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Yakarta
Con lágrimas, ofrendas, discursos y plegarias multitudinarias, los países del sudeste asiático conmemoraron ayer el décimo aniversario del tsunami más devastador de la historia, que causó más de 225 mil muertos y desaparecidos en diciembre de 2004. Miles de personas en Indonesia, India, Tailandia, Sri Lanka, Malasia y otras naciones de las costas del océano Indico recordaron a las víctimas de la peor catástrofe natural de la historia moderna de Asia.
Los únicos vestigios que quedan del desastre –ocasionado por un terremoto de 9,3 grados en la escala de Richter, que a su vez generó un maremoto– son los monumentos y placas en honor a los ciudadanos arrastrados por la ola gigante. Las labores de reconstrucción de las zonas afectadas demoraron años pero rindieron sus frutos: los países damnificados gastaron un total de 400 millones de dólares en sistemas de alerta, sismógrafos y boyas que en la actualidad controlan el nivel del mar.
Con el paso del tiempo, el tsunami se ha convertido incluso en un atractivo turístico. En Banda Aceh, una ciudad indonesia muy cercana al epicentro del movimiento sísmico donde murieron unas 126 mil personas, se construyó un recorrido dedicado a la tragedia y sus consecuencias en la “zona cero” del fenómeno. Ayer, las autoridades inauguraron allí un parque en memoria de las víctimas. La catástrofe en esa parte de Indonesia fue de tal magnitud que determinó la firma de la paz entre la guerrilla independentista musulmana y el gobierno, tras décadas de lucha armada.
“Hace diez años, miles de cadáveres estaban tendidos en este campo –recordó en su discurso el vicepresidente de Indonesia, Jusuf Kalla–. Hubo mucha confusión, dolor, miedo y sufrimiento. Luego nos levantamos y recibimos una ayuda extraordinaria”. En efecto, la comunidad internacional aportó una cantidad récord de donaciones para los damnificados, y la ONU llegó a canalizar más de 6.250 millones de dólares en ayuda humanitaria.
Con 35 mil muertos, Sri Lanka fue la segunda nación más afectada. Cerca de mil personas fallecieron cuando la ola gigante arrasó con un tren de pasajeros. Ayer, el acto central de los homenajes en el país se realizó frente a los vagones restaurados y en el exacto lugar en el que ocurrió la tragedia. Tailandia también lloró a sus 8 mil muertos, de los cuales un cuarto eran turistas que disfrutaban las vacaciones navideñas en las paradisíacas playas del sur. En India, el saldo mortal fue de 18 mil fallecidos o desaparecidos en las costas orientales.
En tanto, Malasia recordó a sus propios muertos en medio de un tremendo temporal por las lluvias monzónicas, que ayer dejaron nueve muertos y más de 60 mil desplazados. Una de esas desagradables vueltas del destino, en un escenario de angustia y dolor.