Calificación: Regular.
Ahora que los X-Men son propiedad de Disney, la saga que dio el puntapié inicial a la fiebre de las adaptaciones de superhéroes debe reinsertarse laboralmente. Alguna vez fueron los niños mimados de este asunto, pero veinte años después del primer film, los X-Men como saga y no como productos individuales han sido acusados una y otra vez de agotarse, disecar sus propios aciertos y hasta de ser los primos aburridos de los Avengers. Un poco exagerado pero hay una verdad ahí: los X-Men soltaron su alma, su belleza estética, ya que no la hay casi en otros films de superhéroes, que prefieren la adrenalina del film exagerado mezclada con una idea Superbowl de la narración. Así fue que buscaron pelear mano a mano en eso del barrio superpoblado de personajes, interconexiones e historias en común. Y perdieron. Pero eso recién quedó en evidencia en el inmediato film anterior X-Men: Apocalipsis.
Ahora llega el final de la saga, y las cosas parecen más emparchadas que meditadas, que creadas. Todo posee un halo de cansancio, de hastío, e incluso de vagancia, de no repensar el género después de lo que Marvel ha hecho en Disney y aceptar simplemente oxidarse. Lo que antes se sentía como una decisión concreta, con una estética y con determinadas ideas como columna vertebral, ahora se siente como una prenda que se heredó, sin alegría alguna, de un hermano mayor. Algo gastado, descolorido y que quizás de vez en cuando busca lucirse pero que no puede sacudirse su propio cansancio. Aquí eso se traduce en escenas que se sienten rutina incluso cuando buscan ser espectaculares, y son sostenidas, a lo Atlas, por sus actores y actrices (McAvoy, Fassbender, Turne y Hoult sobre todo), que parecen fatigados de los modos siempre depresivos de sus personajes. Y nada suma a ese mundo un uso genérico de una invasión, un poder que todo lo puede. No se trataba de reconfigurar y dar de nuevo sino de ver qué funcionaba en esos mismos parámetros y abrazarlo. A nadie le molesta una rutina súper pero en un mercado inundado del género se debería al menos saber los pasos que está dando, incluso aunque sean minúsculos.