A poco menos de dos meses de cumplirse 50 años del golpe de Estado contra Salvador Allende perpetrado por Augusto Pinochet, está llegando al final el juicio por el aberrante asesinato del cantautor chileno, Victor Jara, que fue ejecutado de 44 balazos en el Estadio Nacional en 1973 y su cuerpo arrojado a la vía pública.
“Me da vergüenza que tuviéramos que esperar 50 años para conocer el resultado de un juicio de un crimen atroz. Pero uno también tiene que conjugar una serie de factores, porque los juicios en Chile comenzaron recién el año 2000, cuando se designaron los jueces de derechos humanos con dedicación exclusiva. Antes no hubo justicia. No hubo nada”, dijo Nelson Caucoto, el abogado que retomó el caso hace 24 años y que alegó el martes 18 de julio ante la Corte Suprema de Justicia.
Los acusados
En 2018, la Corte de Apelaciones de Santiago dictó sentencia en segunda instancia contra siete miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado y homicidio calificado del cantautor Víctor Lidio Jara Martínez y del director de prisiones, Littré Abraham Quiroga Carvajal.
En la sentencia, la Octava Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto a penas de 15 años y un día, en calidad de autores de los homicidios, y a 10 años y un día de presidio, como autores del delito de secuestro calificado de ambas víctimas.
El pasado martes 18 de julio de 2023, la Sala Penal de la Suprema chilena revisó la causa luego que los imputados, que niegan haber participado los asesinatos de Jara y de Quiroga, presentarán recursos de casación.
La causa
En 1978, la viuda de Víctor Jara, Joan Jara, presentó la primera querella por el homicidio del cantautor en el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago. Un año después, la Justicia chilena envío decenas de exhortos internacionales para interrogar a chilenos en el exilio que estuvieron detenidos en el Estado Chile. “Pero era una época en que no se investigaba nada de nada”, dijo a EL PAÍS Nelson Caucoto.
Recién en 1999, un año después de que el dictador Augusto Pinochet fuera detenido en Londres por el orden del juez español Baltasar Garzón, Joan Jara y su hija Amanda fueron a ver a Caucoto para que reactivara el caso que llevaba dos décadas sin ningún procesado.
El asesinato de Víctor Jara
El martes 11 de septiembre de 1973, Víctor Jara escuchó las últimas palabras de su amigo y presidente, Salvador Allende, emitidas desde la casa La Moneda en pleno bombardeo. “El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”, dijo el mandatario en el histórico discurso.
El cantautor de 40 años se despidió de su esposa, Joan Jara, tomó su guitarra y se fue a la Universidad Técnica del Estado (UTE), hoy la Universidad de Santiago de Chile. Allí, se encontró con estudiantes y profesores y juntos decidieron pasar la noche en el lugar para hacer resistencia a las primeras horas de la dictadura.
Al día siguiente, la UTE fue asediada por tropas militares que ingresaron a la universidad, llevándose a 600 personas que fueron trasladadas al Estadio Nacional de Chile, convertido en un gigantesco centro de torturas a cielo abierto.
"Cuando iba ingresando al recinto, con las manos en la nuca, como el resto de los prisioneros, Jara fue reconocido por uno de los oficiales”. ‘A ese hijo de puta me lo traen para acá’, gritó", recuerda Boris Navia, sobreviviente de la masacre del Estadio Chile.
“Lo golpeaba, lo golpeaba. Una y otra vez. En el cuerpo, en la cabeza, descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía”, dice Navia. “De repente, el oficial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar, pero siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza y el rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su frente".
A 50 años del triunfo de Salvador Allende
Jara permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Por la solidaridad de los detenidos y de un soldado que le da un huevo crudo puede permanecer con vida algunas horas más.
El sábado 15 de septiembre varios prisioneros son trasladados. Jara ya tenía las manos quebradas por la tortura. ‘¡Cantante marxista, comunista, conchadetumadre, cantor de mierda’, le dijo el teniente Edwin Dimter Bianchi, conocido como El Príncipe, según recuerda Boris Bavia.
“Los militares comenzaron a jugar a la ruleta rusa, poniéndole un arma en la sien y dejando cada intento a la suerte, hasta que una de las balas se descarga matando a Víctor Jara. El soldado José Paredes Márquez testificó que el cuerpo del músico cayó de costado y con convulsiones. El Príncipe ordenó que lo acribillaran, y así, le clavaron otros 43 tiros”, recordó Navia.
El 16 de septiembre, dos vecinas de una población cercana al Cementerio Metropolitano de Santiago, encuentran seis cuerpos, entre los que se encontraba el de Víctor Jara. Lo llevan al Servicio Médico Legal y allí uno de los funcionarios lo identifica y le avisa a su esposa, Joan Jara.
El cuerpo del cantautor chileno tenía 44 impactos de bala: 2 en la cabeza, 6 en las piernas, 14 en los brazos y 22 en la espalda. Joan Jara logra sacar el cuerpo y lo entierra en el Cementerio General de Santiago en un nicho sin nombre para que los militares no pudieran encontrarlo.
Quien fue Victor Jara
Nació en San Ignacio, hijo de una familia humilde de campesinos y creció junto a sus cuatro hermanos. Fue su madre, Amanda, quien lo introdujo a la música, ya que cantaba en funerales y entierros del pueblo acompañada del pequeño Víctor.
Tras la muerte de su madre, se une al movimiento músico-social de la Canción Chilena, que reivindica la cultura del país sudamericano de la invasión del pop "invasor" estadounidense, que además integraban artistas como Violeta e Isabel Parra y las agrupaciones Quilapayún e Inti-Illimani.
Su talento como cantautor lo llevó a grabar su primer disco, un sencillo que contenía dos villancicos chilenos, y en 1961 compuso su primera canción, “Paloma quiero contarte”. Mientras tanto, combinaba su amor por la música con su pasión por el teatro, dirigiendo obras teatrales e impartiendo clases de actuación en la universidad.
A finales de los años 50, Víctor conoció a la bailarina inglesa Joan Turner, con quien tuvo a su única hija, a la que llamaría Amanda en honor de su madre y que daría título a la que es quizás su canción más conocida, "Te recuerdo Amanda".
La música y la política siguieron entremezclándose en su vida y compuso el himno de su partido, Unidad Laboral, ”Venceremos”.
Un año después, Allende asume como presidente de Chile y Víctor es nombrado Embajador Cultural. Tras ello editó el disco “El derecho a vivir en paz” y en 1973 grabó su último álbum “Canto por travesura”.
ff