Las declaraciones de la oposición venezolana y de varios funcionarios norteamericanos se alínean con la prensa masiva para preparar a la opinión píblica latinoamericana y estadounidense para una posible intervención de Washington en Venezuela. Mucho se especula de qué manera podría concretarse el derrocamiento de Nicolás Maduro. ¿A qué escenario podría asemejarse?
Tanto en Siria como en Libia, Occidente y los países árabes del Golfo financiaron mercenarios armados, que, con el pretexto de conformar fuerzas islamistas, se convirtieron en la fuerza armada sobre el terreno que la OTAN no disponía. Así, mientras Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña bombardeaban al ejército de Gadafi, los rebeldes tomaban los pozos petroleros del este libio para ahogar al gobierno y hacerse con la principal riqueza del país. En Siria sucedió algo similar, pero la intervención norteamericana llegó muchos años más tarde y casi no atacó a Al Assad. Pero, la guerra de desgaste contra rebeldes mercenarios dejó unos 300 mil muertos. En Irak, el escenario fue de intervención directa a partir de 2003.
Nada de eso le espera a Venezuela en el corto plazo, en caso de que Donald Trump decida pasar a la acción directa.
En marzo y abril de 2011, mientras el mundo seguía de cerca la invasión a Libia, varios kilómetros más al sur, en Costa de Marfil, Francia apoyó con tropas sobre el terreno a las fuerzas armadas disidentes del candidato presidencial Alassane Ouattara, que intentaba tomar el poder por la fuerza desde 1993. El otro candidato era el presidente Laurent Gbagbo, antiguo amigo de Occidente, que en ese momento cayó en desgracia ante la ofensiva rebelde y francesa. Ambos presidentes se proclamaron vencedores de las elecciones. Sin haber certeza aun de quién era el triunfador, Francia apoyó al candidato que le convenía interviniendo directamente en el terreno.
La ayuda humanitaria que Estados Unidos intenta que ingrese en Venezuela es la segunda fase por la que trata desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. La primera fueron las sanciones económicas sumadas al apoyo político y económico de la oposición, a través de ONG, tal como sucedió en países de la antigua Unión Soviética.
Entre las cajas con medicamentos y alimentos podrían ingresar armas para los militares disidentes, pese a que desde la época de Hugo Chávez Venezuela cuenta con brigadas de civiles armados que “protegen la Revolución Bolivariana”, medida muy peligrosa que puede desembocar en una guerra civil.
Cúcuta sería el paso fronterizo, desde Colombia, elegido para ingresar a Venezuela lo que se propongan introducir. Recordemos que Cúcuta limita con el estado de Táchira, una de las zonas en donde la oposición es más fuerte.
Los mismos militares que desertaron serían los encargados de distribuir, en principio, las cajas enviadas por Donald Trump.
Otros puntos de ingreso serían la frontera con la ciudad brasileña de Roraima y por el norte a través de las Antillas Holandesas, desde donde la OTAN ha vigilado Venezuela con drones desde los últimos diez años. A pesar de haber habido atentados: bombas al paso de militares, el ataque con helicóptero contra el Tribunal Superior de Justicia y con un dron al presidente Nicolás Maduro, aun no existe una oposición armada que pueda hacer frente a los militares leales al gobierno. Por lo tanto, es muy difícil que se repliquen los escenarios de Medio Oriente. Pero, es evidente que algo se está gestando. Es muy probable que haya una guerra de desgaste de baja intensidad, pero para ello primero el gobierno tiene que verse totalmente ahogado económicamente y los militares deben responder al llamado de rebelión del presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó.
Mientras México, Uruguay y Bolivia intentan acercar a las partes y promueven una nueva elección presidencial en la que participen todos los sectores, el presidente Maduro cuenta con el apoyo económico de Rusia y China, que no intentan no perder lo que han invertido en el país, principalmente en petróleo, minerales, préstamos millonarios y venta de armas. Tanto Maduro como la oposición se han salteado la Constitución en varias oportunidades al tomar medidas que se violaban la división de poderes. Pese a que el presidente haya incurrido en anomalías constitucionales, el diálogo por más difícil que sea es la solución, junto con mediadores internacionales. En tanto, Venezuela ya conforma un tablero geopolítico de enfrentamiento de Estados Unidos y sus satélites latinoamericanos contra Rusia y China.
Jamás una intervención extranjera disimulada de ayuda humanitaria y democrática llevó la paz ni el bienestar a la población, sino todo lo contrario. Sobran los ejemplos de tragedias recientes.
*Analista internacional (@bruixland).