Una charla de café, la anécdota de una valija perdida y una servilleta de papel donde plasmar las ideas dispararon la creación de Bluesmart, la primera valija inteligente del mundo. Fue a fines de 2013, cuando Diego Sáez Gil (33) y Tomás Pierucci (32), dos emprendedores argentinos y “viajeros apasionados”, como ellos se definen, esbozaron lo que se convertiría en poco tiempo en un negocio prometedor.
Así, desarrollada por un grupo que completan Martín Diz y Alejo Verlini, que viven en Estados Unidos, la startup que se propuso revolucionar la industria del turismo ya vendió 15 mil unidades en menos de dos años, llegó a Silicon Valley –la meca de los emprendimientos tecnológicos– y acaba de abrir su cuarta oficina en el mundo, en Buenos Aires.
Entre sus fanáticos está Manu Ginóbili, quien la recomendó en Twitter a sus millones de seguidores, y la BBC de Londres la bautizó el “iPhone de las valijas”. ¿Qué la hace única? Tiene un GPS incorporado que permite rastrearla en todo momento desde el celular –teniendo en cuenta que las aerolíneas pierden cerca de 25 millones de valijas por año, resulta bastante útil–; una balanza interna que permite conocer el peso antes de llegar al mostrador y saber de antemano si hay que despacharla, y un candado automático que también se maneja desde el smartphone (el cual, además, puede cargarse directamente desde la propia valija).
“Los dos somos viajeros apasionados y apasionados por la tecnología”, cuenta Sáez Gil a PERFIL. Y sugiere que la clave de su éxito fue pensar un producto que resolviera un problema real, que de hecho los había afectado a ellos mismos. “Vivimos una época de avance tecnológico exponencial donde esta computadora (por el celular) es más poderosa que la computadora que puso el hombre en la Luna”, dicen. “Además, tenemos una responsabilidad de generar nuevos productos, porque sin nuevos productos el mundo no avanza”, agrega Pierucci. El último avance que habían tenido las valijas, de hecho, fue cuando les pusieron ruedas.
Desde que comenzaron, a fines de 2013, Bluesmart ya vendió 15 mil unidades, de las cuales 10 mil se vendieron a $ 200 dólares (mitad de precio) en 110 países gracias al proceso de financiamiento colectivo, es decir, mediante una plataforma online (en su caso utilizaron Indiegogo) antes de que el producto estuviera listo. “El financiamiento colectivo tiene un montón de ventajas, y es un fenómeno que nos parece increíble que exista. Por un lado, te permite financiarte sin tener que entregar capital de tu empresa, porque te financiás directamente con tus futuros clientes. Además, validás la demanda del producto y eso te sirve como promoción, para que la gente se entere del proyecto y se comparta en las redes sociales”, explica Sáez Gil.
En su caso, además, la campaña fue la puerta de entrada a Silicon Valley, ya que gracias a la venta masiva que lograron sólo en un año (donde recaudaron 2,2 millones de dólares) lograron llamar la atención de Y Combinator, una aceleradora de proyectos de la que surgieron empresas exitosas como Airbnb y Dropbox. “Este producto es muy tecnológico, y la tecnología que está adentro es muy de avanzada”, dicen y convocan a los emprendedores argentinos a animarse
Del MoMa a Palermo
Este año, Bluesmart abrió su primera oficina en Buenos Aires, un centro de desarrollo para el cual invirtieron cerca de 100 millones de pesos, donde ya trabajan veinte empleados, y esperan llegar a cien para fin de año. La sede en Palermo, donde trabajan programadores, diseñadores y atención al cliente, se suma a las que ya tienen en San Francisco y en China, donde se desarrolla el producto. En total, la empresa, que acaba de lanzarse formalmente al mercado a fines del año pasado, ya cuenta con 45 empleados.
Aquí trabajarán programadores, diseñadores y personal de atención al cliente, y para fin de año esperan tener un equipo de cerca de cien personas. Mientras que en el mundo la valija ya se vende en grandes tiendas como la del MoMa de Nueva York, además de tener presencia en sitios de e-commerce; en el país podrá conseguirse online en Mercado Libre, uno de sus inversores