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Inestabilidad económica: La falta de proyectos, la ansiedad y la depresión

La inestabilidad causa muchísimo malestar. Lidiar con ella implica estar expuesto al factor “sorpresa” y al impacto de la falta de preparación.

Inestabilidad económica: La falta de proyectos, la ansiedad y la depresión
Inestabilidad económica: La falta de proyectos, la ansiedad y la depresión | CREDITO PERFIL

Cuando concientizamos que vivimos en un contexto en el que lo impredecible es moneda corriente, se comienza a vivir en estado de alerta (constantemente preparado para que pueda pasar algo). 

La situación económica actual en Argentina, luego de tantos años de inestabilidad, y con la crisis que terminó de estallar durante el 2023, produjo una crisis también en muchos habitantes.

Lo económico no trae solamente problemas económicos. Afecta el deseo, proyectos, ánimo y esperanza. 

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La salud física, emocional, mental y social, requiere estabilidad y posibilidad de proyectar/planificar a futuro. ¿Cuáles son las consecuencias de vivir en entornos inestables?

Ansiedad

Cuando percibimos una situación amenazante/desafiante surge la ansiedad. Por eso, si en nuestra cotidianidad hay incertidumbre, terminamos viviendo en estado de preocupación, inquietud, tensión, síntomas físicos y psíquicos que nos perturban. Así, la persecución de proyectos, y el “soñar” o “desear” se hace imposible.

Depresión

La consecuencia de la ansiedad y sus consecuencias, es sentirse desanimado, triste, sin objetivos ni ilusión. Genera un impacto en las personas (pérdida de placer, alteraciones del sueño, apetito, energía, autoestima, memoria, etc.) que puede tornarse un círculo vicioso.

Desmoralización: Si la ansiedad y el desánimo se instalan, es normal sentir que no hay salida, que no importa intentarlo, que nada tiene sentido. Si encima la realidad confirma esta sensación, la “bola de nieve” va incrementándose.

Estrés crónico: Ante este panorama y cuadro de síntomas, sobrevivir se dificulta porque el trabajo requiere voluntad y una retribución “más allá” de lo estrictamente necesario. Si sumamos que la inestabilidad requiere -a veces- comprometerse con jornadas de actividad de hasta 12/13 horas (sumando traslados, hora de acostarse y levantarse), poco se puede mejorar.

Agotamiento: El estrés agota y obstaculiza principalmente el deseo de interrelacionarse. Fomenta el aislamiento. Abrumarse por escuchar personas hablando, música sonando, o simplemente tener que ser cordial para “socializar”, es la consecuencia más tangible de vivir en un contexto que produce ansiedad. 

Monomanía: Los síntomas descritos, generan una obsesión por un solo tema/idea (relacionada con lo que genera ansiedad), que frustra los intentos de interrelacionarnos. Lo que es motivo de ansiedad ocupa toda nuestra energía psíquica.

Racionalización extrema: El intento de comprender y predecir la situación para evitar la ansiedad que dispara, genera un pensamiento constante sobre cuestiones negativas y posibles problemáticas. Esta falta de relajación y expectativa no colabora para salir del circuito de la inestabilidad.

Frustración: Cuando a pesar de los intentos, no es posible ganarle a la inestabilidad y a la ansiedad, la frustración puede terminar en un trastorno depresivo con difíciles posibilidades de salir adelante sin medicación o tratamiento exclusivo.

Dra. Pía M. Roldán Viesti

Abogada T°92 F°959 CPACF (UBA)

Psicóloga MN. 57.457 (UCES)

Presidente y Fundadora de EUTI 

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