La salud mental, es el área de la salud más afectada últimamente. Diferentes factores influyeron en que las personas desarrollen malestar y trastornos.
Los humanos tenemos un sistema psico-emocional (estructura psíquica) que es resultado de nuestra historia biopsicosocial y es inmodificable. Estas estructuras son entre 3/5 (varía según autores), y cada uno de nosotros encuadra en alguna de ellas.
Ninguna de estas estructuras es, en sí misma, patológica, pero en caso de que "enfermen" lo harán en cierto sentido. Enferman cuando algún evento/situación, impacta al individuo sobrepasando sus recursos.
Es decir, si la estructura es psicótica, cuando sufra un impacto que la "enferme" desarrollará sintomatología específica y generalmente, grave e inhabilitante para sostener su autonomía e inserción social (esquizofrenia, paranoia, bipolaridad, entre otras). Si la estructura es neurótica, el modo de "enfermar" tenderá más a la ansiedad, pánico, obsesión y sufrimientos no tan inhabilitantes. Si la estructura es fronteriza, los modos de "enfermar" son amplísimos, pero perjudicarán principalmente, el área vincular y la regulación de impulsos.
En esta época estamos expuestos a constantes impactos emocionales y es razonable pensar que muchos están padeciendo desestabilizaciones de sus estructuras.
Hace muchos años, educo a la comunidad en psicología, porque estamos ante una emergencia de trastornos, y ante una necesidad de comprender al otro y a nosotros mismos. Las personas están en una encrucijada: inestables en sus vidas, y tratando de comprender la inestabilidad de los demás.
Difícilmente mejoremos si lo que nos llega del otro (también sufriente), al ser incomprensible, nos genera más malestar, desconfianza y lecturas distorsionadas sobre los otros.
Las personas neuróticas, al enfermar, activan fantasmas de autoexigencia, insuficiencia, incertidumbre, etc. Las fronterizas, activan conflictos de amor-odio al, pánico al abandono, realismo extremo y agobiante, sensación de vacío y desamparo.
Las psicóticas, se pierden en paranoia, abrumación, sensación de que la realidad es amenazante e incomprensible.
Me reservo respecto a las estructuras perversas por la complejidad para el lector.
Así, si intentan relacionarse una persona que se siente insuficiente y es autoexigente, otra que se odia a sí misma y necesita contención constantemente, y una tercera que desconfía y se le dificulta comprender la realidad y los vínculos, es lógico que el lazo social empiece a estar resquebrajado porque el modo en que los demás enferman activan en nosotros más problemáticas "traducidas" desde nuestra "enfermedad".
Comprender el funcionamiento estructural de quienes nos rodean, se torna, en mi opinión, fundamental para aliviarnos y aprender cómo apelar al "tomar las cosas como de quien vienen" y evitar sentirnos heridos cuando nadie está dirigiendo el daño hacia nosotros. No hay responsabilidad de sanar al otro, pero sí de no contribuir a su sufrimiento. Por el bien nuestro y por el bien de los demás.
Psicóloga MN. 57.457
Abogada Tº92 Fº959
Presidente y Fundadora de Asociación Psicoasistencial Eutimia
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