Encuesta a 50 años del golpe de Pinochet: el 36 por ciento de los chilenos extraña la dictadura militar
El 11 de septiembre se conmemora un nuevo aniversario del golpe de Augusto Pinochet. Según datos difundidos gran parte de la población chilena tiene una visión favorable a la dictadura.
El diputado Jorge Alessandri, militante del partido de derecha Unión Demócrata Independiente, en una entrevista con Radio Futuro señaló: “Yo justifico el golpe militar. Me habría gustado que hubiera sido un gobierno autoritario muy corto, de meses, que se hubiera restablecido la democracia rápido, pero íbamos por un camino autoritario que le había hecho muy mal a nuestro país”.
Por otro lado, en diálogo con la agencia Rfi, Alicia Cortez, de 71 años, se autodefinió como parte de la excepción al considerar que el golpe no fue un hecho traumático para el país. “Habíamos un grupo de personas que, como estábamos conformes con el pronunciamiento militar, no supimos nunca de las cosas que pasaron, de los detenidos desaparecidos. No supimos de los allanamientos. No supimos de nada. Hasta muchos años después. Para nosotros eso no existía. Y ahora uno lo ve como una película. Al menos yo lo veo como una película. Como que aquí nunca pasó”, recordó.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
En la misma línea Cortez, subrayó la incertidumbre que se vivía durante el gobierno de Salvador Allende con relación a la escasez de productos de primera necesidad. “Yo en la época de Augusto Pinochet, como presidente de la República, viví una muy buena vida. Y después esto de la democracia, de los presidentes, en algunos buenos, y ahí empezó de nuevo la efervescencia del odio, sobre todo con Michelle Bachelet”, reivindicó.
Estabilidad monetaria en Chile
“Estaba ordenado, la economía estaba buena, teníamos oportunidades todos”, destacó Cortez con respecto a la estabilidad. Sin embargo, Alicia Cortez se distanció de los discursos sobre derechos humanos y memoria: “Yo lo único que quiero es paz y amor en mi país. Yo respeto las ideas de algunas personas, pero esa confrontación que arman todo el rato, los detenidos desaparecidos”.
Bombardeo a la Casa de la Moneda, residencia presidencial de Chile.
Siguiendo la misma línea de pensamiento, Cortez criticó el lugar simbólico que tomó la conmemoración de este 11 de septiembre: “Mira, yo creo que han hecho de los derechos humanos un festival aquí en Chile. Yo no tenía idea. No me interesaba tampoco”.
Por otra parte, su amiga Nancy Marchant destacó que el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende estaba justificado y preguntó: “¿Por qué esa alevosía, esa rabia, ese rencor tan grande que celebrar 50 años el dedo en la llaga siempre?”.
Postura contraria
En la vereda opuesta a las sensaciones de Alicia un grupo de jóvenes estudiantes de primer año de periodismo de la Universidad de Santiago de Chile, la USACH, conversan sobre la trascendencia de esta fecha.
Vicente Nuñez destacó la influencia de los discursos de negacionistas: “Realmente me parece trágico. Me parece trágico que actualmente, ya con todo lo que ha pasado, ya 50 años, se siga tratando de esconder la verdad, es como tapar el sol con un dedo, básicamente. Ya se sabe tanta información, otros países también han hablado de este tema y que no salga algo parecido a otros países. Por ejemplo, yo siempre pienso en Alemania. En el caso del régimen nazi no sé, algo parecido”.
Por otro lado, su compañera de carrera, Paula Álvarez, profundizó: “Creo que también tiene que ver con el tema de la educación, quizás porque, claro, nosotros que estamos en un ambiente que tiene historia con el asunto de la dictadura, con el lado de los trabajadores de izquierda, todo eso, pero a nivel general, a nivel Chile, tal vez no nos hemos puesto las pilas sobre educar realmente lo que fue el golpe”
En la misma línea, la joven analizó: “Que se permitan discursos negacionistas en televisión, en política, que se permita que haya gente que diga que fue necesario, que haya gente que diga que Pinochet salvó la economía. Creo que eso influye igual en la opinión de las personas y también lo que pasa con los votos de castigo a ciertos sectores políticos, como están descontentos con la izquierda que está gobernando, su forma de castigo es decir ‘ah, no, Pinochet lo hizo todo bien’”.
Augusto Pinochet y Salvador Allende.
El silencio cómplice en Chile
La estudiante Paula Álvarez expresó: “Hace no mucho tiempo, en las clases de historia no se hablaba de dictadura, el gobierno se acababa en 1973, se acababa la historia de Chile. Era una cosa que se justificaba y también por la época que vivían, por toda la violencia que había, esas personas aprendieron a normalizar la violencia, pero en realidad eran personas que vivían con miedo de lo que les podía pasar”.
Y agregó: “Es como un síndrome de Estocolmo, yo diría que Chile tiene síndrome de Estocolmo, sobre todo las personas mayores que fueron niños o bebés, incluso cuando fue el golpe de Estado, es la única forma que conocieron de imponer autoridad o de hacer sociedad, básicamente”.
Natalia Olguín, también estudiante de periodismo en la USACH, recordó una experiencia que tuvo entre los 10 y 12 años, cuando visitó Villa Grimaldi, uno de los mayores centros de detención y tortura durante la dictadura militar. “Lo que yo propondría para la educación es que vayan a estos lugares y cuenten la historia para que haga un cambio porque si nosotros, si los estudiantes y los niños más chicos no saben la historia, no se va a poder nunca generar el cambio y vamos a seguir en esto de rotar y rotar y no vamos a cambiar”, recordó.
El negacionismo chileno
La agencia Rfi conversó con Jorge Lagos, un sociólogo que se desempeña como analista operativo en la Unidad de Estudio de Memoria en el Instituto Nacional de Derechos Humanos quien detalló: “No sé si es un resurgimiento del negacionismo, yo creo que el negacionismo ha estado instalado, quizás hoy en día, en este año en particular en que se conmemoran 50 años, quizás la discusión sale mal a la luz, pero es un fenómeno que ha estado presente desde el inicio de la democracia”.
Según la información recabada por el ministerio de Justicia, a través de las diferentes investigaciones elaboradas por las distintas Comisiones de Verdad, la cifra total de víctimas calificadas oficialmente es de 40.175 personas, incluyendo ejecutados políticos, detenidos desaparecidos y víctimas de prisión política y tortura.
Marcia Tijero, analista de la unidad de Estudios y Memoria, repasó junto a su colega del Instituto Nacional de Derechos Humanos las razones que llevaron a relativizar lo ocurrido durante los años de Pinochet: “Creo que todos están frágilmente cumplidos, verdad y justicia. Reparación también muy frágil, pero definitivamente el principio de no repetición y de memoria histórica no se cumplió”.
Para Tijero estos incumplimientos facilitaron los discursos que relativizan lo ocurrido durante la dictadura cívico militar: “En el fondo no hay un proceso social de conocimiento de la verdad, hay una sociedad que reconoce lo que sucedió, lo elabora, hace una memoria de ese proceso y se compromete a una cosa de no repetición, y es el rol del Estado”
La analista agregó: “Y ese proceso nunca se cumplió cabalmente. Y eso significa que quedan las heridas, los culpables no se sienten responsables, se puede dar lo que se está dando ahora, que no se dio al principio del fin de la dictadura, que es la relectura de la historia y de los acontecimientos”.
Por su parte, la UNESCO definió el negacionismo como una forma de borrar la memoria de las atrocidades cometidas, lo que puede fomentar la repetición de tales crímenes en el futuro. Marcia y Jorge coincidieron en los factores que favorecieron este escenario.
Jorge Lagos señaló: “Porque en el fondo el fin de la dictadura, el inicio de la democracia, es una cuestión que también funcionó muy en torno a un pacto, una lógica de pactar cosas”. En la misma línea, Marcia Tijero completó: “Claro, porque eso fue un pacto, no fue un triunfo, ése es el punto central. Y además, aunque hubiera sido un pacto, una vez en el poder, la Concertación podría haber aspirado a más. Y no lo hizo”.
El Estado en deuda
El sociólogo Lagos consideró: “Si uno mira las recomendaciones, por ejemplo, del organismo de tratado, las recomendaciones del mismo INDH en esta materia, hay un porcentaje muy bajo de cumplimiento de parte del Estado. Si, por ejemplo, si analizamos por materia, en justicia, solamente el 10% de las causas por violación de derechos humanos tienen una sentencia, y el 95%, por ejemplo, de las causas de tortura, no han llegado a esa etapa de cierre”.
Y amplió: “En materia de verdad, por ejemplo, hoy en día estamos con un secreto de 50 años sobre el archivo Valech, que es información importantísima que en Chile, por ejemplo, considero que es preocupante que no tengamos una ley de archivos sobre lo que ocurrió, que pueda ser disponible, que pueda ser consultada por la ciudadanía, por la Justicia”.
Según los datos del Ministerio de las Culturas y las Artes, desde 2018 hubo 110 ataques a sitios de memoria. A las agresiones se le suma la falta de conservación por parte del estado para mantener en pie esos espacios dedicados a la memoria.
La socióloga Carmen Pinto, advierte con preocupación el alcance del negacionismo en su país: “Muchos lo justifican, que era una necesidad porque se creó un caos. Es cierto que hubo un caos, pero nunca se ha dicho por qué se creó ese caos. Si no queremos reconocer lo que sucedió en Chile, veamos los documentos desclasificados de la Comisión Church de Estados Unidos, por ejemplo. Eso no lo está diciendo ningún chileno”.
Pinto, quien a sus conocimientos académicos se le suma un magíster en Historia y Memoria de la Universidad de La Plata, lamentó: “El problema es que no vamos a poder nunca construir un futuro si no solucionamos ese puente que hay entre el pasado, presente y futuro”.
“El bombardeo de La Moneda no es imaginario, sucedió, y eso no es un acto político, es un acto de delincuencia. Las torturas sucedieron. Va a pasar lo mismo ahora. Claro, cuando vino el estallido fue como un retorno a lo siniestro, a lo que ya habíamos vivido. Fue un regreso de la memoria, pero de manera brutal. Pero como esto nunca se ha tratado bien en Chile, yo creo que Chile como sociedad tiene un trauma”, añadió.
Pinto concluyó que, para poder sanar, antes hay que reconocer lo sucedido, hacer justicia, decir la verdad, conmemorar y asegurar un Nunca Más. Recién después entiende la socióloga que comienza el proceso de sanación.
