de Gestión de Públicos, que “vinieron hogares, comedores escolares, adultos que por primera vez se iniciaban con una ida al teatro. Se logra que la gente acceda a diversidad estética y se familiarice con esta institución, con este edificio que puede asustar por su tamaño”.
No asustó, gustó, y circuló el boca en boca. Del 8 al 14 de abril, la obra estuvo en Cervantes online y tuvo 103.555 visualizaciones –éxitos comparables del Cervantes, Tarascones y La terquedad, tuvieron 71.076 y 23.373, respectivamente–. Ya se planea su regreso. Gracias a la labor del área de Audiovisuales, dos versiones estuvieron disponibles, ambas con subtitulado y una de ellas con LSA (lengua de señas argentina). Cuando el viernes 24 se emitió por la TV Pública, en la franja de Paka, llegó incluso a personas que carecen de internet. El cuadernillo didáctico que acompaña la obra –viaja a una base de 15 mil docentes– fue solicitado y descargado por muchísimas escuelas que lo trabajaron como tarea durante la cuarentena.
La presencia en redes y televisión de esta y otras obras del Cervantes es producto de contratos que hace el teatro. Sebastián Blutrach, su asesor de Contenidos Artísticos y de Producción, explica: “Estamos pensando cómo atender a la comunidad artística y generar la mayor cantidad de contratos posible, con las modalidades de artes escénicas que podemos llevar adelante”.
En la actualidad está disponible y liberado, en Cervantes Online (el canal de YouTube del teatro) un sustancioso video con el detrás de escena de El hombre… Allí se ve el funcionamiento de las retroproyecciones –a cargo de Wilhelm y Gisela Cukier–, que agregan magia a la obra. En ella, un personaje misterioso, el Hombre de Gris, compra la sombra del protagonista, Peter. El sale a recorrer el mundo en ese extraño estado, mientras Fanny, una bella muchacha, interpela su corazón. Teatro, música, danza, literatura y artes plásticas se combinan en esta creación enorme y sensible. Para Rubén D’Audia, director del Cervantes, difundirla “cumple con uno de los objetivos del Estado presente: brindar una experiencia artística que amplía el capital cultural y simbólico”.
La palabra de algunos de los artistas
Santiago Otero Ramos: “Mi personaje, Peter, es ingenuo, humilde, valiente, generoso, idealista; al mismo tiempo, codicioso, colérico, autoritario. Tiene características con las que muchos nos podemos identificar. Axel Krygier lo resume en la última canción, Todos somos luz y somos sombra”. Griselda Montanaro: “Para lograr la sombra clara de mi personaje, Fanny, el movimiento es amplio (extremidades alejadas del torso) y preciso (un desplazamiento por vez). La danza clásica es el lenguaje del movimiento, que, además, se adecua a la época en que se ambienta la obra (Francia de 1700)”. Isol Misenta: “La obra se relaciona con el Barroco y el Romanticismo; valora lo artesanal y preciosista; también hay tramas y frisos que recuerdan al Art Nouveau y el arte japonés. En el trabajo de dramaturgia sobre el texto original hicimos aparecer diálogos y acciones que se cuentan con imágenes y movimientos, y tocan temas de la humanidad: muerte, amor, sufrimiento, deseos, celos, inseguridad y miedo, percibidos por todos, nenes y adultos”.
Johanna Wilhelm: “Utilizo un retroproyector, desde donde se proyectan imágenes colocadas arriba de una mesa de luz. Hice recortes de papel calado, a los que superpuse el color, con gelatinas. Algunos papelitos son chiquititos; otros, como los escenarios principales, más grandes. La mano, que también aparece, debe evitar tapar a los actores en escena”.
Ricardo Sica: “El concepto de esta iluminación usa proyecciones de luz y tipos de luz que generan la menor cantidad de sombra posible. A su vez, en el fondo blanco las retroproyecciones de imágenes deben verse nítidas”. Axel Krygier: “Hay dos músicos en escena. Elegí tocar el piano, que controla ritmo, bajos y armonía. Para las melodías, Alejandro Terán hizo las partes de humor exultante con el clarinete, y el lado romántico, con la viola”.